Quién. La famosa presentadora de televisión Esther Rantzen, de 83 años, ha reabierto el debate sobre la muerte asistida en el Reino Unido. Qué. Aquejada con un avanzado cáncer de pulmón, planea acudir una clínica de Dignitas en Zúrich si la enfermedad no remite. Por qué. Durante 21 años presentó el programa “Thats life!” en la BBC, es miembro honoraria de la Cámara de los Lores y conocida por su activismo social en defensa de los niños y de los mayores.
“Thats life!” (“¡Así es la vida!”) se titulaba el “show” con el que Esther Rantzen se coló durante 21 años en los hogares de 18 millones de británicos, uno de los programas de mayor éxito de la BBC en los años setenta y ochenta. Allí se habló por primera vez de los trasplantes de órganos, de la fertilización “in vitro” y de muchos otros asuntos que con el tiempo acabaron formando parte de la vida diaria.
Su aventura televisiva culminó en 1994, y a partir de ese momento llevó una doble vida como activista, primero con Childline (en defensa de los niños que sufren abusos) y tiempo después con The Silver Line (para combatir la soledad entre los mayores). Por su gran labor social, recibió en el 2015 el título de Dama y se incorporó a la vetusta Cámara de los Lores.
La voz y la vitalidad de Esther Rantzen han tenido siempre un gancho especial entre sus compatriotas, por eso su confesión a los 83 años está calando muy hondo: “Tengo un cáncer de pulmón en fase cuatro y estoy en tratamiento con una cura “milagrosa”… Si el próximo escáner demuestra que no funciona, puede que acabe dando el salto a Zúrich”.
Por “el salto a Zúrich” se entiende una visita a la clínica suiza de Dignitas, que facilita la muerte asistida a las personas que “padecen enfermedades terminales y que sufren un dolor o una discapacidad insoportable”, siempre y cuando hagan una solicitud “razonada y respaldada” por un diagnóstico médico.
“Yo no quiero que los últimos recuerdos de mi familia sean dolorosos, porque una mala muerte puede borrar de la memoria todos los momentos felices”, ha declarado Esther Rantzen a la radio de la BBC. “Sé que mi decisión pone en una situación difícil a mi familia y a mis amigos, porque si quisieran venir conmigo, eso significará que la policía podría procesarles”.
El suicidio “asistido” está condenado efectivamente en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte con penas de hasta 14 años de cárcel. En Escocia, las leyes son algo más permisivas, y de hecho Esther Rantzen confía en que los vientos de cambio vengan en los próximos meses desde el norte.
El Comité de Salud de la Cámara de los Comunes emitirá en las próximas semanas su “veredicto” tras la investigación abierta en el último año, con testimonios a favor y en contra. “Mucha gente en el Reino Unido pasa por un dolor incontrolable y un sufrimiento insoportable”, declaró la también miembro de la Cámara de los Lores Molly Meacher, al frente de la organización Dignity in Dying. “Esta gente está simplemente existiendo, y no viviendo, y no podemos negarle el derecho a morir con dignidad”.
En el frente opuesto, Alistair Thompson, portavoz de Care Not Killing, advierte que la solución está en “acompañar en la vida y no en la muerte” y en “reforzar los cuidados paliativos” para hacer más llevadero el tránsito. Thompson asegura que en los lugares donde se ha legalizado, como Australia, Nueva Zelanda, Bélgica o varios estado norteamericanos, la muerte asistida ha acabado convirtiéndose en “una peligrosa ideología” que ha puesto en peligro las vidas de los más vulnerables.
El último intento de “legalizar” la práctica en el Reino Unido, en el 2015, acabó en un estrepitoso fracaso en la Cámara de los Comunes (330 votos en contra y 118 a favor). Esther Rantzen atestigua que el país ha cambiado ostensiblemente en los últimos años, y que ha llegado el momento de que “lo políticos se pongan a la altura de la sociedad”.
La hija de la presentadora, Rebecca Wilcox, se ha apuntado al debate en una entrevista en la BBC: “Apoyo totalmente la decisión de mi madre, y creo que tengo el derecho de poder estar a su lado en sus últimos momentos. Es incomprensible que tengamos que vernos en esta situación, y que yo corra el riesgo de acabar en la cárcel simplemente por acompañarla en su decisión”.
Un portavoz de Downing Street ha recalcado estos días que la posición del Gobierno no ha cambiado. El ex ministro de Interior Kit Malthouse, que ha creado en el Parlamento el grupo multipartidista sobre “la elección al final de la vida”, ha declarado sin embargo que “la sensación ha cambiado” entre sus señorías y que la mayoría a favor está finalmente al alcance de la mano.
Esther Rantzen confía en que las tornas cambien finalmente en el 2024, aunque tras el impacto que ha tenido su entrevista ha decidido volcarse con su familia, consciente de lo importante que es poder pasar las Navidades juntos: “No pensaba que llegaría hasta aquí, esa es la verdad. Voy a aprovechar estos momentos preciosos que quizás no vuelvan”.