El escritor y filósofo intervino en el foro de Educación y en el ciclo de conferencias ‘En Contexto’, donde despejó el camino hacia una escuela pública y laica.
Santiago Alba Rico (Madrid, 1960), escritor, filósofo y traductor, participó la pasada semana en el foro educativo de la UIMP, y también en el ciclo ‘En contexto’ con la conferencia ‘Educación para una ciudadanía crítica’. El título, advirtió Alba Rico a mitad de su disertación, constituye una pleonasmo. ¿Por qué? Porque « el ejercicio mismo de la ciudadanía ya implica la formulación de preguntas», ya implica ese espíritu crítico.
De hecho, en la sociedad hay sobreabundancia de respuestas, y faltan por contra cuestionamiento, faltan preguntas. Esa fue una de las ideas que vertebró la conferencia de Alba Rico. « Una sociedad, en realidad, es una comunidad de respuestas. Tenemos muchas respuestas, y puede resultarnos difícil aceptarlo, porque nos sentimos a menudo desasosegados en estos tiempos, pero lo que nos faltan son preguntas y lo que tenemos son respuestas; de alguna manera, tenemos respuestas para todo», expuso ante el público que llenó el pasado miércoles el Paraninfo de La Magdalena.
‘El filósofo autodidacto’, de Abentufayl; la mayéutica socrática, la dialéctica de Platón fueron algunas de las referencias con las que Alba Rico contextualizó la charla. Todo esto para desembocar en la necesidad de una escuela pública y laica, entendida esta como un espacio donde la ciudadanía pueda plantear interrogantes y reflexiones en igualdad de condiciones; y pensada también como un «diálogo entre autodidactas preguntones». Y esa escuela tiene una meta: «La misión de la ciudadanía crítica es hacer fracasar esa educación entendida como un conjunto de respuestas sociales», en ocasiones, reveló, llamada tradición, por lo general repetidas. «Voy a llamar escuela pública o ciudadanía crítica al efecto de intervenir en la sociedad y cortocircuitar esas respuestas sociales», añadió Alba Rico.
Pero volvamos a lo que sí existe sobremanera: respuestas. Ese fue el punto de partida. «Algunas respuestas son de orden social, o tecnológico o familiar», comenzó explicando el autor de ensayos como ‘Dejar de pensar’ y ‘Volver a pensar ‘(ambas coescritas con Carlos Fernández Liria); ‘Las reglas del caos’, o ‘Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos’. El último es ‘España’ (Lengua de Trapo, 2021). También es autor de cuentos infantiles, de obras de teatro y de traducciones (entre ellas, del poeta egipcio Naguib Surur). Entre 1981 y 1994 fue guionista de varios programas de televisión, entre ellos, el archirrecordado ‘La bola de cristal’ (TVE). Desde hace décadas vive en Túnez y también lo hizo en Egipto.
«Toda sociedad sana y democrática debe generar un espacio donde solo nos hagamos preguntas»
Tenemos respuestas para absolutamente casi todo. Santiago Alba Rico aportó algunos ejemplos: la Tierra primero fue plana y después redonda; el ser humano fue al principio una creación exprés de Dios y luego, un eslabón en la cadena de evolución animal…. Y hasta que irrumpió la pandemia, y todos nos ‘enmascarillamos’ y marcamos con el otro una distancia social –antisocial, matizó Alba Rico–, hasta ese momento, todos teníamos más o menos claro cómo saludarnos o cómo despedirnos; cómo felicitar un cumpleaños, cómo accionar el manillar de una puerta para acceder a una habitación. «La sociedad nos está dando constantemente respuestas porque sin ellas sería imposible la convivencia», reveló el escritor.
«Pensemos en lo que ocurre cuando un extranjero no sabe cómo dar el pésame si muere su vecino», ejemplificó ante el público del Paraninfo La persona busca entonces frases algo ceremoniosas, quizá forzadas, da rodeos, recurre a las paráfrasis, se sirve de fórmulas que de alguna manera evitan un hecho: hacerse preguntas.
«Y la mayor parte de nuestra vida la vivimos sin hacernos preguntas», añadió Alba Rico.
Hacia la escuela pública y laica
«En una sociedad en equilibrio, y sobre todo en equilibrio democrático, se conjugan las respuestas de orden social y las preguntas». Y es aquí importante determinar, avanzó Alba Rico, qué condiciones sociales encuadran esas preguntas que nos hacemos individualmente, esas que nos convierten en autodidactas. Todo esto, además, tiene que ver con la construcción de «una escuela pública y laica».
«Si la sociedad es una comunidad de respuestas» – las del mercado, las de la familia, las tecnológicas, las de orden macrosocial– entonces «toda sociedad sana y democrática», probablemente inspirada en Sócrates y Platón, «debe generar un espacio protegido de la comunidad de respuestas, de las respuestas sociales y la sociedad misma, donde solo nos hagamos preguntas».
