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Activistas anti y proaborto protestan frente a la Corte Suprema en Washington, 24 de junio de 2022. SHAWN THEW /

Sobre la sentencia del Supremo y sobre los fundamentos de la democracia

La anulación del derecho a través de la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos se carga los fundamentos mencionados y vuelve a convertir el aborto en un hecho público, en un acto delictivo que el Estado puede perseguir.

Hay al menos tres aspectos de la famosa sentencia que legalizó el aborto en Estados Unidos (Roe vs Wade, 1973) que son pilares de un tema tan delicado como este. Primero, las mujeres tienen derechos sobre su cuerpo. Segundo, el concepto de prohibir la interrupción del embarazo en virtud de la salvaguardia del embrión, es “una teoría de vida” yno una concreción científica. Y, tercero, se trata de una decisión íntima y personal, privada. La anulación del derecho a través de la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos se carga los fundamentos mencionados y vuelve a convertir el aborto en un hecho público, en un acto delictivo que el Estado puede perseguir como a garante de la moralidad.

Uno de los manifestantes antiabortistas exhibía una pancarta que decía “I am the post-Roe generation”. Plantea el problema central del asunto. Todo puede variar –también los derechos fundamentales– en función de nuevos (¡viejos!) criterios. No tenemos nada asegurado y cada día es una lucha por la dignidad. Biden no es abortista (aunque haya católicos que le quieran en la hoguera), pero sabe que la democracia se sustenta no en el hecho de ejercer los derechos, sino en el derecho que todos los puedan ejercer. 

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