Yo comprendo por qué, mientras pudieron, prohibieron leer la Sagrada Escritura a sus fieles, incluso el traducirla del latín. Porque Jesús denunció a los fariseos “que ponen sobre los hombros de los demás cargas insoportables, que ellos no soportan ni con un dedo”; de hecho, hasta hoy, se vanaglorian de ser los “defensores de la familia”, mientras que la desprecian hasta el punto de hacer voto de no tenerla; la quieren sólo para “la tropa”, para “el rebaño”, que esquilmar y devorar, como lobos con piel de blanca oveja que son. Sí: contra sendas prohibiciones de Jesús, se visten de blanco y se hacen llamar “Padres”, queriendo tanto a los niños que diócesis enteras se han tenido que declarar en quiebra (a pesar de las ingentes cantidades que nos sacan incluso con inicuos impuestos) debido a las condenas de la Justicia secular a los numerosos pedófilos de sus escuelas y sacristías. Y respetan tanto a las madres, que hasta hoy ellos constituyen el principal obstáculo a la igualdad y libertad de las mujeres, que siguen excluidas de su jerarquía eclesiástica.
La ilustración creciente de los pueblos, su conocimiento del abismo existente entre lo que mandó Jesús y lo que hacen esos falsos representantes suyos, va eliminando rápidamente su tiranía, basada en un infernal terrorismo ideológico, salvándonos de esos salvadores de pega, de esos fariseos familiares, principales instigadores de épocas tan oscuras y vergonzosas de nuestra historia.
Diego Mas Mas.