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Millones de personas se descargan ‘El espejismo de Dios’ en Arabia Saudí, donde la apostasía es delito

‘El espejismo de Dios’ de Richard Dawkins supera los tres millones de descargas en el reino, según una revista de libreprensamiento

El libro El espejismo de Dios, de Richard Dawkins, considerado la biblia del ateísmo, se ha descargado tres millones de veces en Arabia Saudí, según revela en la última edición de Free Inquiry, la revista bimensual de la organización de librepensamiento Center for Inquiry. Tres millones de copias digitales es un número respetable para cualquier producto. Sorprende aún más que un libro que niega la existencia de Dios tenga tanto éxito en el país conocido como la cuna del islam, donde este es la religión oficial y el Corán su Constitución. Sin embargo, el Reino del Desierto no escapa al avance del laicismo entre las poblaciones de Oriente Próximo, hartas del uso político de la religión y de los límites que impone a sus vidas.

El CFI puso en marcha en febrero de 2019 su Translations Project («proyecto de traducciones»), que permitía la descarga gratuita de textos de Dawkins en árabe, urdu, farsi y bahasa indonesio. Se trataba de un proyecto conjunto del CFI y de la Fundación para la Razón y la Ciencia del propio Dawkins. Al anunciar el proyecto, las entidades recordaban que los libros de Dawkins ya llevan años distribuyéndose en estas lenguas en ediciones electrónicas traducidas por “amateurs y entusiastas”. El proyecto incluye otros títulos del biólogo británico como El gen egoísta y El relojero ciego, tanto sobre ateísmo como de divulgación científica.

Un escepticismo más visible

Los árabes están perdiendo la fe en los partidos islamistas, los líderes religiosos e incluso la propia fe, según el último sondeo del Arab Barometer, una red académica que investiga la opinión pública en Oriente Próximo y el norte de África. El porcentaje de árabes que se describen como “no religiosos” ha subido al 13% desde el 8% de 2013, aunque esos estudios no incluían Arabia Saudí. En este país, una encuesta de WIN-Gallup International reveló que un 19% de los encuestados se consideraban “no religiosos” y un 5% “ateos convencidos” (frente a una media internacional del 38% y el 13%, respectivamente).

Hay evidencias circunstanciales que ponen rostro a las estadísticas. Cuando la joven saudí Rahaf Mohammed huyó de su familia en enero del año pasado adujo que “ya no quería cubrirse con el hiyab, ni rezar, ni ser musulmana, pero que no tenía elección”. A pesar de que con 18 años ya era mayor de edad, ni su familia ni las leyes de su país le permitían abandonar el islam que es la religión obligatoria de todos los saudíes. Es una justificación que han dado otros escapados del rigorismo saudí, en especial mujeres y homosexuales.

“La voz de las víctimas saudíes de la Sharia (ley islámica) se está haciendo más fuerte. (…) No sólo está aumentando el número de mujeres saudíes que dejan el islam, sino que el debate está cambiando de forma radical. Los exmusulmanes se sienten más seguros de defender la verdad y la justicia”, declara a Verne Taleb Al Abdulmohsen, un psiquiatra saudí refugiado en Alemania para escapar a la pena de muerte tras haber renunciado al islam.

No está claro hasta qué punto ha aumentado el escepticismo religioso o simplemente es más visible por el escaparate que permiten las redes sociales. En conversaciones privadas, algunos interlocutores admiten su alejamiento del islam, unos por mera evolución personal y otros por su utilización como instrumento de control por parte de las autoridades. Pero todavía resulta peligroso declararse ateo en público.

Tal como constataba Brian Whitaker en su libro Árabes sin Dios: Ateismo y libertad de credo en Oriente Próximo (aún sin traducir al español), “los no creyentes árabes se enfrentan a dos luchas separadas aunque relacionadas. Una es su disputa con la religión en sí; la otra con sociedades y gobiernos que se niegan a aceptar su falta de fe”. A pesar de las reformas sociales introducidas por el príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, Arabia Saudí sigue siendo uno de los doce países de mayoría musulmana donde la apostasía se castiga con la pena de muerte.

Aun así, Al Abdulmohsen ha notado cambios en los últimos cuatro años. “En 2016, mi anuncio de que dejaba el islam fue un terremoto en mi entorno. Hoy, muchas personas que conozco me dicen que es normal detectar ateos a su alrededor dentro de Arabia Saudí”, explica en un intercambio de mensajes. En su opinión el país ha dado un salto de “oprimir la llamada ‘reforma del islam’ a formas de ‘reforma del islam’ que bordean el ateísmo”. Menciona al respecto, la proliferación de usuarios saudíes de Twitter que mencionan el “humanismo” como su religión.

De momento, no se han abolido las provisiones de la ley antiterrorista de 2014 que equiparan ateísmo y terrorismo. Entre los decretos que la desarrollaron se incluye la prohibición de “hacer apología del pensamiento ateo en cualquier forma, o poner en duda los fundamentos de la religión islámica que es la base de este país”.

“Arabia Saudí no es un país de derecho. Es un país de costumbres. Aquel decreto no tiene afecto a menos que el Gobierno quiera usarlo. En la práctica, el Gobierno ha dejado de tomar un papel activo en la persecución de ateos. (…) El riesgo aún existe, pero ahora procede de los islamistas y del [poder] judicial que se resisten al cambio, hasta que el Gobierno reconozca de forma explícita la libertad de credo”, interpreta Al Abdulmohsen.

Esa actitud más tolerante tampoco se ha traducido en la liberación de Raef Badawi, condenado a diez años de cárcel y mil latigazos tras ser acusado de ateo por pedir que se pudieran debatir otras versiones del islam además del wahabismo oficial.

Richard Dawkins y el nuevo ateísmo

J. R. H.

El espejismo de Dios, publicado por el biólogo británico Richard Dawkins en 2006, es uno de los textos más representativos del llamado “nuevo ateísmo”, en el que se incluyen nombres como el del neurocientífico Sam Harris, el periodista Christopher Hitchens (fallecido en 2011) y el filósofo Daniel Dennett. Su punto de partida es que la existencia de Dios es un concepto tan desacreditado que la única posición racional es el ateísmo. No solo han defendido esta postura en libros y artículos, sino también en numerosos debates públicos celebrados en universidades y platós de televisión.

Según escribe Dawkins en su libro, no hay razones suficientes para justificar la creencia en un ser supremo. La existencia del universo y de ser humano se pueden explicar atendiendo a las leyes naturales, incluso teniendo en cuenta que aún no tenemos una explicación científica para todo lo que nos rodea. También la ética y la empatía, que en realidad también son resultado de la selección natural. Sus sesgos y limitaciones, que existen, se pueden moderar con ayuda de la razón y del debate público.

El autor es además crítico con la influencia de la moral religiosa (no solo la cristiana) en asuntos políticos y sociales, tanto a lo largo de la historia como en la actualidad. Por ejemplo, habla del trato a las personas homosexuales y de los límites a la libertad de expresión que en ocasiones se imponen con la excusa del respeto a las creencias religiosas.

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