Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
Comentarios del Observatorio
La colaboradora que ha enviado esta noticia al Observatorio ha incluido una nota con su opinión personal, la cual no representa la posición del Observatorio o de Europa Laica. Reproducimos la nota:
«El artículo de Najat El Hachmi es una crítica a la situación que se está produciendo con motivo de la aplicación de la llamada Ley Trans.
Como laicista siempre he defendido el debate de ideas pero si hay algo por lo que estoy en esta organización de Europa Laica es por el absoluto rechazo a los dogmas , vengan de donde vengan y también por la crítica laicista a las pseudociencias.
El dogma trans ha devenido en tabú: hay miedo a opinar , prácticamente nadie quiere hablar , o bien porque no conocen bien la ley o, en su mayoría, porque esto es lo más progresista sobre la tierra y no hay que contravenir algo tan progresista .
La Universidad calla ,la comunidad científica mira hacia otro lado y no digamos los partidos políticos. Afortunadamente hay voces críticas que lo están pagando caro con represalias, amenazas, despidos y mucho más. A la gente que criticamos las consecuencias de esta ley se nos ha llegado a acusar de ser aliadas de la extrema derecha..
El artículo de Najat merece ser leído y reflexionado si no queremos callar ante los dogmas.»
Raquel Ortiz
La imparable sexualización de la infancia también consiste en trasladar a esta etapa los problemas que siempre fueron de los adultos
En los anales de las peores atrocidades médicas cometidas en Occidente quedará grabado este oscuro capítulo en el que se está dañando la salud de niños sanos en nombres de supuestos problemas de identidad de género promovidos por adultos irresponsables. La corrección política y el miedo a ser quemados en la hoguera de la transfobia están avalando la prescripción de tratamientos experimentales y cirugías irreversibles solicitados después de un autodiagnóstico. Los servicios de salud dejan así de ser organismos de atención al paciente y pasan a ser meros dispensadores de medicamentos y operaciones a gusto del consumidor. Curioso es pedir a la vez que se despatologice la transexualidad y que se exija su tratamiento. El caso es que hoy puede ser más fácil obtener bloqueadores de la pubertad después de una consulta de pocos minutos que una receta de paracetamol. A las mujeres se nos hacen mil preguntas cuando pedimos la píldora anticonceptiva y no por eso nos tenemos por enfermas, pero explorar la procedencia del malestar de un niño que cree tener un sexo distinto al biológico se considera estigmatizante. Para no estigmatizar, y no “restringir el derecho a desarrollarse de la manera deseada”, en palabras del Defensor del Pueblo, estamos dispuestos a convertir en eunucos a nuestros adolescentes retrasando su crecimiento óseo, provocándoles una infertilidad irreversible y condenándolos a no disfrutar nunca de un orgasmo. La imparable sexualización de la infancia también consiste en trasladar a esta etapa los problemas que siempre fueron de hombres adultos. No nos extraña ni nos alarma el aumento exponencial sin precedentes de niñas que acuden a los servicios de atención a la transexualidad. ¿Cómo no van a aumentar las personas que se consideran trans si en institutos y colegios se difunden ideas acientíficas sobre la poca importancia de la biología y a los alumnos se les inculca la idea de que pueden escoger su “género” en un infinito catálogo de identidades?
En el Reino Unido, que llevan la delantera y ya están dando marcha atrás en los tratamientos a menores, acaba de publicarse un informe independiente, el Informe Cass, que viene a confirmar lo que ya anunciara el Instituto Karolinska en 2021: que los bloqueadores de la pubertad son tratamientos experimentales cuyos efectos a largo plazo se desconocen, que podrían comportar una interrupción de la maduración del cerebro y recomienda prudencia y un abordaje integral que incluya la salud mental. Justo lo contrario de lo que estamos haciendo aquí.
Comentarios del Observatorio
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