Tras 24 horas de reflexión, el Vaticano comentó ayer la sentencia del juzgado de Valladolid que obliga a quitar el crucifijo de la escuela Macías Picavea.
El presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, Gianfranco Ravasi, afirmó que quitar el crucifijo es eliminar uno de los símbolos que mejor sintetiza "el dolor de las víctimas de la violencia, del poder".
El alto cargo vaticano citó el artículo No quitéis ese crucifijo, escrito por la novelista hebrea y antifascista italiana Natalia Ginzburg, y publicado hace años en el periódico L'Unità, el histórico diario de la izquierda italiana, y señaló que la retirada equivale a suprimir "más allá de argumentaciones teológicas o religiosas, uno de los símbolos fundamentales que reúne en sí el dolor de la humanidad". "La identidad propia de un pueblo, de una cultura, es belleza y es riqueza", añadió.
"Si quitamos al cristianismo de nuestro mundo, de nuestro horizonte, no perdemos la fe y estas cosas, sino que perdemos nuestro rostro, nos convertimos en personas sin rostro, y entre personas sin rostro no es posible dialogar. Por eso es una pérdida cultural", dijo.
Por su parte, el subsecretario del Consejo Pontificio de la Cultura, el español Melchor Sánchez de Toca, aseguró a Europa Press que detrás de la polémica que se ha desatado en España "sólo hay intereses políticos". "Tanto los que lo quieren quitar como los que dicen que van a proponer un recurso, no lo hacen por motivos religiosos sino políticos", remachó.
Según Sánchez de Toca, "a la inmensa mayoría no le importa que haya un crucifijo o no. Seguramente, no lucharán para ponerlo ni tampoco porque se haya quitado, es verdad, pero tampoco les molesta".