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Un Obispado argentino defiende a un cura encarcelado por abuso de menores

La autoridad eclesiástica expresa sus dudas sobre la culpabilidad de un sacerdote condenado por tres tribunales

El Obispado de la localidad bonaerense de Morón emitió el martes un comunicado en defensa del cura Julio César Grassi, condenado a 15 años de prisión por abuso de menores y encarcelado desde el lunes. A pesar de que Benedicto XVI ordenó en 2010 “tolerancia cerco” contra la pederastia y de que su sucesor, el papa Francisco pidió el pasado abril a la Iglesia católica que actúe “con decisión” frente a los abusos a menores, la diócesis de Morón –cuyo titular es el obispo Luis Guillermo Eichhorn—ha decidido cuestionar la culpabilidad del sacerdote hasta que no se emita una sentencia firme.

La cronología del caso se remonta al 29 de noviembre de 2000, cuando se presentó la primera denuncia contra Grassi en un juzgado de Morón. Dos menores, con los pseudónimos Gabriel y Ezequiel, denunciaron abusos por parte del cura mientras se encontraban en la Fundación Felices los Niños, a cargo de Grassi. En 2002 el sacerdote fue detenido y encarcelado durante un mes. Pero el caso siguió su curso en los tribunales. En 2009 el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Morón condenó a Grassi a 15 años de prisión por dos hechos cometidos en 1996 contra Gabriel. Al año siguiente, la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires ratificó la condena. Y el miércoles pasado, la Suprema Corte de Buenos Aires confirmó la condena de 15 años. Finalmente, los tribunales de Morón decretaron su ingreso en prisión ante el peligro de que el sacerdote se diera a la fuga.

El cura sostiene que la causa fue “armada” contra él y ha decidido recurrir ante el máximo tribunal del país, la Corte Suprema. El Obispado señaló en su comunicado que “antes de dar una opinión al respecto”, esperará “a que haya una sentencia firme, para dar inicio a los procesos canónicos correspondientes”. Sin embargo, en el mismo texto la autoridad eclesiástica expresa su opinión sobre el caso cuando dice: "Contando con el asesoramiento de estudiosos especializados, se desprenden dudas acerca de la culpabilidad del P. Julio Grassi, así como del `peligro de fuga` siendo que él [Grassi] residió durante mucho tiempo sin alejarse de la vivienda declarada como su domicilio personal".

El periodista y biógrafo del papa Francisco, Sergio Rubin, asegura en el diario Clarín que “la alusión a estudiosos especializados incluiría al penalista Marcelo Sancinetti quien, a pedido de Grassi, elaboró hace tres años un copioso informe editado en varios tomos sobre el caso, que fue enviado a todos los obispos del país”.

En el texto del Obispado se clara que a Grassi se le aplicó “la medida disciplinaria de la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal, hasta tanto se resuelva definitivamente esta situación”. Y que se le ha enviado al Vaticano un informe sobre el proceso. La suspensión o expulsión del ejercicio sacerdotal solo sería posible una vez celebrado el juicio canónico, proceso que el Obispado no pretende iniciar hasta que no se pronuncie el máximo tribunal de Argentina.

Por su parte, el exsacerdote argentino Rubén Dri declaró a la agencia Télam que si la Iglesia "duda de la culpabilidad" del cura condenado "solo continúa demostrando que lo que hizo todo este tiempo fue protegerlo".

Gabriel, el menor que lo denunció en su día, tiene hoy 30 años y se dedica de forma esporádica a la construcción. Hace pocos días envió una carta al bisemanario Perfil donde decía: “Me costó mucho poder ponerle palabras al horror. Sufrí y sigo sufriendo por lo que me hizo el cura Grassi en el lugar en que creí y sentí que iba a recibir amparo”. (…) “Concurrí a todas las citaciones y me sometí a pericias. Grassi se negaba a todo. Me trataba de mentiroso y de delincuente, repetía mi nombre y distribuía mi imagen. Llegó el juicio oral. Una vez más, ante su mirada amenazante, sostuve mi verdad”.

El caso de Grassi, finalmente, ha terminado colisionando con la imagen del papa argentino. El diario Buenos Aires Heral escribió el pasado viernes en su editorial: “En los últimos seis meses se han escrito cientos de miles de palabras, cuando no millones, sobre el papa Francisco, pero este análisis aparentemente minucioso de la nueva superestrella global parece ignorar al menos un de detalle que no es menor: su opinión del padre Julio César Grassi, cuya condena por abuso de menores en una fundación de niños acaba de ser confirmada. O quizás, para ser más precisos (ya que el papa Francisco ahora está a cargo de un Iglesia universal), la opinión de Jorge Bergoglio, quien fue el cardenal-arzobispo de Buenos Aires durante los 11 años que duró el caso Grassi sin que se le conociera ninguna opinión sobre el tema”.

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