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Pocas alternativas a la Religión

La nueva Ley Orgánica de Educación deja a la luz varias lagunas en el aspecto formativo para aquellos alumnos que no opten a la asignatura religiosa.

La puesta en marcha de la nueva Ley Orgánica de Educación deja en el limbo formativo a jóvenes alumnos que no optan por la asignatura de Religión. El jefe de Estudios del IES Pérez Galdós, Aristóbulo Martín, admite que "es un tema complicado porque los profesores no podemos reforzar conocimientos académicos en esas horas alternativas. Lo impide la ley", ya que, de lo contrario y según la orden ministerial, "les pondrían en una situación de ventaja con respecto a los alumnos religiosos", señala.

Los centros escolares no disponen de un marco objetivo por el qué guiarse y con el que llenar de contenido no curricular esas 'horas muertas'. "La tendencia es buscar la uniformidad de criterios con el claustro y según el nivel del niño", dice Martín.

Los profesores, en general, defienden que es una buena propuesta que la llamada clase 'alternativa' aborde valores universales de convivencia, respeto o solidaridad. Aristóbulo Martín insiste en que "la gran mayoría de los centros se lo toma en serio y busca un programa atractivo". Pero la experiencia dice que a veces no se suele regular adecuadamente su contenido.

"Dependemos de la predisposición de los profesores, que en general existe, no obstante hay casos y casos. Cuando se cierra la puerta del aula, es la buena voluntad del docente la que hace que los alumnos malgasten o aprovechen el tiempo", dice.

Para José Antonio y Priscila es una buena opción. Ellos cursan primero de Bachillerato de Artes Escénica en el IES Pérez Galdós, de la capital grancanaria. Esas dos horas semanales las dedican al estudio del cine español. "Nos gusta porque la materia tiene que ver con nuestros intereses y nos entretiene", dicen convencidos.

Pero no siempre es así. Para Marisa y Amaia la cosa cambia algo. Ellas dedican el tiempo en el que sus compañeros dan la asignatura de Religión a "hacer algún trabajo, o bien en fechas de exámenes, pedimos al profesor que deje esas horas para estudiar", dicen. Pero también -interviene Amaia- "hay días que no hacemos nada de nada, estar en clase, y ya está".

Martín, como otros jefes de estudio, tiene la labor de coordinar muchos aspectos del centro en el que trabaja, y forma parte activa en dotar de contenido a esas 1 o 2 horas semanales que la ley ha dejado medio en Babia.

Afirma que "es importante recalcar que no existe un profesorado específico para esta tarea, pero la mayoría pone toda su buena voluntad para que ese tiempo sea productivo para los chicos". En los cursos de la ESO (entre 12 y 16 años) "el profesor de Atención Educativa Debida puede controlar sus clases, compuestas entre 20 y 25 alumnos, ponerlos a trabajar en alguna materia que fomente o afiance valores cívicos como la paz o la lucha contra la violencia de género".

Generalmente, el docente se implica en la formación integral del alumno, "pero los hay -una minoría- que se relaja y asume este cometido como una forma de completar su horario, las 18 horas lectivas semanales, y punto", señala Martín.

Las situaciones más pintorescas se viven en Primaria, con los más pequeños, donde el número de alumnos de 'alternativa' a la Religión es minoritario en las aulas. El presidente de la Federación de APAS Galdós, Luis Gil, es contundente: "Lo que no se puede es tener a esos niños haciendo sudokus o crucigramas o bobiando". "No se trata de llenar por llenar el tiempo", dicel.

Luis Gil sostiene que "hay padres que desconocen lo que hacen sus hijos en clase y, otros, hasta les da igual".

Pero la mayoría está atenta y algunas quejas han llegado: "Sabemos de casos en los que el profesor de Religión levanta de sus pupitres a los tres o cuatro pequeños de 'alternativa' y los pone al final del aula, sentados y de cara a la pared a pintar… es una barbaridad", reconoce. "Hay que regular, y regular ya. Los centros deben unificar criterios para que ese tiempo sea productivo", afirma Luis Gil.

En los centros privados católicos no hay este problema. Para Juana Teresa, presidenta de APAS de centros concertados, "los padres eligen un centro precisamente por ser católico. No sería coherente que se negaran a que sus hijos recibieran Religión. "Es de sentido común", concluye.

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