El reverendo Scott Holmer de la iglesia católica St. Edward confiesa a un creyente que se protege en su coche en Bowie, Maryland.ROB CARR / AFP
En Estados Unidos al menos una quincena de Estados cuenta con excepciones al confinamiento para que los feligreses puedan acudir a los templos
En Luisiana, el quinto Estado con mayor número de muertos por coronavirus en Estados Unidos, arrestaron a fines de marzo al pastor de la Iglesia Life Tabernacle, Tony Spell, por violar la orden ejecutiva del gobernador que prohíbe las reuniones grupales. El domingo pasado, Spell volvió a convocar a los feligreses. Llegaron centenares en buses de acercamiento. “Prefieren venir a la iglesia y adorar como personas libres, que vivir como prisioneros en sus hogares”, sostuvo el pastor. Su abogado alega que la medida “quédate en casa” atenta contra la Primera Enmienda de la Constitución, que defiende la libertad religiosa.
A pesar de que la mayoría de los templos han cerrado sus puertas y ofrecen sus servicios vía streaming, todavía varias se rehúsan. Unos 17 Estados tienen entre sus órdenes ejecutivas de confinamiento excepciones para los servicios religiosos, clasificándolos de “actividades esenciales”.
“Me encantaría tener abierto el país para el domingo de Pascua”, afirmó el presidente Donald Trump el 24 de marzo. Sus planes de volver a normalidad en una de las fiestas cristianas más importantes del año se hicieron humo tras las recomendaciones de los expertos y tuvo que extender las directrices de distanciamiento social hasta el 30 de abril. El mandatario ha lamentado públicamente tener que seguir la ceremonia religiosa a través de una pantalla. “Pero en el futuro habrá muchas Pascuas donde estemos juntos en las iglesias», ha dicho.
No todos los creyentes están dispuestos a acatar las recomendaciones gubernamentales para frenar la propagación del virus, que este viernes por la tarde ya ha causado 18.316 muertes y roza los 500.000 contagios en EE UU, el epicentro de la pandemia, según los datos de la Universidad Johns Hopkins. En estas circunstancias tan excepcionales, se produce un conflicto entre un derecho constitucional y las demandas de salud pública.
David Cortman, abogado de Alianza por la Defensa de la Libertad, una organización cristiana que vela por la libertad religiosa, ha defendido que los Gobiernos locales tomen medidas para evitar la propagación “mientras se respete la Constitución”. Ha celebrado a las iglesias que transmiten sus servicios online o las que ofrecen misa por altavoces en sus estacionamientos para que los feligreses la escuchen presencialmente. Cortman demandó al Estado de Mississippi por prohibir esa práctica: “Sobrerreaccionaron. No tiene sentido que puedas ir a buscar comida en tu coche, pero no a la iglesia”. También ha criticado que el Estado de Washington haya prohibido al comienzo ir a lugares de culto, pero no al centro comercial o al cine. “No estamos recibiendo un trato igualitario”, ha acusado, y ha afirmado que las autoridades deben ser flexibles, siempre y cuando las personas mantengan la distancia social recomendada y se laven las manos.
Florida, uno de los ocho Estados donde hay excepción completa para los servicios religiosos -los otros nueve tienen ciertas limitaciones-, fue duramente criticado por reaccionar tarde al cierre de playas en marzo, cuando los estudiantes estaban en sus vacaciones de primavera. El miércoles pasado el gobernador republicano Ron DeSantis dictó una orden estatal de quedarse en casa, salvo para “interacciones personales esenciales”, entre las cuales figuran los servicios religiosos realizados en iglesias, sinagogas y otros templos de culto. “No creo que el Gobierno tenga la autoridad para cerrar una iglesia. Claramente no voy a hacer eso”, afirmó DeSantis. “En la temporada de Pascua, la gente querrá tener acceso a los servicios religiosos”, agregó.
El posicionamiento de DeSantis ocurrió después de que el pastor Rodney Howard-Browne, de la Iglesia cristiana Tampa Bay, fuese arrestado el 30 de marzo tras celebrar dos ceremonias con cientos de personas. El condado de Hillsborough, donde las restricciones son mayores que las estatales, lo acusó de delitos menores por reunión ilegal y violación de las reglas de emergencia de salud pública. El sheriff del condado, Chad Chronister, calificó de “imprudente” al pastor y dejó constancia de que los feligreses no respetaron la distancia social recomendada de un metro y medio. El religioso quedó en libertad 40 minutos después del arresto tras pagar una fianza de 500 dólares y, a pesar de que advirtió en Twitter de que “las iglesias de Estados Unidos están bajo un ataque extremo”, celebrará la misa de Pascua vía streaming.
California, con 40 millones de habitantes, no exime a los servicios religiosos de sus medidas restrictivas, pero aún así hay templos que continúan celebrando las ceremonias de manera presencial. La policía de Sacramento podría llegar a dispersar una congregación en los casos de un “desprecio flagrante” a la prohibición, aunque su alcalde, Darrell Steinberg, aclaró a The Washington Post que no va a utilizar “el arresto como la forma de abordar» la situación. Texas, por su parte, es uno de los Estados que tiene medidas laxas. El gobernador republicano Greg Abbott emitió una orden ejecutiva el 31 de marzo en la que agregó el culto religioso a la lista de servicios esenciales. La orden aclara que, si no se pueden realizar desde el hogar o de manera remota, deben seguir las recomendaciones de la Casa Blanca “mediante la práctica de una buena higiene, limpieza ambiental y saneamiento, e implementando el distanciamiento social” para evitar la propagación de la pandemia.