A raíz de que el Dalai Lama recibió del gobierno estadounidense la más alta condecoración (Medalla de Oro del Congreso), el gobierno chino se sintió ofendido y protestó la doble moral del gobierno de Bush, por haberle otorgado a un traidor y agitador, que como refugiado político, se dedica a actividades secesionistas bajo el disfraz de la religión.
Las religiones han tenido una estrecha relación no sólo con la violencia sino también con la explotación económica. Por cierto, es a menudo la explotación económica la que necesita la violencia. Así fue con la teocracia tibetana, hasta 1959, cuando el Dalai Lama presidió por última vez el gabinete laico del Tibet.
Donde la mayor parte de la tierra arable seguía organizada en propiedades señoriales religiosas o laicas, trabajadas por siervos.
Incluso un escritor como Pradyumna Karan, simpatizante del antiguo orden, admite que “una gran parte de los bienes raíces pertenecía a los monasterios, y la mayoría de estos amasó inmensas fortunas… Además, monjes individuales y lamas pudieron acumular grandes riquezas mediante su participación activa en el comercio, los negocios y los préstamos de dinero.”
La riqueza de los monasterios beneficiaba a los lamas de rango superior, muchos de los cuales eran vástagos de familias aristocráticas, mientras que la mayoría del clero inferior era tan pobre como la clase campesina de la que provenía. Esta desigualdad económica, determinada por la clase, dentro del clero tibetano, era muy parecida a la del clero cristiano en Europa medieval. Junto con el clero superior, se beneficiaron los dirigentes laicos. Un ejemplo notable fue el comandante en jefe del ejército tibetano, que poseía 4.000 kilómetros cuadrados de tierra y 3.500 siervos. También era miembro del gabinete laico del Dalai Lama.
El gabinete laico tenía un ejército profesional, aunque pequeño, que servía de gendarmería para que los terratenientes mantuvieran el orden y capturaran a los siervos escapados. A menudo arrebataban a jóvenes muchachos tibetanos a sus familias y los llevaban a los monasterios para que fueran preparados para ser monjes. Una vez que se encontraban allí, quedaban obligados de por vida.
Un monje, Tashí-Tsering, informa que era práctica común en los monasterios que los niños campesinos sufrieran abusos sexuales. Él mismo fue víctima de repetidas violaciones cuando niño al poco tiempo de ser llevado al monasterio a los nueve años.
Las propiedades monásticas también reclutaban a niños campesinos para la servidumbre de por vida como empleados domésticos, danzarines y soldados.
Durante todos los años 60 la comunidad tibetana exiliada se embolsó secretamente 1,7 millones de dólares al año de la CIA, según documentos publicados por el Departamento de Estado en 1998.
Una vez publicado este hecho, la propia organización del Dalai Lama publicó una declaración en la que admitió que hubo millones de dólares de la CIA durante los años 60 para enviar escuadrones armados a Tibet a fin de debilitar la revolución maoísta.
La parte anual del Dalai Lama fue 186.000 dólares, convirtiéndolo en un agente a sueldo de la CIA.
La inteligencia india también lo financió así como a otros exiliados tibetanos.
Se ha negado a decir si él o sus hermanos trabajaron con la CIA.
La agencia también declinó todo comentario.
En la actualidad, sobre todo a través de la Fundación Nacional a Favor de la Democracia (NED) y otros conductos que suenan más respetables que la CIA, el Congreso de EEUU sigue destinando más de 2 millones de dólares al año a tibetanos en India, y más millones para “actividades democráticas” dentro de la comunidad exiliada tibetana.
El Dalai Lama también recibe dinero del financista George Soros, que ahora maneja la Radio Europa Libre/Radio Libertad, creada por la CIA, y otros institutos.
Un artículo de 1999 en el Washington Post señalaba que el Dalai Lama sigue siendo venerado en Tibet, pero… pocos tibetanos saludarían el retorno de los corruptos clanes aristocráticos que huyeron con él en 1959 y que incluyen al grueso de sus asesores.
Muchos agricultores tibetanos, por ejemplo, no tienen interés en devolver a los clanes las tierras que obtuvieron gracias a la reforma agraria china.
Los antiguos esclavos de Tibet dicen que ellos tampoco quieren que sus antiguos amos vuelvan al poder.
La CIA, patrocinadora del Dalai Lama
Escrito por Jean-Paul Desimpelaere Traducido por Juan Vivanco
Jean-Paul Desimpelaere es redactor de Solidaire (http://www.solidaire.org/), el semanario del Partido del Trabajo de Bélgica. Ha sido administrador de la Association Belgique-Chine de 1982 a 1998 y fundador y director de la agencia «Voyages Belgique-Chine» de 1985 a 1998. Está especializado en el estudio del Tíbet.
