No arzobispos, no. Aquí, en España, donde hay libertad religiosa, nadie se «mofa» ni hace «befa» de la iglesia que ustedes representan. A lo sumo, se les critica.
Que viene a cuento el párrafo, por la declaración última del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, en la que se deja caer nada más y nada menos que con lo siguiente: “vivimos la cristianofobia del laicismo beligerante y la barata facilidad con la que la Iglesia es sometida a befa y mofa”. Y apostillando en su homilía de esta semana el arzobispo de Madrid, Rouco Varela, apoyándose en las palabras del Papa también dice: “Ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo”. Y digo yo, arzobispos, ¿qué epítetos aplicamos, especialmente a la primera declaración, los que no comulgamos con la confesión religiosa de la que son ustedes cabezas visibles? ¿Lo dejamos en simple crítica, o también hablamos de “befa” y “mofa”? “O todos moros o todos cristianos”, como dijo alguien.
Y es que a mí me da la impresión de que aún no son capaces, quienes rigen los destinos de la iglesia católica en nuestro país, de asumir definitivamente que “el panorama”, en lo que toca a lo religioso, también viene sufriendo un cambio, sobre todo en las bases, acorde con los tiempos que corren. Ya lo dije en mi anterior artículo: ¿De qué tiene miedo la Conferencia Episcopal? ¿De que entren aires nuevos por ventanas nuevas? Pero si es lo que toca, arzobispos, y además es lo suyo, y es una demanda que yo por lo menos observo a niveles de cimiento. ¿A qué tanta cerrazón, entonces? La esencia no hay por qué arrojarla a ninguna cuneta. Pero las formas, la expresión, el “modus vivendi” hay que adaptarlo sin lugar a dudas, si es que quieren conservar la credibilidad de que gozan para muchos y para otros muchos que no practican lo que se predica porque no se ven reflejados en el espejo.
Es por ello, que declaraciones como las que ha hecho y viene haciendo de vez en cuando el arzobispo Jesús Sanz no contribuyen de ninguna de las maneras, a mi humilde entender, a mantener una relación de “cierta cordialidad” y entendimiento mutuo con el Gobierno de la nación. Decir que aquí se practica la “cristianofobia” me parece un exceso verbal cuanto menos demasiado fuerte. Y estoy seguro de que al arzobispo Rouco Varela también le habrá “chocado” esta expresión. Sin ánimo de ofender, y al igual que hace el partido ¿popular? las veinticuatro horas de todos los días, cuando reclama y le reclama al partido socialista elecciones anticipadas, este escribidor de provincias reivindica a los arzobispos una renovación profunda dentro del seno de la confesión religiosa que dirigen.