En muchos momentos de la historia de Al-Ándalus los musulmanes siguieron una política de tolerancia hacia las otras religiones monoteístas. Los mozárabes serían los cristianos que mantenían su religión y seguían viviendo en territorio musulmán. Junto con los judíos eran considerados miembros de las “religiones con libro”. Su situación se basaba en un pacto que les confería derechos, pero les imponía ciertas obligaciones. Los mozárabes vivían en sus comunidades, especialmente en el ámbito urbano, profesando su religión, manteniendo sus templos, aunque no podían realizar manifestaciones externas de culto ni levantar nuevos templos. Tenían su propio ordenamiento jurídico y administrativo, con autoridades y jueces para solucionar los conflictos internos aplicando el derecho visigodo y no el musulmán. Las obligaciones se basaban en la aceptación del nuevo poder y tenían que pagar tributos. Pero también se produjeron conflictos. La paz social no siempre fue posible.
En tiempos del emir Al–Hakam I tuvo lugar el conocido como motín del arrabal de Córdoba en el 814, pero fue protagonizado realmente por muladíes, es decir, por cristianos que se habían convertido al Islam. Y lo hicieron por la presión fiscal, pero también por la discriminación que sufrían en relación con los musulmanes no conversos.
En el origen del malestar mozárabe siempre estaban las exigencias tributarias de los emires. La principal revuelta mozárabe tuvo lugar a mediados de siglo IX también en Córdoba. Pero en este caso, además de esta motivación fiscal, habría causas religiosas. En aquel momento se produjo un movimiento religioso martirial que proponía la vuelta al primitivo cristianismo frente a los contagios del Islam. San Eulogio de Córdoba padecería prisión por su apoyo y después sería decapitado. Esta revuelta fue reprimida con dureza.
En la época califal se vivió una etapa de paz social en relación con los mozárabes, pero habría que matizar esta afirmación porque la presión de los bereberes les despojó de muchas de sus tierras. Además, se produjeron las emigraciones de monjes al reino leonés y de mozárabes hacia el norte y noreste. Eran evidentes síntomas de un creciente malestar social que se canalizaba a través de otros cauces que no eran los del conflicto.
La población mozárabe fue disminuyendo con el tiempo por varias causas. Una parte terminó por convertirse y los mozárabes pasaron a ser muladíes, y otra fue emigrando a medida que los núcleos cristianos del norte se fueron consolidando y avanzando hacia el sur. La disminución de los mozárabes fue evidente con la llegada de los almorávides y almohades por el desarrollo de políticas de intolerancia religiosa emprendidas por estos pueblos del norte de África. Veían en los mozárabes una especie de “quinta columna” a favor de los reinos cristianos en su avance. Muchos fueron desterrados a Marruecos hacia el 1126, y hubo algún caso de exterminio.
Eduardo Montagut. Historiador