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Salman Rushdie: « Las religiones son una especie de mafia »

Después de la publicación de "Joseph Antón*", relación de sus años pasados en la clandestinidad, el autor de los " Versículos satánicos " evoca para "Marianne" la radicalización del Islam, la laicidad a la francesa y la reelección de Barack Obama.

Marianne: ¿Por qué este libro, Joseph Antón*, en el cual usted cuenta los años que usted tuvo que vivir escondido para escapar a la fatwa lanzada contra usted por Khomeyni: ¿para saldar cuentas o escribir una autobiografía?  

Salman Rushdie:Ninguno de los dos. Jamás me han interesado las autobiografías. Y luego llegó esta historia, pensé que era interesante y que contarlo tendría una resonancia más amplia que el cuento de mi simple vida, ya que estaba vinculada a uno de los problemas mayores de nuestra época.

¿Por qué haber escogido escribirle este libro a la tercera persona, que rebautiza Joseph Antón y hablar de usted como de otro?

S.R.:Quería hacer entender al lector que el hombre que era entonces era diferente del que escribía este libro. Primero porque era mucho más joven. Estaba además sometido a una presión inmensa que conllevaba comportamientos que posiblemente no tendría hoy. Quería pues establecer claramente esta distancia entra « yo, el autor » y « yo, el sujeto del libro ». Pero deseaba también que el libro tuviera una parte de autocrítica, que el lector supiera que el autor se conoce bien a sí mismo, que sabe quién es, lo que hizo, y que es consciente de sus debilidades. De donde la elección de escribir a la tercera persona que me permite más distancia, pues más objetividad.

¿Usted dice haber sido sorprendido por este fatwa. No tenía consciencia haber escrito un libro que iba a suscitar reacciones ?

S.R.:Sabía que habría reacciones hostiles. Pero la llegada de Irán en esta historia era totalmente inesperada. ¿Qué tenía que ver Irán en el asunto? No era iraní, mi familia no era muy religiosa y además, no era chiíta pero sunita. Por otra parte no pensaba que los Versículos satánicos pudieran ser cualificados de blasfematorios, mismo si esto me importaba poco: cuando uno no es creyente, el concepto de blasfemia le es totalmente extranjero. ¡Sabía por supuesto que habría unos musulmanes conservadores a quienes no les gustaría el libro, pero, después de todo, nadie les pedía leerlo!

Y persisto en pensar que escribirlo fue una empresa legítima: es una buena novela, una de mis mejores. Creo por otra parte que tal vez ha llegado el momento, para los que lo condenaron sin haberlo leído, de leerlo por fin, para hacerse una idea justa.

Los que leen libros no los queman.

¿Aunque no sea creyente, usted conoce muy bien la religión musulmana por haberla estudiado en su juventud, el Islam practicado hoy es diferente?

S.R.:Sí, ha habido un cambio en el Islam, y esto tiene mucho que ver con esas madrasas donde se enseña una visión conservadora, extremista del Islam, donde se cultiva una actitud paranoica hacia Occidente, y donde se propaga la idea – que ya no es religiosa pero política – que está en el origen de un amplio complot que pretende destruir el Islam.

(Madrasas: escuelas islámicas donde se aprende únicamente a memorizar el Corán en árabe a niños, mismo si estos no conocen este idioma)

Usted escribe en el libro:« Una nueva palabra había sido inventada para permitir a los ciegos quedar ciegos: la islamofobia.. »

S.R.:Lo que quería decir, es que debería ser posible para cada uno de nosotros criticar las ideas de los demás sin ser tachado enseguida de esto o de esto. Entonces, asistimos desde hace algunos años a tentativas repetidas de musulmanes que, para evitar toda discusión, toda crítica del Islam, califican estas críticas de islamofobia”. Es verdad que se desarrollan en Europa movimientos de extrema derecha que atacan las minorías. Esto evidentemente no es aceptable, pero no es lo mismo defender individuos y defender sus ideas prohibiendo de discutirlas. El Islam no es una raza y la ideología no es una categoría étnica.

¿Piensa que Occidente sea demasiado débil frente al Islam?

