Criticó la discriminación que sufre su casta desde los tiempos de Mahoma. El más célebre militante anti esclavitud también ha sido juzgado por desórdenes públicos.
En Nochebuena Mohamed Cheikh Ould Mohamed, de 29 años, fue condenado a muerte por apostasía por un tribunal de Nuadibú, la segunda ciudad de Mauritania, a 900 kilómetros de Canarias. Poco después de Año Nuevo será, probablemente, condenado a varios años de cárcel Biram Dah Abeid, de 49 años, por un tribunal de Rosso, la ciudad más meridional de Mauritania. El año pasado fue, sin embargo, galardonado por la ONU por su defensa de los derechos humanos.
Pese a su alejamiento geográfico ambos juicios tienen algo en común. Ambos reos han luchado, cada uno a su manera, contra la estratificación de la sociedad mauritana en castas y la esclavitud -abolida oficialmente en 1981- que aún padecen a veces los negros.
Mohamed Cheikh Ould Mohamed criticó en un blog, a finales de 2013, que la casta de los ‘maalemines’ (herreros), a la que él pertenece, esté «mal considerada» y sea «maltratada». Dejó caer que esas discriminaciones se remontan a tiempos del profeta Mahoma al que achacó la responsabilidad de la segregación. No tardó en borrar su texto.
Detenido hace un año
El bloguero fue detenido hace un año acusado de apostasía en un país en el que se aplica la ‘sharia’ (ley islámica), que prevé la pena de muerte por ese crimen. Nadie ha sido, sin embargo, ejecutado en Mauritania desde 1987, pero tampoco nadie había sido juzgado por renegar del islam desde la independencia de Francia en 1960.
En Nuadibú grupos de jóvenes se echaron a la calle, hace ya casi un año, para exigir su «ejecución» y el presidente mauritano, el general Mohamed Ould Abdelaziz, les prometió que tomaría «todas las medidas necesarias para defender el islam y su profeta». «La justicia se ocupa de este asunto, pero estad seguros de que el islam está por encima de todo, de la democracia y de la libertad», enfatizó.
La familia del acusado buscó un letrado de prestigio, Mohamed Ould Icheddou, pero ante la presión callejera declinó el encargo. Fueron dos discretos abogados de oficio los que le defendieron, pero apenas tuvieron contacto con la prensa excepto para anunciar en Navidad que recurrirán la sentencia.
Ante el tribunal penal de Nuadibú Mohamed Cheikh Ould Mohamed se declaró no culpable. Sólo quiso defender a los ‘herreros’, explicó. Admitió, no obstante, que sus palabras hayan podido ser interpretadas como un ataque al profeta y, en ese caso dijo, no tenía reparos en mostrar su arrepentimiento. El fiscal le reprochó hacer muchos circunloquios para hacer acto de contrición.
Desmayo tras la sentencia
Cuando el tribunal pronunció su sentencia condenándole a muerte, el 24 por la noche, Mohamed Cheikh Ould Mohamed se desmayó. Pese a la hora tardía la muchedumbre concentrada ante las puertas de los juzgados profirió, en cambio, gritos de alegría. Hasta Jemil Ould Mansour, líder de Tewassoul, un partido islamista moderado, salió entonces a la palestra para celebrar el veredicto. «Le han dado lo que se merece», declaró.
Con el condenado a ser fusilado -es así cómo se ejecutan las penas de muerte en Mauritania- solo se ha solidarizado dentro del país la Iniciativa para el Revivir del Abolicionismo (IRA), una ONG no legal que lucha contra la esclavitud. Su presidente, Biram Dah Abeid, se sienta también estos días en el banquillo. Su juicio y el de otros siete miembros de su asociación se reanudó el lunes.
Biram Dah Abeid pertenece a otro estrato social más numeroso y aún peor tratado que el de los ‘herreros’: el de los ‘haratines’, es decir los descendientes de los antiguos esclavos negros a los que a veces se llama ‘moros negros’ para diferenciarlos de los ‘moros blancos’. «Rechazamos la instrumentalización de la religión para asentar y consolidar la hegemonía de grupos que se autoproclaman superiores», reza el comunicado del IRA.
Premiado por la ONU
Premiado por la ONU, Biram Dah Abdeid compitió con el general Adelaziz en las elecciones presidenciales de junio y quedó en segundo lugar. El 11 de noviembre fue detenido en Trarza junto con otros militantes cuando recorría el sur del país con una caravana para denunciar la expropiación abusiva de tierras pertenecientes a los ‘haratines’, que él llama «esclavitud territorial».
La fiscalía le acusa de desórdenes públicos, desobediencia a la autoridad, organización de una manifestación no autorizada, incitación al odio racial y pide cinco años de cárcel para él y los otros siete militantes. A diferencia de Nuadibú todos aquellos mauritanos que se concentraron ante los juzgados de Rosso lo hicieron para mostrar su solidaridad con los militantes acusados que cuentan para defenderles con 22 abogados que se han presentado voluntarios.
La coincidencia de ambos juicios, el del militante contra la esclavitud y el del presunto apóstata, hace sospechar que el segundo ha sido programado, tras casi un año de prisión preventiva, para coincidir con el primero y relegarlo a un segundo plano. Aun así, EEUU y Francia han mostrado su «preocupación» por la suerte de Biram Dah Abdeid y su respeto por la lucha que lleva a cabo.