El Ayuntamiento dice estar dispuesto a ceder el terreno necesario pero advierte de que una norma sanitaria de Castilla-La Mancha impide los enterramientos sin ataúd La comunidad islámica opina que se está vulnerando el acuerdo firmado con el Gobi
COMENTARIO: ¿Por qué se han de discriminar a las personas hasta después de muertas? No hay ningún problema en que cualquier persona, tenga creencias religiosas o de otro tipo, no pueda ser enterrada en un cementerio civil, junto a sus conciudadanos.
A pesar del tiempo transcurrido y de obtener en reiteradas ocasiones la callada por respuesta, la comunidad musulmana afincada en Albacete no quiere resignarse a no tener un cementerio para sus enterramientos, y por ello tiene intención de solicitar una reunión para el mes de octubre con el Ayuntamiento para que, de una vez por todas, «nos den una explicación del por qué no podemos tener un cementerio musulmán en esta ciudad», indica Mostafa Snabi, vicepresidente de la Federación de Comunidades Musulmanas de Albacete.
Y es que, al parecer, el único problema que impide que haya cementerios para la comunidad islámica en todo el territorio de Castilla-La Mancha es, precisamente, el decreto 72/1999 de la Consejería de Salud y Bienestar Social, en cuyo artículo 84 dice textualmente que «se prohíbe la inhumación, reinhumación y transporte de cadáveres y restos sin el correspondiente féretro…», es decir, que en Castilla-La Mancha no se pueden enterrar los cuerpos con una mortaja directamente sobre la tierra, tal y como practican los musulmanes, que generalmente prefieren que el cuerpo del difunto descanse directamente en el subsuelo.
Sin embargo, Mostafa Snabi sostiene que esta normativa no está por encima del Acuerdo de Cooperación del Estado español con la Comisión Islámica de España, firmado en 1992, y que establece, según Snabi, que cualquier ayuntamiento español está «obligado» a crear un cementerio para la comunidad musulmana.
En concreto, el artículo 2 de este Acuerdo reconoce a las Comunidades Islámicas, pertenecientes a la Comisión Islámica de España, «el derecho a la concesión de parcelas reservadas para los enterramientos islámicos en los cementerios municipales, así como el derecho a poseer cementerios islámicos propios. Se adoptarán las medidas oportunas para la observancia de las reglas tradicionales islámicas, relativas a inhumaciones, sepulturas y ritos funerarios que se realizarán con intervención de la Comunidad Islámica local. Se reconoce el derecho a trasladar a los cementerios pertenecientes a las Comunidades Islámicas los cuerpos de los difuntos musulmanes, tanto los actualmente inhumados en cementerios municipales como los de aquéllos cuyo fallecimiento se produzca en localidad en la que no exista cementerio islámico, con sujeción a lo dispuesto en la legislación de régimen local y de sanidad».
A modo de ejemplo, el vicepresidente de la Federación de Comunidades Musulmanas citó los cementerios islámicos de Madrid, Valencia y Murcia, curiosamente comunidades gobernadas todas ellas por el Partido Popular, que vienen a demostrar que este tipo de instalaciones funerarias responden más a la voluntad política que a la normativa vigente. «Si hay interés por parte de los políticos se pueden buscar muchas salidas, siempre respetando nuestros rituales y las leyes españolas, pero lo que no entendemos es por qué en Madrid o Valencia sí se puede crear un cementerio musulmán y en Castilla-La Mancha no; creemos que es discriminatorio».
En cuanto a la normativa sanitaria que impide esta inhumación sin ataúd para evitar filtraciones a la tierra, entiende que todo es cuestión de hacer un estudio hidrogeológico sobre el terreno objeto de cesión por si, en caso de que hubiera algún acuífero subterráneo, buscar otra ubicación. No obstante, Snabi subrayó que en todo el mundo hay 1.600 millones de musulmanes «y nunca ha pasado nada con las filtraciones de los cuerpos a la tierra; esto no es más que una excusa».
Snabi recuerda que la comunidad islámica de Albacete lleva desde 2007 reivindicando ante el Ayuntamiento la cesión de no más de 200 metros cuadrados de terreno para poder crear este cementerio musulmán. Pero cuando creían que el exalcalde Manuel Pérez Castell estaba por la labor, se marchó al Congreso de los Diputados y su sustituta, la socialista Carmen Oliver, «pasó completamente del tema».
En otras capitales
La realidad es que, hoy por hoy, y con unos 5.000 musulmanes viviendo en Albacete capital, esta comunidad sigue obligada a enterrar a sus familiares en el cementerio islámico de Madrid, especialmente si se trata de bebés y niños pequeños, porque «lo normal es que la familia quiera tenerlos cerca». El pasado año se registraron unos seis fallecimientos de bebés que tuvieron que ser inhumados en el cementerio madrileño, una circunstancia que Snabi califica de «vergonzosa» porque muchas de estas familias «están en paro y se tienen que gastar mucho dinero en los traslados». Otro tanto de lo mismo ocurre con la comunidad subsahariana que, de querer ser enterrado en su localidad natal ante la ausencia de un cementerio en Albacete, tiene que reunir entre 5.000 y 6.000 euros para el traslado de los restos mortales hasta su país de origen.
Por eso a Mostafa Snabi le gusta significar que este cementerio musulmán que solicitan para Albacete sería más para las generaciones futuras que para las personas mayores, puesto que musulmanes de más de 60 años «no hay ninguno en esta ciudad».
«Tenemos derecho a ser enterrados con nuestros rituales y nuestras creencias; estamos solicitando nuestro derecho y la aplicación de un acuerdo que firmó el Gobierno de España con la Comunidad Islámica española en 1992», dice finalmente el vicepresidente de la Federación de Comunidades Musulmanas de Castilla-La Mancha, que aglutina a unos 50.000 musulmanes en esta Comunidad Autónoma.
Las claves de los enterramientos musulmanes
Enterrar a un musulmán con ataúd o con elementos de valor es reprobable, de la misma manera que esta religión rechaza la incineración o el inhumación en tumbas o mezquitas. De ahí que el suelo o la tierra del cementerio sea el lugar natural de los fallecidos musulmanes y que entiendan el mismo como «una morada funcional», que protege al cadáver de toda agresión externa, «hasta que sea absorbido por la misma tierra».
El ceremonial islámico de la muerte y entierro empieza con el lavado del cuerpo del difunto -realizado por dos personas del mismo sexo del fallecido- para posteriormente envolverlo con una mortaja de dos piezas sin costura.
Después de las consecutivas oraciones y, al contrario que los cristianos, los musulmanes llevan al difunto rápidamente hacia la tumba para acelerar su felicidad y si tiene pecados para liberarse de ellos a la mayor brevedad posible.
En cuanto a la tumba, es cavada en el suelo a razón de la altura de un hombre en posición vertical, aunque si es para una mujer la profundidad será hasta el pecho y si es para un hombre hasta la cintura. A continuación, el cuerpo será colocado con la cabeza hacia la Meca y finalmente la tumba es cerrada con ladrillos o tablillas y luego rellenada con tierra. Por lo general, el muerto es enterrado sin ataúd.