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Mucho más que un crucifijo

Semanas atrás un vecino manifestó su oposición a la permanencia del crucifijo que está en la sala de sesiones del HCD. Hubo pocas respuestas institucionales a esa queja y las mismas fueron carentes de conocimiento y respeto sobre el tema. Recuerdo una que se refirió a la libertad religiosa, algo que no tiene nada que ver con lo planteado, porque lo que se cuestiona es la imposición de una religión sobre las otras, y más aún si hablamos de los agnósticos o ateos. Lo que ocurre es que esta simple imagen de la cruz es solo el símbolo de hechos más serios; de los que, por desinterés o lo que fuera; no se ocupan los poderes públicos nacionales.

Argentina firmó durante la dictadura de Onganía un concordato que determinaba los métodos a seguir para nombrar obispos con grado militar, luego en 1977 por ley 25.140 fijo los sueldos de estos y en 1979 la Ley 21.950 amplió ese beneficio a los demás miembros del obispado además de hacerlos merecedores de una jubilación. El sueldo fijado alcanza al 80% del correspondiente a un juez de primera instancia de la justicia federal y cuando se jubilan al 70%. Más adelante la última reforma de la Constitución Nacional “suavizó”, gracias en gran parte a los convencionales de la UCR, la relación Iglesia-Estado, pero no avanzó en nada en cuanto a fondos que se destinan para sostener el culto Apostólico Romano, que de acuerdo a algunos cálculos, solo en concepto de haberes es muy similar a lo que los argentinos solidariamente aportan a la colecta anual de “Cáritas”, esto sin contar la partida del presupuesto nacional para solventar los millonarios gastos de esta entidad.

Los orígenes de éstas relaciones político-religiosas no son solo cuestiones de nuestro país, algunos pocos más siguen con éste lineamiento. En Italia del año 1919, en España gobernada por Franco, en Alemania de las décadas del 30 y 40 y en Portugal en tiempos del “Estado Novo” se firmaron acuerdos muy similares pero que en la actualidad la mayoría de ellos ya perdió vigencia.

Algo paradójico a tener en cuenta es que los cristianos primitivos eran perseguidos por no adorar a gobernantes, no reverenciar estandartes ni entonar cánticos oficiales y negarse a prestar servicios a las fuerzas armadas de aquel entonces. Estos hechos fueron narrados y descritos por historiadores no cristianos de fines del Siglo I (Flavio Josefo) y de principios del Siglo II (Tácito y Plinio “el joven”).

La fuente doctrinaria del movimiento cristiano es La Biblia que por su parte propone honrar a las autoridades y la separación de las mismas sintetizando en “…al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios…”. Ésto fue desvirtuado en la segunda década del siglo IV cuando el emperador Constantino les permitió por ley desarrollar libremente su religión dándoles más beneficios que a las demás religiones romanas y luego fue Teodocio, en el año 380, quien los declaró religión oficial del estado romano, igual que nosotros en la actualidad. Ese fue el fin del Cristianismo originario y el comienzo de un sistema que en pocos países del mundo todavía sigue vigente.

Fue poca la atención que se le dio a este vecino y lo que se le respondió no estuvo a la altura de las circunstancias. Creo que es normal porque parece que esto no le interesa casi nadie, excepto al Sr. Ratti, a mí y posiblemente a los que se tomen el trabajo de leer este escrito.

Dejo esta pregunta ¿es justo que los mismos católicos u otras ramas del cristianismo y otras religiones o quienes no profesan ninguna, nos hagamos cargo de mantener sin haber sido consultados a un culto en particular?

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