En la actualidad se está comenzado a discutir en la Comisión de Educación del Congreso una posible reforma de la ley educativa; Europa Laica, junto a otras organizaciones sociales, hemos participado en comparecencias en esa Comisión explicando nuestra postura y también estamos manteniendo contactos con los grupos parlamentarios sobre la marcha de estas discusiones. El día 14 de diciembre estaremos en el Congreso de los diputados a las 12 de la mañana, entregando miles de firmas solicitando la denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 ya que en particular el Acuerdo de Educación hace imposible una educación libre de adoctrinamientos religiosos en la Escuela pública.
Muchos partidos políticos llevan en sus programas que son no confesionales y sin embargo han perpetuado por décadas la enseñanza religiosa de adoctrinamiento en los colegios. Particularmente este es el caso del PSOE que cuando llegan las elecciones siempre saca del baúl de los recuerdos el asunto del laicismo para después de las elecciones volverlo a colocar en ese mismo baúl. No queremos que este asunto del laicismo se utilice como banderín de enchanche electoral para después de las elecciones perpetuar unas relaciones con la Iglesia Católica prácticamente de Iglesia oficial. Por eso queremos un compromiso firme de los partidos en favor del laicismo: no nos vale con declaración de intenciones; además estamos convencidos que la mayoría de los votantes de todos los partidos aspiran a un Estado laico.
En el caso de la enseñanza el asunto es dramático ya que se han ampliado los conciertos con la escuela católica en perjuicio de la escuela pública. Hoy se podría afirmar que, si dejamos a un lado la desigualdad de rentas y de ingresos, el primero factor de segregación social y de desigualdad es la enseñanza. En vez de constituir el sistema educativo un instrumento esencial para la emancipación personal y de igualdad se está convirtiendo en un instrumento donde se aumenta la desigualdad. Sé que son frases muy duras pero todos los informen apuntan en esa dirección. El dinero vertido a la enseñanza concertada, este año 2017, ha alcanzado los 7000 millones de euros en unos momentos en que la escuela pública ha sufrido recortes importantísimos tanto en recursos económicos como en profesorado. En las grandes áreas metropolitanas como Madrid o Barcelona hace tiempo que los alumnos y alumnas en la escuela concertada superan el 50% de la población escolarizada. El asunto es de gran calado ya que perpetua la desigualdad de las redes educativas (pública y concertada) siendo las rentas más altas las que se van a la concertada. Por otro lado, el fracaso de la tan nombrada Formación profesional es evidente : en algunas comunidades autónomas se ha instalado una especie de cheque escolar haciendo de la FP un elemento no solo de segregación social sino también un negocio para todo tipo de aprovechados .
Capítulo aparte merece el adoctrinamiento de los menores en todos los colegios; dieciocho mil catequistas elegidos por los obispados se han incrustado en el sistema educativo con el fin de adoctrinar en el catolicismo a los menores de edad. Pagar a esta legión de catequistas cuesta 700 millones de euros al año, aproximadamente la mitad del tan cacareado cupo vasco. El 50% de todos los menores escolarizados asisten a estas clases de adoctrinamiento vulnerándose la libertad de conciencia de los menores bajo el pretexto de salvaguardar las convicciones de sus padres o tutores. Desde la declaración de los derechos del niño esta tiranía paternal ya dejó de ser vigente. Los niños tienen derecho a un desarrollo personal basado en la libertad y el conocimiento y no en el adoctrinamiento. Pero para la Iglesia católica española no es suficiente el adoctrinamiento social, el que se recibe en la familia o en la iglesia, siempre ha pretendido que su doctrina se imponga en el espacio público, en este caso en la escuela.
Urge que en nuestro país se impulse una reforma educativa que avance en la emancipación de los niños y jóvenes y que se desembarace del lastre del adoctrinamiento religioso y de otro lastre aun de más peso: la segregación del alumnado por rentas en dos redes educativas.
