La entrada en vigor de la nueva ley de memoria histórica debe conllevar, en aplicación del artículo 54 de la misma, la resignificación del monumento nacional católico fascista del Valle de los caídos y la disolución de la Fundación religiosa que está allí instalada, la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, y que está controlada por los monjes benedictinos. Por supuesto que, en mi opinión, si se quiere resignificar el monumento para convertirlo en un centro de memoria histórica se deberá empezar por la voladura de la cruz que lo preside. Cuando se construyó el monumento se pretendía erigir la cruz más grande de la cristiandad y encontrar un emplazamiento natural que diera la apariencia de unir el fascismo cristiano con el cielo a través de esa gran cruz. Como dijo Diego Núñez, el arquitecto que la diseñó, “la cruz fue nuestra pesadilla” ya que incrustar una cruz en un risco espectacular pudiera dar la sensación de una cruz minúscula, pese a ser como es, la más alta del mundo.
Antonio Gómez Movellán, Europa Laica