François Buchwalter, un general francés jubilado que trabajó para el servicio secreto de Francia y que en 1996 era agregado de defensa de su Embajada en Argel, guardó silencio durante 13 años. A finales de junio habló, por fin, ante el juez instructor de París Marc Trévidic que desde 2004 investiga la matanza .
Los monjes desaparecieron el 26 de marzo de 1996 y tres semanas después los Grupos Islámicos Armados (GIA) reivindicaron su secuestro . Advirtieron que serían "degollados" si no obtenían la liberación de varios terroristas encarcelados en Francia. El 23 de mayo anunciaron que habían cumplido su amenaza y la semana siguiente fueron halladas las cabezas de los cistercienses al borde de una carretera
El general Buchwalter dio una versión radicalmente opuesta de la muerte de los monjes: "Helicópteros del Ejército argelino sobrevolaron el campamento del grupo armado y dispararon. Sólo después se dieron cuenta de que no sólo habían alcanzado a los miembros del grupo sino a los religiosos".
Buchwalter obtuvo esta información, según precisó la prensa francesa el lunes, de un oficial argelino, con el que estudió en la academia de Saint-Cyr, cuyo hermano era jefe de escuadrilla de helicópteros en Blida y participó en la operación. "Los cuerpos de los monjes estaban acribillados", añadió, y por eso nunca aparecieron. Hubiesen puesto de manifiesto la verdadera causa de la muerte porque no fueron degollados.
El consejero de defensa hizo entonces un informe que remitió a su embajador y al jefe del Estado Mayor de los Ejércitos, pero "no tuvo consecuencias". "Se mantuvo la orden de ocultar el asunto decretada por el embajador" de Francia en Argel, señaló.
El general se declaró además convencido de que las autoridades argelinas están detrás del atentado que, el 1 de agosto de 1996, costó la vida a monseñor Pierre Claverie, obispo de Orán . El clérigo "creía que el poder argelino estaba implicado" en la matanza de los monjes, aseguró.
Con anterioridad un militar y dos ex agentes secretos argelinos habían achacado el asesinato colectivo a la seguridad militar de su país que logró reclutar al jefe de los GIA, Djamel Zitouni.
Las revelaciones de Buchwalter han causado estupor en Francia y han animado a más de un ex responsable a aportar los datos que obran en su poder. "Las informaciones suministradas por los servicios secretos franceses en Argelia llegaron dónde tenían que llegar, pero no se quiso investigar", declaró, por ejemplo, a la agencia AFP Alain Marsaud , que en 1996 era el jefe de la lucha antiterrorista adscrito a la fiscalía de París.
Todo esto demuestra, en opinión de Patrick Baudouin, abogado de las familias de los monjes, que "hubo ocultación no sólo por parte de las autoridades argelinas sino también por parte de las francesas".
El presidente Nicolas Sarkozy no ha querido quedarse rezagado. Anunció que es partidario de que se sepa "la verdad" y que se entreguen al juez todos los documentos secretos que solicita desde hace años. "Se hará todo lo necesario para conocer a los autores y las circunstancias de ese asesinato", añadió Michèle Alliot-Marie, ministra de Justicia. Si, como se prevé, los informes franceses culpan a Argel, la relación con París pasará por una mala racha.
Las autoridades argelinas no han reaccionado a las revelaciones de Buchwalter, pero la prensa de Argel arremete al unísono contra él. El diario El Watan tacha su declaración ante el juez de "delirio" mientras que L'Expression afirma que se trata de "fabulaciones".