Cuando Patrick French era director de la «Free Tibet Champaign» (Campaña por la independencia del Tíbet) en el Reino Unido, fue el primero que pudo consultar los archivos del gobierno del Dalai Lama en el exilio.
Se llevó una sorpresa.
¿Liquidaron los chinos a los tibetanos?
Llegó a la conclusión decepcionante de que las pruebas del genocidio tibetano perpetrado por los chinos se habían falsificado, así que dimitió de inmediato como director de la campaña por la independencia del Tíbet (1).
En los años sesenta, bajo la dirección del hermano del Dalai Lama, Gyalo Thondrup, se habían recogido testimonios entre los tibetanos refugiados en India.
French comprobó que las cifras de muertos se habían añadido al margen posteriormente.
Otro ejemplo: un mismo choque armado narrado por cinco refugiados distintos se había contabilizado cinco veces.
Mientras tanto, la cifra de 1,2 millones de muertos por culpa de los chinos había dado la vuelta al mundo.
French afirma que eso es sencillamente imposible, ya que todas las cantidades correspondían a hombres y entonces sólo había 1,5 millones de tibetanos varones, por lo que hoy en día apenas quedarían unos pocos.
Pero la población ha aumentado hasta cerca de 6 millones de habitantes, el doble que en 1954.
Una cifra proporcionada tanto por el Dalai Lama como por las autoridades chinas, esta vez asombrosamente de acuerdo.
Los observadores internacionales (el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud) también avalan estas cifras; sin embargo, todavía hoy el Dalai Lama sigue diciendo que los chinos fueron los causantes de la muerte de 1,2 millones de tibetanos.
¿Es el Dalai Lama una especie de papa del budismo mundial?
Conviene poner las cosas en su sitio.
El 6 % de la población mundial es budista.
Es poco.
Además, el Dalai Lama no es el representante del budismo zen (Japón) ni del budismo del sureste asiático (Tailandia) ni del budismo chino.
El budismo tibetano representa solamente la sexagésima parte (1/60) de ese 6 %.
Por último, en el Tíbet hay cuatro órdenes monásticas separadas.
El Dalai Lama pertenece a una de ellas, la «gelugpa» (sombreros amarillos).
Es decir, estamos ante un papa con pocos fieles religiosos pero muchos adeptos políticos.
¿Quiénes son los patrocinadores?
De 1959 a 1972:
– 180.000 dólares anuales para sus gastos personales, en las hojas de pago de la CIA (documentos desclasificados por el gobierno norteamericano; el Dalai Lama lo negó hasta 1980), y
– 1,7 millones de dólares anuales para organizar su red de solidaridad internacional.
Después se pagó la misma cantidad a través de la NED, una organización no gubernamental norteamericana cuyo presupuesto depende del Congreso.
El Dalai Lama dice que sus hermanos administran «sus negocios».
La CIA reclutó a sus dos hermanos, Thubten Norbu (un lama de rango superior) y Gyalo Thondrup en 1951, al primero para recaudar fondos y dirigir la propaganda y al segundo para organizar la resistencia armada.
La bomba atómica india: el Buda sonriente
Desde el principio, es decir, cuando resultó evidente que la revolución china triunfaría en 1949, USA trató de convencer al Dalai Lama para que se exiliara.
Pusieron a su disposición el dinero y la logística necesarios.
Pero el Dalai Lama y su gobierno querían que USA mandara un ejército al Tíbet como había hecho en Corea, y la propuesta les pareció demasiado blanda (Modern War Studies, Kansas University, USA, 2002).
A pesar de todo los norteamericanos lograron convencer al Dalai Lama de que se exiliara en 1959, pero aún había que convencer a India para que le concediera asilo.
Eisenhower le propuso un «cambalache» a Nehru: India aceptaría al Dalai Lama en su territorio a cambio de una beca a 400 ingenieros indios para que se iniciaran en la «tecnología nuclear» en USA.
El trato se cerró (2).
En 1974 la primera bomba A india recibió el apodo cínico de… «buda sonriente» (3).
(1) Tibet, Tibet, P. French, Albin Michel, 2005.
(2) El comandante William Corson, responsable de las negociaciones, Press Trust of India, 10/8/1999.
(3) Raj Ramanna, ex director del programa nuclear de India, 10/10/1997, Press Trust of India.