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Asociación «Ateus de Catalunya»

II Encuentro por la Laicidad en España. Barcelona 2002

Es un honor para mí presentar una asociación como la nuestra que, a pesar de tener una historia corta en el tiempo, dispone de una trayectoria clara y puede mostrar un conjunto de documentos y actividades que nos permiten transmitir con bastante exactitud una forma de hacer, una forma de ser.

 Para entender mejor la razón de nuestra existencia como organización es inevitable remontarnos a los hechos que han determinado nuestra historia reciente. Desde el siglo XIX la implicación de los poderes políticos y religiosos en contra de las ansias de libertad de una buena parte de los ciudadanos de este país fue una realidad que en determinados momentos llegó a vivirse como algo casi irreversible. Durante ese periodo, es por todos sabido, se produjeron lamentables excesos, fruto de circunstancias políticas complejas, que sembraron de injusticia y de crispación la realidad cotidiana de la sociedad española.

 La guerra civil terminó de acentuar este enfrentamiento, condujo a los dos bandos contendientes a un odio irracional que les llevó a cometer barbaridades atroces, si bien no podemos dejar de recordar que mientras en el bando que representaba la legalidad democrática los responsables de esas acciones fueron preferentemente miembros de organizaciones sociales o bandas de incontrolados, nunca los gobiernos legítimos alentaron tales actos, en el bando golpista, sobretodo una vez terminada la contienda, la represión sobre los enemigos políticos y religiosos fue cruel, implacable y en todos los casos alentada desde el gobierno.

 La jerarquía católica, implicada profundamente en el pronunciamiento militar, declaró como «Cruzada Nacional» el levantamiento golpista y aplaudió la represión y la injusticia posteriores a cambio de prebendas económicas y políticas. Durante la postguerra el poder de la Iglesia fue en aumento, si bien en los últimos años de la dictadura, viendo cercano el final del régimen, se escenificó un distanciamiento del poder acaso mas táctico que real. Todo ello desembocó en un modelo de transición política pactado, donde las fuerzas democráticas emergentes y los últimos estertores de la dictadura hicieron de la amnesia una virtud, del olvido un mérito. Nada debía removerse demasiado en aras de la transición pacífica a la democracia. La Iglesia oficial abrazó con reservas las demandas de reconciliación nacional sin mostrar ningún signo de arrepentimiento, imponiendo simplemente sus condiciones para salvar patrimonio y privilegios sin oponerse al cambio.

La labor ejercida por los agentes sociales durante cuarenta años, utilizando malintencionadamente la imagen de las luchas sociales para extender la falsa idea de que el ateísmo y el anticlericalismo sólo pretendían destruir la Iglesia y acabar con la religión, sembró la desconfianza entre los ciudadanos, que llegaron a asociar cualquier crítica a la Iglesia con la ofensa a la religión y la quema de monjas y sacerdotes. Tampoco los casos del llamado socialismo real ayudaron demasiado a comprender la verdadera naturaleza del ateísmo y del pensamiento racionalista.

En ese contexto, una vez aprobada la Constitución democrática en España, NADIE vindicó el buen nombre de los ateos, de su filosofía racionalista, de su humanismo científico, de su esfuerzo por recuperar la dignidad y el derecho del hombre a dirigir, sin intermediarios, su propio destino. Sólo algunas figuras individuales, como nuestro apreciado amigo Puente Ojea aquí hoy presente, salieron en defensa del pensamiento ateo, hasta que después de 16 años de democracia un pequeño núcleo de personas confluimos en Catalunya con el objetivo de luchar por algo que considerábamos importante: iniciar en nuestro país la lucha por recuperar la libertad de conciencia, por reivindicar una clara separación entre los ámbitos del Estado y de la Iglesia, y por recuperar el valor del ateísmo como modelo de pensamiento capaz de ofrecer respuestas positivas para la construcción de un hombre nuevo y de un modelo de sociedad más justo, real y solidario.

En el solsticio de invierno de 1994, tras un periodo de debate constituyente, se aprobaron los Estatutos de Ateus de Catalunya, que fueron tramitados para su legalización en la Oficina de Registro de Asociaciones del Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya. Fue un momento histórico, el primer paso dado jamás para la constitución de una asociación de ateos en España, con el reconocimiento de muchas limitaciones que nos obligaban a iniciar nuestra tarea en un ámbito reducido, pero con la inquebrantable determinación de llegar en el futuro a todo el ámbito nacional y con la voluntad de hacer llegar nuestras ilusiones a todo el mundo por medio de la cooperación internacional. El trabajo será largo, dificultoso, pero las circunstancias para ver hecho realidad nuestro sueño son cada vez mas favorables.

