La llegada al poder del ultraconservador Jair Bolsonaro ha permitido a los grupos religiosos evangélicos, que ganan terreno a los católicos, formar parte del Gobierno
En estos días se está llevando a cabo el proceso de impeachment contra el gobernador de Rio de Janeiro Marcelo Crivella, obispo de una iglesia evangélica muy conocida y sobrino de Edir Macedo, fundador de dicha iglesia.
Edir Macedo, obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, también es el dueño del segundo canal de televisión más importante de Brasil, TV Record, que fue el único medio de información que pudo hacer una entrevista al entonces candidato Jair Bolsonaro.
Ese religioso mega empresario, que se le calcula una fortuna de más de 1.000 millones de dólares, ya ha sido investigado por lavado de dinero, tráfico de drogas y evasión de impuestos.
Estos últimos días el presidente concedió el pasaporte diplomático, a los pocos días la Justicia Federal lo anuló por no ser una persona que desarrolle una actividad de interés para el país, pero poco después el presidente dijo que se lo va a mantener “y punto”.
Ley y fe. País laico, pero muy religioso
Brasil, a pesar de estar definido en su constitución como un país laico, es un país muy religioso, y ya lo era antes de la llegada de Bolsonaro. Los católicos son mayoría, pero están perdiendo cada año adeptos para las iglesias evangélicas, sobre todo, jóvenes. El catolicismo no ha sabido reinventarse y adaptarse a nuevos tiempos y los evangélicos han sabido aprovechar el espacio que han dejado tanto la iglesia católica como el Estado.
Pero lo que ha ocurrido con la llegada de este gobierno ultraconservador es que los grupos religiosos, que ya eran un grupo de poder que condicionaban a cualquier gobierno, han pasado a ser parte del gobierno con unos objetivos muy claros a desarrollar.
Tienen una agenda moral que quieren implantar, como el combate al aborto, la ideología de género, al casamiento homosexual y controlar la educación. No hay más propuestas fuera de eso.
En Brasil, la religión es tan importante porque han sabido llenar un espacio que el Estado ha renunciado a ocupar. Las áreas sociales del Estado prácticamente no existen y allí es donde se introduce la religión.
Pobreza. Los evangélicos salvadores
En las comunidades más pobres es donde más se desarrollan estas religiones evangélicas. Para muchas personas en situaciones difíciles y que ven que el Estado las ignora y maltrata, la única ayuda que pueden recibir va a venir de estas iglesias. Ya sea para encontrar trabajo, hacer reparaciones en casa, ayudas económicas o cuidar de un hijo. Y ese apoyo hace que la persona se sienta con algo de protección y seguridad que necesitan.
Bolsonaro es católico y no ha renunciado a ello pese a bautizarse en el río Jordán por una religión evangélica muy conocida que le obliga a hacerlo. No renunciando juega a dos bandas con la religión y se erige en el defensor de sus valores morales y educativos.
Se aprovechó de la religión para llegar al poder. Sabe de la capacidad de introducción de estas iglesias en la sociedad, sobre todo de las clases más humildes. Y también sabe de la fidelidad de esas personas.
Por lo tanto contentando a sus líderes, se asegura una cantidad enorme de votos que jamás hubiese conseguido presentando un programa económico liberal o de seguridad pública como el que ha presentado, donde los que van a sufrir más son precisamente esas personas más humildes.
Poder. Infiltrados en el Gobierno
Con la llegada de Bolsonaro, estas iglesias han asumido un poder sin precedentes en el país porque le ayudaron a llegar e la presidencia y ahora se sienten legitimadas para influenciar en sus decisiones y para marcar las pautas conservadoras que les interesa. Y para ello no tienen ningún pudor en vetar nombramientos de ministros que no comparten su visión de la vida.
La derecha se acerca los evangélicos viendo un potencial y los evangélicos se acercan a la derecha por las normas morales. Varios ministros importantes, además del propio presidente, son devotos de alguna iglesia evangélica.
Estas iglesias han crecido mucho en los últimos años superando a los católicos. Hoy en día hay 120 diputados relacionados con ese grupo de la Biblia, casi el 25% del Congreso, hasta la llegada de Bolsonaro, fueron acumulando poder por su movilización social y porque llegan a lugares desfavorecidos donde el Estado no existe.
Incluso el presidente amagó en cambiar la embajada a Jerusalén para agradar a las religiones neopentecostales, pero al final lo ha “pospuesto” ante las quejas de los países musulmanes que compran mucha carne de vacuno.
Adoctrinamiento. Grupos de presión y escuela
El sesgo religioso del nuevo gobierno da fuerza a los grupos de presión evangélicos, que están particularmente interesados en la educación. Esto va a suponer un retroceso cultural y pedagógico que puede costar años de atraso educativo que le puede salir muy caro al país.
En Brasil hay un gravísimo problema en la educación pública y el nuevo gobierno, obviando ese problema, tiene como meta principal eliminar cualquier vestigio de la pedagogía de Paulo Freire, uno de los pedagogos más importantes del siglo XX y probablemente el pensador brasileño con mayor reconocimiento internacional, para colocar la religión en el centro de la educación, y no solo como asignatura religiosa, sino para que también sirva de base hasta para asignaturas como matemáticas, historia y geografía.
Bajo el lema “Escuela sin partido” se pretende buscar el revisionismo en la historia, sobre todo de la dictadura y del golpe de estado militar de 1964. La escuela sin partido fue una invención del nuevo gobierno, que lo que pretende es, con el pretexto de proteger a los estudiantes de la ideología marxista, colocar su ideología fascista dentro de las aulas, sirviéndose de la religión como vehículo fundamental.
A modo de ejemplo, la ministra de la Mujer, la Família y los Derechos Humanos ha dicho recientemente que “dentro de su concepción cristiana, la mujer en el matrimonio debe ser sumisa al hombre. Eso es una cuestión de fe. En el matrimonio el hombre es el líder”.
Esa es la doctrina cristiana que pretenden implementar en la educación del país y que, por otro lado, no es muy diferente de la que defienden en otros países, como por ejemplo Donald Trump.
Ideología. Teología de la prosperidad
Hay que recordar que estas iglesias evangélicas se basan en la teología de la prosperidad que interpreta que la prosperidad y la riqueza suponen una bendición de Dios y que la pobreza es un castigo. Esta teología ideada los años 50 del siglo XX en los Estados Unidos y que resulta perfectamente aplicable a políticas económicas ultraliberales se planteó como contraposición a la teología de la liberación.
Y la religión es tan importante porque hoy en día la disputa ya no es más por la economía, hoy las disputas se centran en la identidad y la religión es un aspecto muy importante. Estos movimientos populistas que están surgiendo se apoyan en un concepto muy manipulable de la identidad.
Aquí en Brasil, se han multiplicado las manifestaciones, actos y actitudes religiosas de las personas en estos tres meses de mandato del nuevo gobierno. Como se ve, la política y la religión nunca estuvieron tan unidas como con el gobierno de Bolsonaro.
Algo común con otros movimientos de extrema derecha de otros países que buscan colocar la religión en el centro de sus políticas, ya sea defendiendo la idea judeocristiana de civilización, ya sea como garante de los valores morales o también como eje central de la educación.
Pero en el futuro los evangélicos se arrepentirán en dar apoyo a este gobierno porque sus políticas económica y social van a perjudicar mucho a las clases más necesitadas que son las que frecuentan más estas iglesias.