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[México] La laicidad, más que necesaria · por Bernardo Barraco

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Sin laicidad no hay democracia, solía repetir María de los Ángeles Moreno. Para la reconocida política evangélica, estaba en juego no solo la libertad religiosa sino el régimen social de convivencia. La laicidad es un concepto dinámico que describe un complejo proceso en constante cambio donde se entretejen las libertades y los derechos.

La laicidad mexicana está amenazada. Los disparos del rifle de Eduardo Verástegui contra los “terroristas de la agenda 2030. Del cambio climático y de la ideología de género”, son una señal de intolerancia política de la extrema derecha católica. Hay más asechanzas a la laicidad, sectores evangélicos fundamentalistas representados por Hugo Eric Flores han querido desde hace una década posicionarse, sin éxito, en la agenda pública. Desde luego, destacan políticos pragmáticos que llegan acuerdos con las cúpulas de la Iglesias y establecen pactos debajo de la mesa.

En México, estado laico expresa la esencia de la democracia moderna. Gran parte de la clase política tiene una concepción muy pobre y empequeñecida de lo que representa la laicidad del Estado. Se sigue en los viejos paradigmas, enfrascados en las tradicionales disputas del siglo XIX e inicios del XX, en torno a la incidencia eclesiástica en las políticas públicas y las tensiones entre la moral religiosa y la ética secular.

No basta conformarnos con un laicismo heredado por liberales del siglo XIX que enfatizaban subordinar a la Iglesia y reducir la religión a la esfera de lo privado. Pero hay que reconocer que el Estado moderno mexicano, fundado por Juárez, se sustenta en el conflicto y separación del Estado frente a la Iglesia. Las Iglesias representan actores que el Estado debe respetar. Sin embargo, es necesario reivindicar que la soberanía popular es fuente sustancial de su legitimidad; dicho de otra manera, es el voto ciudadano y no la potestad eclesiástica, la fuente su señorío.

La laicidad, más allá de ser una herramienta jurídica, es un instrumento político de convivencia armónica y civilizada entre diferentes y diversos grupos sociales para coexistir en paz en un espacio geográfico común.

El Estado laico actual es aquel que garantiza la libertad de creencias en el sentido amplio, así como la libertad de no creer que tengan los individuos. Un Estado laico debe garantizar la equidad, es decir, la no discriminación y garantizar los derechos, principalmente de las minorías, esto es, la libertad de conciencia. Verástegui es una señal provocadora.

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