Público recupera un manual de Historia de segundo grado editado por el Instituto de España en 1939. «La República era como una concentración y alianza de todos los constantes enemigos de España para hacer, contra ella, un esfuerzo definitivo
Los judíos son «otro enemigo de la unidad de España» y fueron expulsados de España por los reyes católicos porque eran «verdaderos espías y conspiradores políticos». La Inquisición española era «más benigna que cualquier otro Tribunal de Justicia de Europa» y la II República «era como una concentración y alianza de todos los constantes enemigos de España para hacer, contra ella, un esfuerzo definitivo».
Estas son algunas de las frases que recoge el Manual de la Historia de España de Segundo Grado (7 a 12 años) editado por el Instituto de España en 1939 y que llegaba a todas las escuelas del país. Sin embargo, no son las más llamativas. Desde la primera frase hasta la última, el manual trata de presentar a España como una conjunción de «Fe, Monarquía y Milicia» a punto de ser asesinada por los «republicanos separatistas». Sin embargo, «Dios siempre ayuda a España» en los momentos decisivos y esta vez lo hizo con el Movimiento Nacional.
En sus páginas, Franco es descrito como «el valor sereno, la idea clara, la voluntad firme y la sonrisa» y del Cid destaca que enseña a las generaciones futuras como hay que tratar a los «moros». De Hitler, no hay ninguna palabra. No así de Mussolini, a quien presenta como el salvador de la gloria eterna de Italia y establece paralelismo con el caso español. No obstante, ningún pueblo, según la obra es comparable al pueblo español porque «siempre ha sido destino de España sacrificarse por la civilización y el mundo».
Estas son, estructuradas por temas, algunas de las frases más llamativas de la obra. Algunas de ellas pueden llegar a parecer cómicas. Sin embargo, se trata de las lecciones de Historia que no hace tanto tiempo debían repetir en clase una y otra vez los niños de entre 7 y 12 años.
Sobre Francisco Franco: «La sonrisa»
«Francisco Franco es el valor sereno, la idea clara, la voluntad firme y la sonrisa. Porque Franco no es el dictador que preside el triunfo de un partido o sector de la nación. Es el padre que reúne bajo su mando, como una gran familia, todas las fuerzas nacionales de España. Por eso su gesto no es hosco: Franco sonríe y acoge».
Sobre la II República: «La antiEspaña»
«La República era como una concentración y alianza de todos los constantes enemigos de España para hacer, contra ella, un esfuerzo definitivo. Napoleón, brazo de la Revolución francesa y liberal, volvía a entrar en España detrás de la masonería. Lutero, detrás de los intelectuales anticatólicos e impíos. Los turcos, detrás de los bolcheviques, asiáticos y destructores. Nuestras leyes se ponían a imitar a Méjico y a Rusia. Desandaban el camino de Colón y de Lepanto.»
«España ha sido a través de su Historia, nada más que eso: Fe, Monarquía y Milicia, como instrumentos de su Unidad. Esta es la definición de España. Por eso la República, negándolas una a una, (además de ser eso: República -es decir antiMonarquía- era anticatólica, antimilitar y separatista. La República era ante todo el triunfo de la antiEspaña.»
El Movimiento Nacional y la victoria en la Guerra
El Movimiento Nacional es presentado en el libro como la salvación del golpe que preparaba la República para establecer en España un régimen comunista.
«En el Movimiento Nacional se concentran todas sus fuerzas de salvación. Dios las había querido conservar en España, cada una en depósito sagrada. La Tradición, guardada en las breñas de Navarra baja al mando de Mola, en un torrente de boinas rojas. El ejército intacto en el Norte de África, a donde no podían llegar los bracitos trituradorcillos de Azaña pasa el Estrecho y sube al mando de Yagüe y de Varela. Por el resto de España, las camisas azules de la Falange les esperan. Ya estaban, pues, en marcha, en pie militar, todas las verdades de España, todos los elementos invariables de su esencia y definición: lo religioso, lo monárquico, lo militar, lo unitario o nacional. Todo unido, junto y en haz.»
«Y en este momento termina esta Historia. La victoria definitiva de España en en estas páginas seguridad y fe. Como también es fe y seguridad la España, Una, Grande y Libre, que tras la victoria esperamos para siempre. Ella será la vuelta de España a sí misma: a su camino y a su Historia. Porque su Historia no ha sido más que eso: una lucha constante por los más altos ideales del Espíritu. No servimos para cosas bajas, pequeñas, menudas. No servimos más que las cosas altas y grandes. Por eso cuando decimos ‘Arriba España’, en esas dos palabras, a un tiempo, resumimos nuestra Historia y ciframos nuestra esperanza. Porque lo que queremos es que España vuelva al lugar que la Historia le señala. Y ese sitio es ese: Arriba. Cerca del espíritu, del ideal, de la fe… Cerca, sobre todo, de Dios.
