Miquel Quetglas i Bauzà fue uno de los más destacados republicanos mallorquines del siglo XIX. Nació en Palma de Mallorca en 1826. Era propietario de un almacén de harinas. Durante el reinado de Isabel II fue el líder de los demócratas en las Islas Baleares. En 1852 creó el Centro Instructivo Republicano en Palma, comenzando a difundir las ideas republicanos en las Baleares. Con el Partido Demócrata consiguió ser elegido concejal del Ayuntamiento de Palma. En esta responsabilidad intentó redimir en metálico a los quintos que debían hacer el servicio militar. En 1855, ya en el Bienio Progresista, colaboró con el diario “El Iris del Pueblo”, publicación fundamental en la historia del republicanismo balear. Al terminar el Bienio tuvo que pasar a la clandestinidad, aunque mantuvo una especie de sociedad democrática. En 1866 fue redactor de “El Porvenir”. Volvió a primera línea política, junto con Joaquim Fiol i Pujol, en la Revolución Gloriosa de 1868, ya que formaría parte de la Junta Revolucionaria. Pasó a dirigir “El Iris del Pueblo” y presidió el Comité Balear del Partido Republicano. También fue jefe de la Milicia Ciudadana de Palma de Mallorca. En las Cortes de 1869 se presentó como candidato del Partido Republicano Democrático Federal pero no obtuvo los votos suficientes para ser elegido diputado. Pero sí consiguió ser diputado provincial en 1871. También formó parte de la Junta de Primera Enseñanza de Palma. La educación siempre fue una de sus prioridades.
Quetglas se distinguió no sólo por su defensa de las ideas republicanas y por el federalismo sino también por su compromiso con el laicismo. En este sentido, en 1869 escribió La cuestión religiosa. En la obra atacó el oscurantismo y la superstición. Para el autor la cultura democrática era el único pacto social posible. Además defendía la separación de la Iglesia del Estado.
El entierro de nuestro protagonista fue el primero de carácter laico en Palma de Mallorca en el mes de febrero de 1872. Acudieron miles de personas para honrar a un político, orador y político muy apreciado por la Mallorca progresista y despreciado y atacado por los sectores más conservadores e integristas.
En febrero de 1873, proclamada la República, el Ayuntamiento de Palma organizó una manifestación en su memoria. Los republicanos federales acordaron levantar un monumento en su honor en el cementerio, pero la Iglesia se negó en rotundo, ya en tiempos de la Dictadura de Serrano.
Eduardo Montagut. Historiador