Nuestras primeras intervenciones públicas encontraron un curioso eco que oscilaba entre la incredulidad y la admiración manifiesta por el valor mostrado al declarar nuestro ateísmo en una sociedad cada vez más secularizada, pero aun reacia a afrontar honestamente el reto moral de la trascendencia y sus consecuencias sociales. Esta situación nos llevó a un estancamiento que aprovechamos para meditar sobre la orientación que debía darse a la asociación. Había nacido con demasiada espontaneidad y la reflexión nos llevó a elaborar una estrategia y redactar los primeros documentos programáticos. Una estrategia basada en primer lugar en preparar unos textos de “Presentación” (que expresa nuestros sentimientos) y un “Manifiesto” (que hace públicas nuestras intuiciones), la elaboración de unos “Objetivos” (que recogen nuestros propósitos de actuación) y la necesidad de impulsar una base social y potenciar nuestra presencia en los medios de comunicación para conseguir la difusión de nuestro programa, con la inestimable ayuda de las nuevas tecnologías, como siempre al servicio del progreso.

Entre la documentación que la organización de este II Encuentro les ha repartido, se incluyen algunos de los documentos que he citado. Resumir un documento programático es casi imposible, así que esperando que se animen a leerlos ustedes mismos citaré de forma sucinta aquellos elementos que me parecen más relevantes:

En la Presentación difundimos nuestra voluntad de tolerancia y de participación abierta. De forma destacada afirmamos nuestra voluntad de no imponer a nadie nuestras ideas, elemento que es el principal diferenciador con la actitud que muestran mayormente las instituciones religiosas. Asimismo exponemos la naturaleza positiva del pensamiento ateo, queremos un mundo mejor y a ello aplicamos nuestras fuerzas, ya que no existiendo otra realidad posterior a la vida, es sólo aquí donde podemos disfrutar y hacer que los demás disfruten. Al tiempo deseamos dejar un mundo mejor para las generaciones venideras. Esta visión del mundo sin prejuicios nos permite dejar atrás las cadenas de viejas ideas para construir un hombre nuevo libre de la tutela divina, mas responsable y comprometido con él mismo, con la naturaleza y con la sociedad. Sólo construyendo un marco de felicidad es posible ser feliz.

El “Manifiesto” constituye nuestra definición mas ajustada, nuestro “corpus” ideológico, nuestra aportación más racional. Definimos en él nuestro convencimiento de la no existencia de trascendencia alguna, ni de realidades mas allá de lo que entendemos por lo “material”. Al mismo tiempo reflejamos una importante consecuencia de ese hecho: valorar la única vida que poseemos como valor absoluto recuperando su propiedad, y la responsabilidad de legar nuestra herencia a nuestros hijos en mejores condiciones de como la hemos recibido nosotros.

Para ello es imprescindible el reconocimiento del valor del conocimiento científico como uno de los motores del progreso. Nunca las religiones han hecho aportaciones positivas en este sentido, sino que toda aportación, incluso las de personas religiosas, han contado con la oposición del poder religioso más reaccionario. Cualquier descubrimiento científico es visto siempre como un atentado al dogma, a la tradición, al poder temporal. Estos planteamientos llevan al núcleo de nuestro manifiesto, los ateos tenemos y defendemos una moral racionalista y humanista que propone una conducta digna y responsable en lo personal, laica y democrática en lo político, cooperante y solidaria en lo social, y sometida al asalto constante del criticismo científico. Este último aspecto del pensamiento ateo da pie a la reiterada lucha por una educación laica, racionalista y respetuosa con las diferencias, entendidas en el mejor sentido de los movimientos laicistas que han defendido figuras tan relevantes como Francesc Ferrer i Guardia.

A mí personalmente me gustaría destacar por su especial importancia el siguiente punto de nuestro pensamiento: nuestra existencia no se justifica en contra de ningún dios, sino por la constatación de que nuestras actividades cotidianas no precisan de la existencia de dioses, espíritus ni trascendencias en las que descargar nuestras responsabilidades ni culpas, ni de la presunción de que, en un incierto futuro, podamos llegar a recibir un premio o un castigo por nuestra conducta.

