Las religiones, en nuestro caso el cristianismo, se han encargado de imbuirnos la existencia de otra vida tras esta, una vida que amenaza con ser eternamente terrible en la medida en que no adaptemos nuestra vida real (la única que conocemos) a lo que
Una experiencia vital reciente me enfrentó a uno de los asuntos de mayor transcendencia a los que ha de hacer frente el ser humano, la muerte. Hoy estoy aquí, sentado frente al Dr. Montes para preguntarle por su experiencia, por sus opiniones acerca de la muerte, de la vida, de los derechos del paciente, del derecho a morir con dignidad, de la medicina paliativa, de la disponibilidad o indisponibilidad de la propia vida y para contrastar con él mis propias inquietudes.
La muerte es un asunto que, constituye, en palabras de Saramago “… la más severa de las leyes de la naturaleza, esa que tanto impone la vida como la muerte, que no te preguntó si querías vivir, que no te preguntará si quieres morir” (‘Las intermitencias de la muerte’, 1998)