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Perdonen las molestias: ¿Exageraciones?

El Observatorio de la Laicidad denunciaba el domingo «Domingo de Resurrección para muchos» que se utilizara el himno nacional en las procesiones de Semana Santa.

En su opinión se vulnera el principio de neutralidad del Estado y se crea confusión entre el Estado y una creencia religiosa particular, en detrimento de otras convicciones. El observatorio también cuestionaba que miembros de la Policía, del Ejército y de la Guardia Civil desfilen en las procesiones que recorren ciudades y pueblos españoles.

Puede parecer una exageración, y que la crítica riza el rizo. De hecho sólo hace falta entrar en cualquier página web en la que se comente el asunto para comprobar cómo la mayoría de los internautas –que dejan por escrito su opinión– considera la denuncia exagerada.

Sin embargo, es mucho peor ver estas cuestiones con total normalidad, como si lo normal fuera que lucieran los crucifijos en las escuelas, como si lo normal fuera que la Guardia Civil desfilara en Semana Santa, como si lo normal fuera que los ministros juraran ante la Biblia, como si lo normal fuera que los niños estudiaran religión en los colegios públicos; como si lo normal fuera que se indulten presos sencillamente porque es Semana Santa; como si lo normal fuera que un sacerdote recorra las habitaciones de un hospital; como si lo normal fuera que el Sábado Santo no haya prensa, ni el día de Navidad tampoco; como si lo normal fuera celebrar un funeral de Estado católico…
Claro que es lo normal, pensarán muchos de ustedes, lo hemos vivido desde hace años. Es lo habitual, lo que ocurre a diario, pero no por eso ha de considerarse perpetuo. Al menos no está de más que haya voces que cuestionen hasta el más mínimo de esos detalles que nos parecen tan normales y que se consideran exagerados cuando alguien los pone en cuestión.

No se trata de derribar de un plumazo prácticas habituales, pero sí de cuestionarnos de una vez si es momento de cambiarlas. Ya va siendo hora.

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