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Quien sabe un poco sobre la posición de Siria hasta el presente de no someterse a imposiciones externas y determinar su camino, también debía conocer que esto le granjeó durante décadas poderosos enemigos. Principal y fundamentalmente las élites occidentales, dueñas de las corporaciones, que mandan sobre otros actores relevantes como pueden ser el gobierno israelí o el turco.
Bastaba ver lo que ellos mismos decían en sus órganos de expresión, tal que los Think Tanks. Así teníamos a Brookings Institution hacer planes de cómo derrocar al Gobierno sirio, denominado peyorativamente régimen con el fin de desacreditarlo y a su dirigente como dictador brutal, en un proceso típico de demonización que poca relación tiene con los hechos reales.
El haber cerrado en falso las insurreciones islamistas, dejando territorio sirio en manos de ellos, como ocurría en el noroeste, Idlib, o en el sureste, era sólo retardar lo que finalmente hemos visto ahora y ya figuraba escrito por los expertos de los Think Tanks, de que estos santuarios terroristas se volverían a utilizar para mediante la violencia y el terrorismo volver a atacar al estado sirio.
El debilitamiento con la guerra, las sanciones, la ocupación y robo de los yacimientos petrolíferos por parte de los Estados Unidos, en colaboración con sectores kurdos, y de las zonas agrícolas ricas, junto a una corrupción galopante y un ejército no formado y desmoralizado ha conducido a esta estrepitosa caída del gobierno sirio. Que no nos engañemos, no es la caída de Assad la que resolverá los problemas y comenzará una nueva y buena época, sino que es la desaparición de la independencia siria, sometiéndose a otros poderes externos que la diezmarán y arruinarán, anulando su soberanía y anulando también el único estado con verdadera tolerancia religiosa y cultural en la región.
Es sobre todo un gran desastre para los sirios, que lo van a pagar muy caro. Como ya se está viendo por las propias grabaciones de los mercenarios yihadistas que van por las aldeas y ciudades a la caza y asesinato de quienes no comulgan con su loca ideología y que son la mayoría de los sirios, hoy expuestos a esta ola de terror encubierto en la más desoladora impunidad. Pese a las inmensas mentiras de los medios de comunicación occidentales, la verdad irá llegando, como lo hacía desde el ataque mercenario promovido desde 2011 por occidente, denominado eufemísticamente “Primavera Árabe”. Ya nos lo decían los misioneros allí presentes, como los Maristas Azules, que una y otra vez exponían que la violencia contra las ciudades y los civiles procedía de los batallones de mercenarios que habían invadido el país y que era el ejército sirio quien los protegía.
Su destino, el de Siria, es el de Libia, un estado fallido inmerso en una violencia y terror continuos. Libia con Gadafi era el país más rico de África, con grandes beneficios sociales, como sanidad y educación gratuitas. Esto último también se daba en Siria. Ya no lo volverán a ver, como tampoco la tolerancia a otras religiones o culturas.