Como demógrafo, puedo testificar que los obispos tienen algo de razón cuando dicen, en su “campaña por la vida”, que vivir vale la pena, poniendo como ejemplo el gol de Iniesta en el Mundial; porque múltiples estudios muestran que hay quienes esperan para morir que pase un acontecimiento que consideran importante (el Mundial, el Año Nuevo o su cumpleaños, por ejemplo). Claro que ese esfuerzo no alarga apenas la vida. Y resulta escandaloso que esos profesionales de la religión tengan tan poca fe en lo suyo como para poner como razón para vivir el ir al fútbol, y no a misa, a las catedrales del fútbol y no a las propias, metiendo así un gol en propia puerta. Después lamentarán que sus seminarios estén cada vez más vacíos, mientras que las escuelas de fútbol están llenas a rebosar.
Por un Estado laico
España es el único país de la UE que se declara aconfesional, mientras la gran mayoría son laicos,…