Pese a la promesa del Papa Francisco de enmendar el legado de abuso a menores que pesa sobre la Iglesia católica, un instructivo del Vaticano estipula que el deber de un obispo “no es necesariamente” denunciar a los sospechosos
La Iglesia católica informa a los obispos que recién asumen el cargo que reportar las acusaciones de abuso de menores dentro del clero «no es necesariamente» parte de sus deberes y que solo las víctimas, o sus familiares, deberían tomar la decisión de hacer la denuncia policial.
El Vaticano publicó recientemente un documento para los miembros del alto clero en el que se describe en detalle cómo deben manejarse las denuncias de abuso. Se hace hincapié en que, aunque deban estar al tanto de las leyes locales, el único deber de los obispos es tratar esas denuncias de puertas adentro.
Según figura en el documento de capacitación, «de acuerdo con las leyes civiles de los países donde es obligatorio hacer la denuncia, no es necesariamente el deber de los obispos denunciar a los sospechosos a las autoridades, a la policía o a un fiscal del Estado en el momento en que tengan conocimiento de delitos o de actos pecaminosos».
Tony Anatrella, el controvertido monseñor y psicoterapeuta francés que ejerce como asesor del Pontificio Consejo para la Familia, fue el encargado de escribir las pautas de capacitación. El Vaticano dio a conocer dichas pautas (parte de un programa de capacitación más amplio para obispos recién nombrados) en una conferencia de prensa a principios de mes y ahora espera la opinión general.
Los primeros detalles de la política de la Iglesia católica salieron a la luz en una columna escrita por el periodista John Allen, veterano en asuntos del Vaticano y editor adjunto del portal de información católica Cruxnow.com.
Allen destaca que la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, una comisión especial creada por el Papa Francisco, parecía no cumplir ningún rol de importancia dentro del programa de capacitación, a pesar de que se suponía que tenía que desarrollar «mejores prácticas» para evitar y resolver los temas de abuso en el clero.
Es más, un funcionario de la iglesia familiarizado con la comisión para resolver los problemas de abuso ha comentado que era prerrogativa del comité que la denuncia de abuso a las autoridades civiles fuera «una obligación moral, más allá de que la ley civil lo requiera o no». El mismo funcionario asegura que el comité tendría un papel en las futuras campañas de capacitación.
Las pautas escritas por Anatrella apenas hacen referencia a las políticas de prevención. El monseñor francés se hizo conocido por defender su postura sobre la «teoría de género», la controvertida idea de que la aceptación cada vez mayor que tiene la homosexualidad en los países occidentales está generando «problemas serios» a los niños, expuestos a «conceptos radicales de orientación sexual». Anatrella no ha respondido a nuestro pedido de hacer declaraciones.
Una polémica visión de la homosexualidad
Las pautas son un reflejo de la postura de Anatrella sobre la homosexualidad. Además, le restan importancia a la gravedad del legado de la Iglesia católica en abuso sistémico de menores. Un problema que, según algunos grupos defensores de los derechos de las víctimas, aún sigue vigente hoy.
Aunque se reconoce que «la Iglesia se ha visto particularmente afectada por los delitos sexuales cometidos en contra de menores», en la guía de capacitación se remarcan estadísticas que demuestran que la gran mayoría de abusos sexuales en contra de niños los cometen familiares, amistades y vecinos, y no otras figuras de autoridad.
Cerca del 30% del prelado católico participó del curso de capacitación desde su comienzo en 2001. Según Allen, las pautas sobre el abuso infantil se presentaron a los nuevos obispos en septiembre de 2015, durante el curso de capacitación anual organizado por la Congregación de Obispos.
El Papa Francisco pidió a la Iglesia «tolerancia cero» ante delitos de abuso sexual de menores o de adultos en estado de vulnerabilidad en el que el clero se encuentre involucrado: «que se haga todo lo posible para limpiar a la Iglesia del flagelo del abuso sexual».
En una entrevista de 2012, cuando aún era cardenal, el Papa Francisco recordó que, una vez, un obispo lo contactó para que le aconsejara de qué manera podía manejar una presunta denuncia de abuso sexual. Supuestamente, el cardenal Bergoglio, como se lo conocía en ese entonces, le contestó que le quitara las licencias ministeriales al cura y que comenzara un juicio canónico para manejar el asunto de manera interna.
En Estados Unidos, el SNAP, un grupo que aboga por las víctimas de abuso y que ha sido muy crítico con el Papa Francisco por este tema, afirma que la información esbozada en el artículo de John Allen en Crux demostraba que, en esencia, la Iglesia no había cambiado.
«Es exasperante y peligroso que tanta gente se crea el mito de que los obispos están cambiando la forma de manejar los delitos de abuso, y que se preste tan poca atención al tema, cuando hay evidencia de que pasa lo contrario, como lo demuestran las revelaciones de Allen», dice el comunicado oficial de SNAP.
La noticia aparece pocos días después de que la comisión creada para tratar los temas de abuso forzara, con un voto de censura, el abandono de una de las dos víctimas de abuso designadas por el Papa para formar parte de ese comité. El británico Peter Saunders, víctima de abuso y voz crítica de la presunta falta de acción por parte de la Iglesia en los casos de abuso, ha declarado que con ese voto la Iglesia le ha dado la espalda.
Según un comunicado de prensa de este fin de semana (en el que no se hace mención a la destitución de Saunders), el comité había estado ocupado ultimando las propuestas antes de ponerlas a consideración del papa Francisco. Entre ellas se incluía si es obligación del Papa recordar a todas las autoridades eclesiásticas la importancia que tiene responder de forma directa a las víctimas que se acerquen, y el establecimiento de un día de oración en nombre de las víctimas de pederastia. Además, el comité está desarrollando un sitio web para compartir las mejores prácticas para los niños de todo el mundo.
El Vaticano se negó a hacer comentarios.
Traducción de Francisco de Zárate