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Una estatua inconveniente

Sr. Director de Granada Hoy: El Sr. Arredondo, en carta del 19-XI, apoya que se erija una efigie de la Virgen de las Angustias en plaza pública pues prevé que tal erección suscitaría impulsos poéticos en la ciudadanía.

  Dudo del efecto pronosticado, más teniendo en cuenta que la erección de tal efigie, otra más, en lugar público, es decir comunitario, no deja de ser inconve-niente. Efectivamente hay granadinos que creen en la realidad de la virgen, e incluso que ésta, en su advocación de las Angustias, salvó de catástrofes y enfer-medades a la población granadina en históricas ocasiones. Sin embargo, existen otros que tildan de mitológico al personaje, y piensan que su promoción pública ofende a su inteligencia y es impropia de ciudadanos del s XXI, más de 200 años después de encendidas las Luces. Otros incluso dicen que se trata de una retrógrada invención machista, que ensalza valores sexuales hoy afortunada-mente periclitados. Aún otros, incluso fervorosos cristianos, creen que no es más que idolatría, politeísmo travestido. Y otros muchos, no saben como explicar a sus hijos que haya gente adulta que pueda creer en la fecundación y parto virginales.

La religión, ¡cuantas pasiones levanta! Para evitar conflictos, el respeto a la diversidad de creencias o convicciones y la aconfesionalidad del Estado exige que dejemos la plaza pública para la convivencia armoniosa entre todos los grana-dinos, sin imponer a los demás, con la colaboración necesaria de autoridades civiles proclives, símbolos religiosos de nuestras creencias particulares.

    En este espíritu y para acabar con una moción positiva, apoyo el objetivo del Sr. Arredondo y propongo, en pro de la cultura poética, loable fin, que en lugar de una imagen venerada por unos, desdeñada por otros, se erija la de un poeta o poetisa granadino, o si se prefiere algo más simbólico, un conjunto escultórico con las efigies de Erato y Calíope, que hoy, lógicamente, nadie tiene por seres reales.

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