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Saqueos profanos en la casa de Dios

Más de 4.500 obras de arte, entre ellas un «salzillo», siguen desaparecidas

En el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) viven aislados 18 monjes cistercienses, dedicados a orar, meditar y elaborar chocolate. La tranquilidad de la abadía se vio alterada la madrugada del 14 de febrero. Tres rumanos se colaron en el interior para robar parte de la colección Escolar-Puente, en la que había monedas de oro y plata de origen románico, 16 candelabros, un embellecedor y una cruz procesional. A los cuatro días, la Guardia Civil recuperó una tercera parte de los objetos.

En España los hurtos de patrimonio cultural, especialmente en iglesias, crecen: el año pasado se produjeron 50 robos en templos, casi uno por semana, según la Guardia Civil. Desde 2005 se han recuperado 19.000 objetos artísticos en general, sin embargo, faltan por rescatar 4.500 piezas. Entre ellos hay una escultura de Salzillo del siglo XVIII; un tapiz gobelino de lana del siglo XVII o una imagen de Santa Bárbara del siglo XIII. El paradero del Códice Calixtino, robado el pasado verano, sigue siendo un misterio.

Después del susto, los monjes de San Pedro de Cardeña han incrementado las medidas de seguridad. “Hemos colocado alarmas y sensores que detectan el movimiento en la capilla y en otras dependencias”, explica Roberto de la Iglesia, el superior del monasterio. Sin embargo, en muchos lugares siguen escaseando estos dispositivos de seguridad pese al elevado valor artístico y monetario que poseen. Los ladrones lo tienen fácil. Con una piedra rompen las vidrieras para acceder al edificio. En otras ocasiones les basta una cizalla. Revientan el candado y arramblan con tallas de madera, cálices o misales. El robo de San Pedro de Cardeña se suma a otros hurtos que ha sufrido el patrimonio de Castilla y León, como el reciente expolio del mosaico romano de Baños de Valdearados (Burgos) o la sustracción de piezas del yacimiento de Clunia Sulpicia, también en Burgos.

Castilla y León es la comunidad más castigada, seguida de Galicia, que ha puesto en marcha el proyecto Iglesia Segura. Una iniciativa que todavía está en proceso y en la que colabora el párroco Félix Villares, que conoce bien el problema. Villares oficia misa en dos parroquias que han sido asaltadas en varias ocasiones: San Martín de Belesar y en Distriz, en Lugo.

Otro caso sonado es el de la capilla de Los Remedios en la parroquia de Martín de Codesio en Vilalba (Lugo), un lugar que atrae a muchos devotos y que los ladrones conocen bien. Las medidas de seguridad se limitan al sentido común, “como no decir a desconocidos los bienes de las iglesias o controlar cuántas llaves de la iglesia se dan a los vecinos”, explica el párroco.

Otra medida recomendable consiste en elaborar inventarios. “Existen desde el siglo XVII pero evidentemente deben actualizarse nuevas fichas con nuevos objetos”. El ejemplo gallego se puede extrapolar a otros puntos de España donde la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil trata de coordinarse con la Unidad Orgánica del Poder Judicial.

En 2007 aumentó el número de robos de bienes culturales fabricados con metales como hierro y bronce o el de objetos litúrgicos y orfebrería religiosa de oro o plata. En la ermita de San Martí de Castellard en Quart (Girona), un ladrón descolgó una campana de 100 kilos del siglo XVIII. Días antes, el mismo caco entró para llevarse el cableado y una pila bautismal. El robo tuvo lugar en marzo del 2010 y al poco tiempo le descubrieron con todo el material. La semana pasada detuvieron en Vigo a una pareja que robaba joyas en un templo mientras fingía que rezaba. Los dos hombres planearon el robo en el oratorio de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la parroquia de Alcabre, en Vigo. El presunto ladrón Raúl P. S. fue detenido mientras trataba de vender la figura de san Judas en un bar.

Este es el principal problema al que se enfrentan los agentes. Cuando un objeto se ha sustraído los peristas tratan de venderlo en el mercado negro. Las mejores obras de arte suelen trasladarse a países extranjeros donde hay más tradición de compra-venta de antigüedades. Esto complica la localización de las piezas. Ahora hay un nuevo circuito: Internet se ha convertido en fácil terreno para introducir las obras. “Solo en eBay se pueden obtener más de 11.000 antigüedades”, advierte un agente de la sección de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil.

El robo de patrimonio tiene escasas consecuencias penales y pocas veces los detenidos ingresan en prisión. Bien distinto es cuando el hurto es un grave atentado contra la propiedad patrimonial.

Uno de los últimos casos fue el robo de 67 documentos históricos de distintas bibliotecas de toda España. Z. V., húngaro, de 47 años, fue detenido en un hotel de Pamplona en 2009. Tenía en su poder mapas de un Atlas de Ptolomeo y documentos del Archivo Real de Navarra y de la biblioteca pública de Soria. El último caso fue el del monasterio de San Pedro de Carcedo. Los tres integrantes de la banda han ingresado en prisión.

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