Sobre héroes del Movimiento Nacional
«En Navarra hay casos en que se alistan en un mismo Regimiento el abuelo, el hijo y el nieto. En los hospitales se ven maravillas, como la de aquel soldado que, agonizando entre agudos dolores, rechaza la morfina que le trae la enfermera y dice: «No: quiero morir sufriendo por Dios y por España». Toda la mejor Historia de España se agolpa y resume en la Zona Nacional.»
Sobre el dictador Primo de Rivera
«Todavía otro hombre que pudo salvar a España. El General Primo de Rivera es un gran patriota, valiente, rapidísimo de inteligencia, arrollador de simpatía. Luce en su pecho la Laureada, ganada en Marruecos con ocasión de haber rescatado, él solo, un cañón que se llevaban los moros. Primo de Rivera se declara ‘dictador’ o sea jefe absoluto de España. El aplauso total con que la nación lo recibe, revela bien claro la debilidad de la política liberal y lo artificialmente que estaba puesta sobre la verdad de España».
«Primo de Rivera no era un hombre suficientemente preparado para ver todo esto con la claridad necesaria, aunque por su vida inteligencia y su fervor patriótico, adivinara que había que sustituir todo aquello por algo nuevo. Pensaba que su obra, y acaso la de Mussolini en Italia, eran dictaduras pasajeras, limpiezas de momento, para volver luego a lo que él llamaba la ‘normalidad'».
«Primo de Rivera era, en una palabra, representación gloriosa y exacta de lo que quedaba, entonces en España de sano, de intacto: de base para una futura reacción salvadora».
Sobre la Inquisición
La inquisición es presentada como la el instrumento fundamental para finiquitar la Reconquista. Para esta empresa «era precoso empezar por tener estas bases (Sevilla y Córdoba) bien limpias de judíos, moros renegados, etc. de todos los que podían ser espías y favorecedores ocultos del enemigo. Por eso no solo se excluyó del perdón real la herejía, sino que, para vigilarla y combatirla, los Reyes establecieron ahora con carácter general y nacional, el Tribunal de la Inquisición, que había funcionado ya en Aragón».
«La Inquisición nacional era una ‘medida de guerra’. Además, es falsa la afirmación de que la Inquisición fuera más severa o cruel que los demás Tribunales de Justicia de la época. Esto es mentira. Los procedimientos de la Inquisición eran más benignos que los de cualquier otro Tribunal. Fue el primero que prohibió la tortura, que entonces se empleaba en todos los Tribunales y en todos los países. Sus cárceles eran mucho más benignas que las demás».
Sobre los judíos
«Otro enemigo de la unidad de España que preocupó también a los Reyes sucesores de Recaredo eran los judíos. Como no tienen patria propia y andan errantes por el mundo, donde quiera que abundan forman entre ellos, como una nación encima de la otra en que están. Se entienden entre sí, se ponen de acuerdo en secreto y trabajan en los cargos y altos puestos que alcanzan, en provecho propio y de su raza, pero no de la nación que les da puestos y cargos».
«Estas razones son las que movieron al Rey Sisebuto a dar una ley echando de España a los judíos que no se bautizaran. Echó a los judíos no por su religión; los echó como echaríamos de nuestra casa a un huésped que supiéramos que era más amigo del vecino que de nosotros mismos, sobre todo si supiéramos que ese vecino (los moros) tenía la intención de asaltar nuestra casa».
Respecto a la expulsión de los judíos por parte de los reyes católicos, la obra señala: «Los enemigos de España han atacado mucho esta medida acusándoles de fanáticos e intolerantes. Los que esto dicen se olvidan de que los judíos eran en España verdaderos espías y conspiradores políticos, que vivían en amistad con moros y en la callada esperanza de los turcos. Los judíos estaban organizados en verdaderas sociedades secretas de intriga y conspiración.»
Sobre la Reconquista
Para lograr la reconquista cristiana, cuenta el libro, era necesario un hombre genial que impresionase el ánimo de todos los españoles y les enseñase la lección de lo que había que hacer. «Y Dios que siempre da a España lo que necesita en sus horas difíciles, hizo entonces aparecer en la Historia la figura del Cid Campeador».
«El Cid fue como la misma tierra castellana: serio, callado, talentoso, sin grandes apariencias y ruidoso. Su cosecha no fue vistosa cosecha de flores. Fue cosecha de trigo. Cosecha de grandes hechos y de sabias lecciones».
Tras narrar con superlativos adjetivos la conquista de Valencia, el libro hace balance de la supuesta aportación del Cid a España: «La lección de la idea total y nacional de la Reconquista; la lección del mando fuerte y único; de las conquistas fijas y definitivas; del modo duro y suave de tratar a los moros… Cuando al fin se aprendieron y siguieron estas lecciones vino la época de las grandes conquistas. Las victorias de San Fernando y de Jaime el Conquistador: esas son las verdaderas batallas que el Cid ganó después de muerto.