La institución religiosa reconoce en un escrito que Eduardo Torralbo fue abusado por un sacerdote del centro de Barakaldo (Vizcaya) y le pide perdón, aunque la institución no contempla hacerlo públicamente, como requirió el denunciante.
«Cada vez que se publicaba un nuevo caso, me animaba más a dar el paso». Así expone el vasco Eduardo Torralbo (47 años) cómo tomó la decisión de denunciar los abusos sufridos en la década de los 80 en el Colegio Salesianos de Barakaldo (Vizcaya). En enero dio el primer paso. «Vi el mail de la Comisión de Protección de Menores de la Diócesis de Bilbao y en ese momento me animé a escribirles», relata. La gestión fue rápida: el 11 de enero se reunió con un salesiano enviado desde Madrid, el 11 de febrero con dos representantes de la diócesis y el 25 de febrero la institución docente le remitió una carta en la que confirmaba los abusos del salesiano Wenceslao Ortega, según reconoce en un documento al que ha tenido acceso elDiario.es.
«Hemos realizado una investigación interna recogiendo testimonios y escritos de la época que Vd. nos refiere y una vez finalizada, consideramos acreditados los hechos que ha denunciado en referencia a D. Wenceslao Ortega», apunta la institución salesiana en el comunicado facilitado por la víctima a esta redacción, sellado por la Inspectoria Salesiana de Santiago el Mayor y firmado por el representante de la institución que se reunió con Torralbo hace menos de dos meses.
En su petición de reparación, el denunciante solicitaba que se le pidiese perdón por escrito, que el acusado fuese expulsado de la institución religiosa y que los Salesianos hiciesen públicos los hechos relatados por Torralbo. La primera pretensión del denunciante se ha cumplido, la segunda no ha sido posible porque la orden católica alega que no puede «emprender un procedimiento penal canónico de una persona fallecida». «Incluiremos en su expediente toda esta documentación para que la verdad de los hechos quede recogida», indica en su escrito el inspector salesiano encargado de supervisar el caso.
Con la investigación ya cerrada por parte de los Salesianos, el denunciante se muestra sorprendido con que la institución religiosa se haya negado a difundir su caso. «Me parece mal que no lo hagan público. Me dijeron que les perjudicaba, aunque no me pusieron obstáculos para que yo hiciese público el caso por mi cuenta», añade.
«Quiero que esto se sepa y que no vuelva a pasar. No quiero dinero», justifica. El denunciante tiene claro que la reparación en su caso consiste en obtener difusión de los hechos sufridos en el colegio a lo largo de la década de los 80. Según su relato, la denuncia se enmarca durante la época en la que él tenía entre 11 y 14 años. Un portavoz de la institución confirma que no tienen pensado hacer públicas las conclusiones de las investigaciones internas que están llevando a cabo, aunque recuerda que en caso de Torralbo los hechos denunciados se han trasladado a la Fiscalía a través de la Comisión de Protección de Menores de la Diócesis de Bilbao.
Encuentro con representantes de la Diócesis y Salesianos
Igual que hizo durante su encuentro con el inspector salesiano, Torralbo también les contó a dos representantes de la Diócesis bilbaína los abusos sufridos mientras estudiaba quinto y octavo de EGB (Educación General Básica). «Sobre todo, denuncio el comportamiento de Ortega. Nos agarraba las mejillas y nos besaba los labios cuando íbamos al confesionario», indica a elDiario.es. Y añade: «Te dejaba babas en los labios. Era repugnante. Lo recuerdo perfectamente. Cogía un pañuelo y se limpiaba».
Según explica, el compañero de Ortega tenía «una cola terrible» de niños para confesar porque los compañeros de Torralbo le evitaban. «Mucha gente se lo tomaba a risa. No era ninguna broma, pero en ese momento no nos dábamos cuenta», apunta el denunciante. En su relato, también detalla cómo el salesiano «se paseaba por las duchas» viendo a los menores «desnudos», «sin venir al caso». «Una Semana Santa nos mandó quitarnos toda la ropa, quedarnos en calzoncillos y luego ponernos la sotana de monaguillos», indica, a pesar de que «generalmente» esa misma prenda se la solían poner sobre «unos vaqueros».
En el relato remitido a la Comisión de la Diócesis de Bilbao, también asegura que en octavo de EGB «fue testigo» de cómo el denunciado «tomaba la lección a los alumnos haciéndoles sentarse en sus rodillas». «Aprovechaba para tocarles», detalla en conversación con esta redacción. Junto a esos hechos, también informó a los religiosos con los que se ha reunido en los últimos meses de agresiones físicas por parte del denunciado y de tirones de pelo de un segundo cura, que los Salesianos no han mencionado en su carta de reconocimiento de los hechos.
En ese escrito sí que realizan una asunción de responsabilidades y emiten una disculpa. «Le pido perdón en nombre de la institución salesiana por los abusos cometidos por parte de D. Wenceslao Ortega y porque los responsables del momento no supieran ver y actuar de forma adecuada para impedirlos. También le pedimos perdón por los maltratos físicos que Vd. refiere, y que tanto daño psíquico le produjeron», recoge el documento.
Perdón, una palabra «problemática»
Para el catedrático Josep María Tamarit i Sumalla la palabra «perdón» es «problemática». «Intentamos evitarla cuando hablamos de justicia restaurativa porque puede entenderse que hay una exigencia moral de que las víctimas perdonen. Eso es algo que hay que evitar», apunta el experto en Derecho Penal de la Universitat Oberta de Catalunya y coordinador de un estudio académico sobre abusos sexuales en la Iglesia Católica.
Para este experto «el peso» de la restauración se enmarca «en la disculpa, el reconocimiento y la asunción de responsabilidades». En esa línea, la institución salesiana asegura que cuenta con un programa de justicia restaurativa con profesionales externos, un recurso que actualmente está utilizando alrededor de una decena de víctimas de la veintena que han contactado con ellos para denunciar su caso ante la institución, según los datos aportados por la orden religiosa. En este procedimiento no se contempla una reparación económica, según las mismas fuentes oficiales.
No todos los denunciantes de casos de abusos sexuales vinculados a los Salesianos sostienen que haya habido colaboración por parte de la institución. En octubre, la Audiencia Provincial de Pontevedra condenó a 32 años y medio de prisión y a 36 años de libertad vigilada a un sacerdote del Colegio Salesianos de Vigo por abusar sexualmente de seis menores. Aída Blanco, abogada de tres de esos menores, asegura que «en el juicio declararon varios salesianos y todos [lo hicieron] a favor de su compañero». Por su parte, desde la institución indican que han estado en contacto con «algunas» víctimas de este centros y que «se les ha ofrecido a todos los denunciantes» el programa de justicia restaurativa.