Hemos organizado nuestros “objetivos” en dos bloques. El primero trata de los objetivos “generales” es decir aquellos planteamientos ideológicos hacia los que se encamina globalmente nuestra organización: agrupar a los ateos, recoger y coordinar las opiniones y las acciones de los ateos, promover sin ánimo doctrinal la difusión del ateísmo, promover la difusión y la implantación de la sociedad, defender los derechos y las libertades de los ateos y de los ciudadanos en general, promover el progreso social y la solidaridad entre todos los ciudadanos. Son objetivos optimistas y progresistas, pues se basan en la suposición de que es posible mejorar la vida de las personas en base a una sociedad más justa y responsable.

Los objetivos “estratégicos” son en cambio propuestas de acciones concretas, constituyen un programa ambicioso que requerirá esfuerzo, paciencia y grandes dosis de habilidad para equilibrar un difícil binomio: voluntad firme y capacidad de transacción. Hemos dividido este apartado en cinco grupos:

Generales: como la defensa de la neutralidad del estado en materia religiosa, la denuncia de la superstición y el fraude que se oculta muchas veces tras ciertas prácticas religiosas o pseudoreligiosas, y la denuncia de las prácticas perjudiciales para la salud o los derechos de las personas en relación a la religión o a la superstición.

Legales: como la supresión de leyes que favorezcan los intereses de cualquier confesión religiosa o ideológica, la modificación del punto 3 del artículo 16 de la Constitución, la supresión en los términos actuales o bien la modificación de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1980, en la misma línea propuesta por la Asociación Europa Laica, que también nos acompaña hoy, la modificación del estatus internacional de la Santa Sede, la elaboración de una propuesta para impulsar la laicidad en Europa, la incorporación del Registro de Asociaciones Religiosas en el Registro General de Asociaciones, y la modificación de la Ley de Asociaciones para equiparar los derechos de todas las asociaciones independientemente de su carácter o no religioso.

En el apartado económico proponemos la completa desaparición de las aportaciones del Estado a la financiación de confesiones religiosas, destacando la necesidad de suprimir la asignación tributaria opcional a través de la declaración de renta, las exenciones fiscales y la aplicación de la directiva VI sobre armonización fiscal de la Unión Europea, que se opone a la exención IVA para los objetos destinados al culto.

En el importante ámbito de la Educación impulsaremos la supresión de cualquier asignatura de religión o de contenido confesional dentro de la enseñanza obligatoria en las escuelas públicas o privadas, sean o no subvencionadas, así como la implantación estricta de la laicidad en el ámbito escolar y la eliminación de cualquier objeto de culto o ideológico de las aulas.

Por último, en el ámbito social impulsaremos la supresión de los símbolos religiosos o ideológicos expuestos en edificios o lugares públicos, o bien de las ceremonias civiles y militares, la eliminación de espacios confesionales en medios públicos de comunicación, o sostenidos con fondos públicos, y exigiremos de las autoridades que cumplan con la obligación de ofrecer la posibilidad de efectuar celebraciones laicas en un entorno digno para los actos civiles mas importantes de la vida social de los ciudadanos. Finalmente proponemos la revisión del calendario de fiestas para adaptarlo a los necesidades y la sensibilidad de un entorno efectivamente laico.

La convocatoria del I Encuentro por la Laicidad en España en julio del pasado año nos llegó demasiado tarde para poder participar activamente en él, pero el conocimiento de su trascendencia y de los resultados obtenidos nos animó a comprometernos en el éxito de esta segunda edición, que si bien es obra de muchos y muy especialmente de la Fundació Francesc Ferrer i Guàrdia, para nosotros tiene un significado especial por celebrarse en Barcelona, ciudad que vio nacer nuestro movimiento y sede central de nuestra organización.

¿Que deseamos que salga de aquí? ¿Que esperamos sinceramente conseguir? Pues muchas cosas, en primer lugar una puesta en común de lo mucho que une a personas y organizaciones, aun de diversas procedencias, en torno al concepto de la laicidad. En este campo estimamos imprescindible la colaboración de todos los sectores, con o sin convicciones religiosas, que como nosotros estén convencidos de que el único estado tolerante y democrático posible es el Estado Laico.

A partir de ello también asumimos un compromiso de futuro para trabajar en las formas que acordemos aquí entre todos. Posiblemente una red de colaboración a través de las nuevas tecnologías sería ya un gran avance. Pero en nuestro horizonte planea la posibilidad de estar presentes en el Fórum 2004 de las Culturas, un reto y una ocasión única de hacer avanzar en breve a toda la sociedad hacia nuestras propuestas de laicidad, una oportunidad extraordinaria que el movimiento laicista aquí congregado no debería desperdiciar.

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