S.R.:Sí. Creo que hay un deslizamiento hacia una especie de relativismo cultural que implica que deberíamos tratar el Islam de otro modo porque el Islam es violento. Y lo que se esconde detrás de este respeto al Islam no es otra cosa que miedo. Es muy preocupante, porque necesitamos, en estos países dónde tenemos la suerte que existe, defender la libertad. Uno la defiende o la pierde. Es porque estoy preocupado: habría que aguantar mucho y estamos amenazados por la renuncia.

¿Defender nuestras libertades, por cierto, pero cómo? ¿Qué piensa usted, por ejemplo, de las leyes francesas sobre la laicidad y la prohibición del niqab?

S.R.:Soy personalmente un opositor feroz a todas las formas de velo. Vengo de una familia musulmana. Mis padres eran más bien laicos, pero una gran parte de mi familia no lo era. Mi abuelo hizo la peregrinación de La Meca, mi abuela era muy conservadora y muchas de mis tías y primas se describían ellas mismas como musulmanas practicantes. ¡Pero ninguna de estas mujeres jamás hubiera consentido llevar ninguna forma de velo! Todas ellas consideraban que era uno de los instrumentos de opresión de la mujer en el mundo musulmán, que reenvía a las otras prohibiciones: de conducir, de encontrarse con hombres en público, etc. El hidjab, el niqab, el burqa, el chador forman parte del mismo proyecto de esclavizar a la población femenina.

Queda la cuestión de saber si es bueno legislar sobre esta cuestión…

S.R.:La cuestión de la ley es más complicada. Por un lado, debería oponerme a eso, porque, sobre el plan teórico, no debería haber en un país libre, ley que restrinja las libertades. Pero, por el otro, pienso que, para construir una sociedad homogénea, hay que poder ver la cara de la gente. Y es lo que justifica esta ley. Si usted considera, como yo, que el velo es un instrumento de opresión, entonces está fundamentado tomar medidas, aunque la adopción de una ley puede ser juzgada como una medida extrema. Tengo no obstante la impresión de que esta ley ahora está ampliamente aceptada, y una de sus ventajas es de permitir a numerosas mujeres en Francia resistir a la presión de los hombres y de sus familias.

¿Cuál fue su reacción cuando usted supo que un cierto número de responsables de las diferentes religiones afirmaban que podían comprender la reacción de los mullahs tras la publicación de los Versículos satánicos?

S.R.:Mi primera reacción fue de reírme de incredulidad. La idea que el papa en Roma, el cardenal de Nueva York, el gran rabino de Inglaterra, el arzobispo de Canterbury entendían toda la posición de Khomeyni, y que ninguno de ellos dijera que era mal matar a personas porque escribían libros, me parecía extraordinario. Esto me confirmó en mi convicción de que las religiones son una especie de mafia: cuando uno de los miembros de la familia es atacado, todos los demás vuelan a su socorro.

Usted mismo hablaba hace un rato de aguantar, pero estuvo a punto de rendirse frente a la presión, excusándose por su libro…

S.R.:Ese momento de debilidad, este error, me dio a entender que no hay que ceder. Cuando me di cuenta de eso, todo se volvió más claro aún en mi mente. Comprendí que había que quedar firme sobre sus convicciones. Esto me parece muy importante hoy para Occidente: debemos resistir mucho y no retroceder solamente porque se nos ataca.

Una pregunta para acabar: ¿usted vive ahora la mayoría del tiempo en Nueva York, está contento de la reelección de Barack Obama?

S.R.:Sí. Primero porque pienso que la alternativa – la elección de Romney – habría sido catastrófica para América y para el planeta. Romney tenía tales debilidades, particularmente en política exterior, que habría sido terrorífico para el mundo entero el tener este presidente como interlocutor durante cuatro años. Entonces, sí, estuve muy contento al enterarme del resultado de la elección. No estoy de acuerdo con todo lo que hace Obama. Lo encuentro algunas veces demasiado prudente, otras veces no estoy de acuerdo con sus elecciones políticas, como la utilización de los drones o los campos de internamiento. Pero, en conjunto, creo que este país muy complicado y muy poderoso esta en las manos de un hombre muy inteligente.

Declaraciones recogidas por Alexis Liebaert

* Joseph en referencia a Conrad y Anton, a Tchekhov.

Joseph Anton, de Salman Rushdie, Editorial Plon, 730 p., 24 €.

*Articulo publicado en el número 816 de la revista semanal Marianne el 8 de diciembre de 2012

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