“No me mueve la animosidad política, sino la gravedad del hecho y la protección de la privacidad frente a políticos de la Andalucía profunda, que pretenden cambiar volviendo atrás, restaurando viejas prácticas predemocráticas peligrosas para la higiene del Estado de Derecho.
Poco antes de la toma de posesión del nuevo gobierno municipal de Castilblanco de los Arroyos, ha nacido el primer hijo de mi hermana, y cuenta con el honor de ser convocado por el párroco del pueblo para tomar las aguas bautismales con la excusa de no sé qué fiestas patronales, que curiosamente la nueva Corporación quiere revitalizar. Al parecer la Patrona estaba secuestrada por el anterior gobierno municipal.
Es paradójico que se reivindique el derecho público de la Patrona mientras se vulneran los derechos de mi sobrino, como menor y como ciudadano a que sus datos sean custodiados en la Oficina Municipal del Padrón, donde deben permanecer en la más absoluta privacidad y al uso exclusivo de administraciones públicas para fines oficiales.
Posiblemente este niño nunca sería invisible a los ojos de la Iglesia (que no de Dios), pudiendo constar en algún archivo por siempre jamás referente a los infieles.
Apelo al sentido común de la sociedad y al saber distinguir lo público de lo privado-religioso, ante el peligro de abrir puertas al pasado, donde la coacción religiosa era seña de identidad del viejo régimen que algunos añoran y espero la mayoría deteste.”