En Dearborn, el 45 % de la población es de confesión islámica y, por eso, Adel Mozip ha escogido este lugar para hacer campaña por su elección el próximo 8 de noviembre a escala local
Adel Mozip ya ha avisado a los suyos: hasta el próximo 8 de noviembre, día de las elecciones en los Estados Unidos, no se dejará ver mucho. En esta tarde de jueves lo acompañamos en su vuelta por Dearborn, en Detroit, donde hace una gira por las mezquitas. Para rezar, sí, pero también para recordar a su comunidad que tiene que votarlo. Este ingeniero informático de 29 años espera convertirse en miembro del Consejo de Escuelas de su ciudad, Dearborn.
La mezquita Masjid Alsalam está a rebosar para el rezo de las 17.00. Con un 45% de población musulmana, este municipio de Detroit es la capital islámica de los Estados Unidos. La industria automovilística provocó las primeras oleadas de inmigración. El padre de Adel se marchó de Yemen para trabajar en las fábricas de Ford de Dearborn. «En aquella época solo lo vi cuando tenía cuatro, seis y 12 años; las únicas veces que vino a Yemen». Finalmente, cuando Adel tenía 13 años, su familia al completo realizó el viaje hacia el lejano oeste. Desde entonces ha vivido más tiempo en EE UU que en Yemen: «Mi hogar es Dearborn. Aquí es donde crío a mis hijos».
Entre dos oraciones, Adel viene en ayuda de su amigo Abdullah Hammoud, candidato demócrata a la Cámara de representantes de Michigan, con solo 25 años, que tendrá que responder esta noche, en un centro cívico de la ciudad, a las preguntas de los vecinos del Sur de Dearborn, donde las chimeneas de Rouge Plant, la histórica fábrica de Ford, lanzan al aire olores amargos.
En la mezquita American Muslim Society, tras el rezo de las 18:30, Adel estrecha algunas manos. Ha venido a recordar que pronto se celebrará la recaudación de fondos que está organizando. Y es que, esta campaña le cuesta 14.000 dólares. Nos encontramos con Nagi Mohamed, estudiante de medicina de 21 años, que nos cuenta sus expectativas sobre las elecciones presidenciales. «Vivimos en el cráter de un volcán. Me gustaría que las cosas volvieran a ser normales».
Este volcán es la sombra de recelo que se cierne sobre los musulmanes estadounidenses desde hace quince años. «Las dificultades empiezan cuando uno sale de Dearborn», nos comenta Adel. «Reflexiones, insultos… En las aduanas me cachean siempre con ahínco…» Y con cada nuevo suceso se reavivan las tensiones.
Las provocaciones de Donald Trump no están arreglando nada. «Existe una gran ansiedad por todo lo que dice sobre los musulmanes. Aquí todo el mundo votará en masa a Clinton, aunque no convenza».
La gira concluye en el recogimiento del American Muslim Center, en el barrio más adinerado de Dearborn, donde antes hubiera una iglesia. «Ya no venían feligreses. En los años 70, los muros se vendieron a la comunidad musulmana que transformó el edificio en una mezquita».