Presenta como modelo a un soldado católico republicano que sufrió “el ambiente ateo”
¿No había otro ejemplo para animar a participación en la Jornada Mundial de la Juventud que traerá a Madrid al Papa en agosto de este año? El cardenal Antonio María Rouco Varela ha escogido como modelo a seguir para esos jóvenes a un combatiente de la Guerra Civil llamado Ismael Molinero que tenía fuertes convicciones católicas y deseaba ser sacerdote. Según explica AlfayOmega, la revista del arzobispado de Madrid, Molinero fue "reclutado" por los republicanos en 1937 "con tan sólo 20 años" y "sufrió en el frente el ambiente ateo y contrario a la religión que se estilaba en el lado que le tocó combatir y que ya había experimentado en su propio pueblo". Por si fuera poco, apresado por "el bando nacional", durante su cautiverio "no reveló su condición de católico para no tener ventajas sobre sus compañeros y así ‘sufrir en silencio por Dios y por España’". Allí murió de tuberculosis.
Lo explicó Rouco en la presentación en el CEU de un libro sobre Molinero –que está en proceso de posible beatificación en Roma-, donde le propuso como modelo a seguir para todos los jóvenes que acudan a la JMJ.
Un ejemplo al azar
Así lo recoge la revista del arzobispado de Rouco, AlfayOmega, donde ofrecen su visión de la Guerra Civil aprovechando la explicación de la vida de Molinero, originario de Tomelloso (Ciudad Real), donde vivió hasta los 20 años cuando fue reclutado por los republicanos.
Quema de imágenes, asesinato de clérigos…
Aseguran que “el joven sufrió en el frente el ambiente ateo y contrario a la religión que se estilaba en el lado que le tocó combatir y que ya había experimentado en su propio pueblo: antes de marchar, fue testigo de las atrocidades cometidas durante la guerra civil, como la quema de imágenes de su parroquia, o los asesinatos del obispo que le confirmó y del consiliario de Acción Católica y director espiritual suyo, entre otros”.
El sufrimiento cesó cuando le apresaron los nacionales
“Ante aquel panorama desolador, Ismael sufría en silencio y se aferraba a la medalla de la Virgen Milagrosa (…) y al rosario”, insisten. “Su sufrimiento como soldado terminó tras ser hecho prisionero” por el bando nacional tras la batalla del Alfambra, y fue traslado a un campo de concentración en el que “vivió en silencio total, hasta que lo rompió –ya enfermo de tuberculosis y próximo a su muerte- para confesarse con su capellán (…) a quien reveló la inmensa felicidad que sentía por saber que iba a alcanzar el cielo y su deseo de ser sacerdote si finalmente no moría”.
Vacío en la historia
Sin embargo, Ismael murió cuatro días después. La revista de Rouco, tan prolija en los detalles sobre el frente republicano, no consigna si en aquel campo de concentración el joven contempló algún desmán por parte del ejército sublevado.