Hace más de un año, un bloque de nuestra ciudad presento un proyecto para bautizar a la sala de sesiones del HCD como “Papa Francisco”. Para muchos era un gesto simbólico, una muestra de “orgullo” de tener a un argentino al frente de un pequeño pero poderoso estado como es la Ciudad del Vaticano, otros en cambio hablaban de una simple estrategia.. Pero para mí era mucho más que todo eso.
Ese gesto, es parte de un gran error que como nación en vías del progresismo, hemos cometido durante muchos años. El simple acto de no dividir Estado e Iglesia.
No pretendo dar cátedra sobre laicismo y la difícil tarea de no llevarlo a la práctica en Argentina, pero si quiero expresar mi preocupación por la carencia de este ideal en nuestra comunidad.
Ahora me pregunto.
¿Qué pensaría un niño perteneciente a la comunidad judía de nuestra ciudad al ver un crucifijo en su propia aula y en otras instituciones públicas? Y esto no pasa en Salta solamente, sino en instituciones públicas de la ciudad de Tornquist. ¿Qué pensaría un evangélico si ve que desde el estado (TODOS NOSOTROS) SOSTIENEN económicamente a una sola religión? Estamos hablando de más de 2.500 millones de pesos anuales. (Con el Art. 2 de nuestra Constitución Nacional que habla de sostener y legislación que lo ratifica) ¿Qué pensaría una persona perteneciente a una minoría o género al ver que sus derechos no son legislados ni tomados en cuenta por ir en contra de los ideales de una religión que ni siquiera es considerada oficial? Cuando se supone que el estado es el que te tiene que proteger, sin embargo es influenciado por la misma.
Bueno esas son las preguntas que me vengo haciendo hace mucho tiempo, y lo más triste es que no son hipotéticas. Todas forman parte de una realidad, una realidad que nos toca a todos.
Invito a todos los habitantes del Distrito de Tornquist, a las autoridades actuales y electas a gobernar, a todos aquellos que forman parte o no de una religión que seamos conscientes de que el Estado es una cosa y la religión es otra. Que la libertad de culto radica en la tolerancia e igualdad de cada una de estas religiones pero que ante todo tenemos un solo Estado que nos agrupa y protege para poder convivir y por sobre todo vivir mejor.
Espero que mi opinión no ofenda a nadie porque esa no es mi intención, pero como joven de nuestra ciudad tengo el deseo de ver un estado cada día más justo, en el cual todos nos sentamos representados y respaldados; más allá de las diferencias culturales, religiosas, sexuales, sociales, raciales, económicas etc. que tengamos.