«El laicismo significa también poner a cubierto la escuela de los intereses económicos»
Ese espacio, determinó Alba Rico, es esa escuela pública y laica. Pública no entendida meramente como estatal, y ahí están los ejemplos de la Institución Libre de Enseñanza o de las esas escuelas en países con dictaduras, que si bien son estatales se dedican a la reproducción ideológica del régimen de turno. «Público quiere decir, fundamentalmente, que a ese espacio de preguntas tengan acceso todos los sectores sociales por igual: ricos y pobres, negros y blancos, hombres y mujeres, todos por igual».
La escuela es además y fundamentalmente «un lugar donde los hijos se separan de los padres». Porque la educación es ese derecho de los niños y niñas «a no ser como sus padres. Eso resume el carácter público».
¿Y laica? Esto tampoco tiene que ver exclusivamente con separar la escuela de todas las iglesias, explicó Alba Rico, si bien las instituciones religiosas alientan la repetición de las respuestas sociales, las hacen algo así como inamovibles. El derecho a profesar una religión está ahí, pero las instituciones tienen también capacidad para protegerse de lo que altere su funcionamiento, vino a explicar el filósofo.
De hecho, Alba Rico apuntó a que hay algo que interfiere más en las escuelas que cualquier religión: el mercado. « Y el laicismo significa también poner a cubierto la escuela de los intereses económicos», añadió.
Con todo, el filósofo no obvió que plantear una escuela como altavoz social, que le diga a la sociedad a qué otra sociedad se aspira, eso «es complicado».
Los autodidactas preguntones
«¿Qué impide que la escuela sea un diálogo entre autodidactas preguntones?», planteó al público del Paraninfo Santiago Alba Rico. Básicamente, reveló, «una economía que llamamos capitalista» y que sustenta sobre dos patas:el mercado y la tecnología. El primero, entendido como sistema de distribución de los recursos, ha introducido en la cotidianidad «efectos, a mi juicio, peligrosos», como las desigualdades de base. Pero más allá de eso, el mercado también funciona como «un proceso de privatización y aceleración de la vida en su conjunto».
¿Y la tecnología, qué lastra, qué posibilita? Permite, por ejemplo, la comunicación cuando estamos lejos del interlocutor y los ‘zooms’ y las videollamadas en pandemia han sido ventanas para los afectos. Alba Rico, desde Túnez, ha podido comunicarse con sus hijos, que viven en Madrid. Pero entre sus efectos está también el de la «proletarización del ocio».
De este modo, «los sujetos son expropiados también de sus medios de recreación», de esos contextos más placenteros en los cuales «disponían libremente» de su tiempo de ocio. Y esto se produce, incidió Alba Rico, «a través de estas nuevas tecnologías, que solemos reivindicar de forma acrítica».
Además, expuso, están «penetrando en la escuela», y en estos meses de pandemia se ha evidenciado el lugar que ocupan y que aspiran a ocupar. Aquí también hay una lectura de clase para Alba Rico, que recordó que la prole de los empresarios de Sillicon Valley acude a escuelas con pizarras, con cuadernos y lápices, y no tiene móvil. Las estadísticas, añadió, aunque sin precisar cuáles, demuestran que, «a medida que los ricos usan menos» los teléfonos móviles, el WhatsApp y demás aplicaciones populares, las clases más desfavorecidas lo utilizan más. «Y eso debería indicar algo».
A las nuevas tecnologías se las llama herramientas, instrumentos. Alba Rico, sin embargo, las tipifica como órganos. «Tienen poco de herramienta, tienen algo de territorio, tienen para algunos privilegiados algo de técnica –alguien capaz de trabajar con algoritmos, por ejemplo–, pero para la mayor parte de usuarios es un órgano». ¿Por qué? Porque no puede prescindir de ellas para lo más básico. Alba Rico puso un ejemplo: un martillo se usa para clavar clavos –en un momento dado, como arma–, pero puede salir de casa sin esa herramienta: solo le hace falta en momentos determinados. «Pero si pensamos en un riñón no podemos salir de casa sin él». Los órganos, de alguna manera, «deciden sobre nuestra vida». Las nuevas tecnologías lo hacen, convino Alba Rico, y casi que el único acto de rebeldía consiste en desconectar los dispositivos, salir de la red.
Defender la escuela
«Lo que debería de preocuparnos en estos momentos es el tipo de respuestas sociales, tecnológicas y económicas que una sociedad como la nuestra está dando a preguntas que no hemos formulado. E s importantísimo defender la escuela pública y laica, como ese lugar donde hacemos preguntas en condiciones tales que impedimos la repetición de las respuestas sociales», concluyó Alba Rico en el Paraninfo.
Terminó su conferencia con unas palabras del escritor arabigoandaluz Abentufayl: «El que no duda, no mira; el que no mira, no ve; y el que no ve, permanece en la ceguera y en la perplejidad».