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“El porvenir de una ilusión”, o cómo superar la religión según Freud

Partiendo de argumentaciones y reflexiones sobre el origen de la civilización, Sigmund Freud construyó a principios del siglo XX un breve pero certero ensayo sobre las causas de la existencia de la religión en las sociedades occidentales desde la perspectiva del psicoanálisis. Pero con “El porvenir de una ilusión” Freud pretendía algo más; convencernos de la idoneidad de construir una civilización irreligiosa para superar así una fase intelectualmente arcaica de la Historia. Transcribimos a continuación, en orden progresivo y siguiendo la secuencia de capítulos del ensayo, algunos de sus pasajes más penetrantes.

1- “Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción.”

(Con “una mayoría contraria a la civilización” Freud se refiere al hecho de que los individuos sienten como un peso intolerable los sacrificios que la civilización les impone)

2- “El hecho que solo mediante cierta coerción puedan ser mantenidas las instituciones culturales es imputable a dos circunstancias ampliamente difundidas entre los hombres: la falta de amor al trabajo y la ineficacia de los argumentos contra las pasiones.”

(Entendidas las pasiones como instintos a los que al ser humano le resulta imposible renunciar. Pero según Freud, eso se debe a que ninguna cultura “ha acertado aún con las instituciones capaces de influir sobre los hombres en tal sentido y precisamente desde su infancia”)

3- “Cuando una civilización no ha logrado evitar que la satisfacción de un cierto número de sus participantes tenga como premisa la opresión de otros, de la mayoría quizá -y así sucede en todas las civilizaciones actuales-, es comprensible que los oprimidos desarrollen una intensa hostilidad contra la civilización que ellos mismos sostienen con su trabajo, pero de cuyos bienes no participan sino muy poco.”

(Y por lo tanto renieguen de las prohibiciones, controles, mandamientos e imperativos que se les imponen e incluso se sientan impelidos a la rebelión)

4- “La satisfacción narcisista extraída del ideal cultural es uno de los poderes que con mayor éxito actúan en contra de la hostilidad adversa a la civilización, dentro de cada sector civilizado. No solo las clases favorecidas que gozan de los beneficios de la civilización correspondiente, sino también las oprimidas, participan de tal satisfacción, en cuanto al derecho a despreciar a los que no pertenecen a su civilización les compensa de las limitaciones que la misma les impone a ellos.”

(Es decir, que la lucha, guerra u oposición cultural que existe entre las naciones o las civilizaciones del mundo no es sino el mecanismo que relega a un segundo plano la insatisfacción que produce la opresión y la desigualdad interna. Freud recalca que sin la satisfacción narcisista “sería incomprensible que ciertas civilizaciones se hayan conservado tanto tiempo, a pesar de la justificada hostilidad de grandes masas de hombres”.)

5- “Nos decimos que sería muy bello que hubiera un dios creador del mundo y providencia bondadosa, un orden moral y una vida de ultratumba; pero encontramos harto singular que todo suceda así tan a medida de nuestros deseos. Y sería más extraño aún que nuestros pobres antepasados, ignorantes y faltos de libertad espiritual, hubiesen descubierto la solución de todos estos estigmas del mundo.”

(Y al mismo tiempo nos dice “la ignorancia es la ignorancia. Ningún hombre razonable se conducirá tan ligeramente en otro terreno ni basará sus juicios y opiniones en fundamentos tan pobres”. A lo que cabría añadir: “e inexistentes”. No olvidemos que Freud en última instancia es un científico.)

6- “De los hombres cultos y de los trabajadores intelectuales no tiene mucho que temer la civilización. La sustitución de los motivos religiosos de una conducta civilizada por otros motivos puramente terrenos se desarrollaría en ellos calladamente. Tales individuos, son, además, de por sí, los más firmes substratos de la civilización. Otra cosa es la gran masa inculta y explotada, que tiene toda clase de motivos para ser hostil a la civilización. Mientras no averigüe que ya no cree en dios, todo irá bien. Pero ha de llegar indefectiblemente a averiguarlo, aunque este ensayo mío no sea publicado.”

(En otras palabras, la religión frena la hostilidad de los explotados contra la civilización. Y sin un dios ya no existen motivos para obedecer, respetar, cumplir las normas. Por esta razón, no puede haber un vacío de valores. Solo los cultos y los irreligiosos pueden proveerse de un sistema moral propio, beneficioso para él y para el prójimo. Luego, el nivel cultural de la civilización es esencial a los propósitos de superar la religión como fuente moral y social de una civilización desigual.)

7- “Me parecería insensato querer desarraigar de pronto y violentamente la religión. Sobre todo, porque sería inútil. El creyente no se deja despojar de sus argumentos ni con prohibiciones. Y si ello se consiguiera en algún caso sería una crueldad. Un individuo habituado a los narcóticos no podrá ya dormir si le privamos de ellos.”

(Claramente vemos cómo la construcción de un nuevo sistema moral ha de producirse desde abajo, es decir, en la infancia, el lugar en el que se construyen todos)

8- “El hombre no puede permanecer eternamente niño; tiene que salir algún día a la vida, a la dura ‘vida enemiga’. Esta sería la ‘educación para la realidad’.”

(Asimismo, el estado de ignorancia y puerilidad en el que la religión sume al ser humano debe terminar. Hay suficientes elementos de conocimiento para enfrentarse al mundo. Existe un bagaje suficiente como para superar los relatos toscos que lo explican, tratando de edulcorarlo. La vida es enemiga, la vida nos aniquila, la vida no conspira para protegernos y mecernos. Tan solo por medio de la construcción de nuevas escalas de valores podrá el hombre superar el status actual y perfeccionar el confort colectivo de la sociedad que ningún dios va, nunca, a procurar)

9- “¿De qué puede servirle el espejismo de vastas propiedades en la Luna, cuyas rentas nadie ha recibido jamás? Cultivando honradamente aquí en la tierra su modesto pegujal, como un buen labrador, sabrá extraer de él sustento, Retirando sus esperanzas del más allá y concentrando en la vida terrena todas las energías así liberadas, conseguirá, probablemente, que la vida se haga más llevadera a todos y que la civilización no abrume ya a ninguno, y entonces podrá decir, con uno de nuestros irreligiosos: ‘El cielo lo abandonamos, a las aves y a los ángeles’.”

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