PP y Vox apoyan el plan de la extrema derecha de poner el himno nacional, la bandera de España y la foto del rey Felipe VI en los colegios murcianos.
A modo de cuentagotas, Vox va tratando de inocular rémoras franquistas en el día a día de España. Disfrazado de constitucionalismo, ese fascismo va siendo inyectado en medidas a priori inofensivas que van calando en el colectivo. ¿Qué puede suponer que los niños y niñas españoles escuchen el himno de España cada día antes de dar clase, tal y como ha conseguido imponer la formación de Abascal en Murcia gracias al apoyo de PP y Vox? En teoria nada. Igual que tener presidiendo la imagen de Felipe VI en las aulas. Es como cuando José Luis Torrente le tratataba de explicar a Rafi que la droga no es mala: «¿Te hace algo, te muerde, te pega, te araña?». El himno y la imagen del jefe del Estado no te van agredir, pero sí van a tener un efecto en tu mente.
Escuchar el himno antes de clase en teoría no es malo. Pero profundizando en ello, es un ejercicio claramente nacionalista que busca una catarsis patriótica en los menores de edad. Algo típico de las dictaduras. José Ángel Antelo, portavoz del Grupo Municipal de Vox en el Ayuntamiento de Murcia, ha explicado su intención de reforzar esos valores patrióticos en las escuelas murcianas: «La bandera de España, el retrato de Su Majestad el Rey y el himno deben formar parte de los centros educativos». «Estos símbolos son garante de la unidad y la continuidad histórica de España y desde Vox pedimos que se incorporen en los centros del municipio de cara al próximo curso», prosigue.
La extrema derecha prosigue añadiendo que estos elementos «simbolizan la unidad de la Nación, son signos de la soberanía, independencia, y democracia de nuestra Patria». España, unidad de la nación, patria, colegios, educación… ¿a dónde nos retrotrae esta imagen? Efectivamente, al franquismo.
Una de las primeras medidas llevadas a cabo por el contendiente ganador de una guerra es apoderarse del relato. Y la mejor manera de hacerlo es atacando la educación de los menores. No es necesario destacar el ejemplo de las juventudes hitlerianas y cómo el estado alemán consiguió arrebatar a los niños y niñas de sus padres, conviertiéndoles en personajes del Pueblo de los Malditos. En España también se utilizaron las escuelas como máquinas propagandísticas y era habitual que en muchas de ellas se izara diariamente la bandera española, se rezara y se cantaran himnos patrióticos como El Cara al Sol o Montañas Nevadas.
Manuel, estudiante en un colegio católico en la década de los cuarenta, recuerda así su educación: «Había misa diaria en latín pero el Cara el Sol no nos lo hacían cantar». Sin embargo, cita de memoria qué les hacían recitar a él y a sus compañeros tras la Eucaristía dominical: «Juventudes católicas de España, galardón del ibérico solar, que llevais en el fondo del alma, el calor del más tierno ideal. Juventud primavera de la vida, con destellos de su radiante luz, si la fe del creyente te anima por la causa del bien luchará. Llevas alma de joven Cristo, inyectar en sus pechos la Fe, ser apóstol o mártir acaso y mi bandera me enseña a creer». A un paso estamos en Murcia de ver a niños cantar El Novio de la Muerte.
Buscando paralelismos en la actualidad y ejemplos de nacionalismo y patriotismo, México puede ser un buen paradigma para la derecha murciana. Cada lunes, todos los estudiantes se reúnen antes de las clases en el patio para cantar el himno, mano en el pecho, mientras los llamados abanderados, elegidos por sus méritos escolares, izan la bandera tricolor tras una serie de pasos militares.
Ponderar estos valores es un paso más en la idea de Vox de buscar en la infancia un objetivo donde introducir sus ideales. Y Murcia está siendo su tubo de ensayo. Mabel Campuzano, la titular de la Consejería de Educación del Gobierno de la Región, también busca la aplicación del pin parental, la libre elección de centro, el refuerzo de la concertada o el cheque escolar, que permitiría la reclamación de un bono con el coste medio por puesto en la escuela pública y que sea usado para la privada. Y las medidas parecen inofensivas. Y en parte lo son. Sin embargo, cuando un político centra su política en la educación de los niños, un padre tiene un deber: sospechar.