Prohibir su exhibición pública crea sociedades “contradictorias” que “se cierran el camino del futuro”
La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha aprobado hoy una declaración sobre la exposición pública de símbolos religiosos en Europa en la que piden que los crucifijos se mantengan especialmente en las escuelas para transmitir "identidad y valores". La actitud contraria, dicen los obispos, dará paso a "sociedades contradictorias" que de esta forma "se cierran el camino del futuro" y que quedarán "indefensas ante otras fuentes culturales no siempre benéficas". La CEE muestra así su posición ante una próxima resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que tiene que pronunciarse sobre el recurso presentado tras su sentencia de noviembre pasado, que dio la razón a un particular en su denuncia al Estado italiano por la presencia de crucifijos en un colegio público.
"Las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición pública de sus símbolos religiosos, en particular, en los lugares en los que se educa a los niños", dice el texto, que advierte de que, de lo contrario, "estas sociedades difícilmente podrán llegar a transmitir a las generaciones futuras su propia identidad y sus valores". "Se convertirían en sociedades contradictorias que rechazan la herencia espiritual y cultural en la que hunden sus raíces y se cierran el camino del futuro", añade.
En este sentido, los obispos apuntan que, "ponerse en contra de los símbolos de los valores que modelan la historia y la cultura de un pueblo, es dejarle indefenso ante otras fuentes culturales no siempre benéficas". Además, alertan de que eso "ciega las fuentes básicas de la ética y del derecho que se han mostrado fecundas en el reconocimiento, la promoción y la tutela de la dignidad de la persona".
El Episcopado español subraya que la presencia de símbolos religiosos cristianos en la vida pública, y en concreto del crucifijo, "refleja el sentimiento religioso de los cristianos de todas las confesiones y no pretende excluir a nadie". "Al contrario, es expresión de una tradición a la que todos reconocen un gran valor y un gran papel catalizador en el diálogo entre personas de buena voluntad y como sostén para los que sufren y los necesitados, sin distinción de fe, raza o nación".
Según los prelados españoles, "el derecho a la libertad religiosa existe y se afirma cada vez más en Europa, y en algunos países se permiten explícitamente otros símbolos religiosos". En cualquier caso, añaden, "sólo en una Europa en la que sean respetadas a la vez la libertad religiosa de cada uno y las tradiciones de cada pueblo y nación, podrán desarrollarse relaciones adecuadas entre las religiones y los pueblos, en justicia y en libertad".