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Un magnate impulsa en China un parque de atracciones sobre la Biblia con la más moderna tecnología

Los promotores evitarán cualquier forma de proselitismo

Promete emociones fuertes. Atracciones como el Arca de Noé, David contra Goliat o Moisés abriendo las aguas del mar Rojo, todo arropado con la última tecnología. Es la oferta lúdica de un futuro parque temático sobre la Biblia. Se llamará Mundo en Armonía, carecerá de montaña rusa y se abrirá en China, que tiene en su ADN el laicismo. Otra prueba de aquel celebérrimo gato de Deng Xiaoping que, blanco o negro, debía cazar ratones.
El proyecto está aún en pañales. Se sabe que ocupará 2,3 kilómetros cuadrados en Tieling, en la norteña y fría provincia de Liaoning, que costará 446 millones de euros y que las obras empezarán el año próximo. El parque de atracciones contará con hoteles, tiendas y capilla. Expertos chinos y extranjeros han sido contratados para interpretar la Historia del cristianismo. El parque tendrá referencias a asuntos más cercanos como el budismo o el taoísmo, quizá para engrasar la maquinaria de permisos.
Leung Moon-lam, devoto cristiano, encabeza el proyecto y sabe que debe pisar con cuidado. Las autoridades ya han aclarado que el proselitismo cristiano sigue prohibido. «Mientras no pidamos a los chinos que crean en nuestro Dios, no habrá problemas. Es un plan muy complejo y a largo plazo, con muchos obstáculos en el camino. Si a Dios no le gusta y quiere pararnos, no iremos adelante», ha dicho.
El parque de atracciones bíblico es el último capítulo de la apretada biografía de Leung. Llegó como refugiado en los 70 a Hong Kong, nadando desde China. Vivió hacinado con sus padres y trabajó 12 horas diarias en la sastrería de su tío hasta que abrió una pequeña tienda.
Felices 80 en la excolonia
Lo que sigue es común a muchos de los emprendedores surgidos en los felices 80 en la excolonia británica. Su empresa abrió fábricas hasta contar con 10.000 trabajadores. El garaje de Leung encerraba nueve coches, Rolls Royce, BMW y Mercedes entre ellos. Pero su trabajo le absorbía y no disfrutaba de la familia. En 1996, se cayó del caballo. Se convirtió al cristianismo y lo vendió todo: fábricas, coches y más de 20 propiedades inmobiliarias. ¿Un milagro? Poco después se desató la crisis asiática, así que Leung salvó millones.
En 1998, volvió al negocio de la ropa y dos años después fundó la próspera China South City Holdings. Sigue como empresario, pero ha cambiado su preocupación de acumular riqueza por la de hacer el bien. El parque nació de una promesa a China de invertir en el noreste del país. Su pastor le dio la idea de la Biblia y, contra lo temido, el proyecto se aprobó.
Apenas un 1 % de los chinos son cristianos, un porcentaje que condenaría a la empresa al fracaso en cualquier otro país. No se celebra la Navidad, Fin de Año cae en febrero y en las zonas rurales no se ha oído hablar de Jesús o se asocia a una leyenda. Pero ese 1% en China se traduce en 130 millones de potenciales clientes. Ese gigantismo también explica que una fábrica china sea la mayor productora de biblias del mundo. En 20 años, ha imprimido más de 50 millones de unidades, casi todas en mandarín. Sus 600 empleados muestran una devoción al proceso parecida a si fabricaran tornillos.
La Biblia fue legalizada cuando Deng Xiaoping decretó la libertad de culto en 1980. Lo que se prohíbe es que los grupos religiosos estén controlados por fuerzas extranjeras. En China conviven los cristianos de la Asociación Católica Patriótica (ACP) y los disidentes y leales al Vaticano. Se suele cuantificar a los primeros en 5 millones y a los segundos en 10. Sin embargo, las fronteras son muy difusas.
Los obispos de la ACP buscan secretamente el visto bueno de Roma, y el 80 % lo obtiene. Y los fieles alternan misas en las iglesias con las clandestinas que se celebran en pisos privados, con sermones casi calcados. Los fieles eligen unas u otras muchas veces en función de la cercanía.

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