Un factor no tomado en cuenta por los más sesudos estrategas de Morena, si es que los hay y que les podría costar la Presidencia de México nace justo desde el crimen organizado, esos seres humanos a los que debe de respetarse sus derechos y a los que desde la campaña les prometieron abrazos y no balazos.
Cosas de la vida, la política de brazos caídos y permisividad, ahora pasará factura al gobierno federal, pues el reciente asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua y la paliza a un tercero en Michoacán, así como la intercepción al obispo de Zacatecas en un retén de delincuentes han encendido la alerta en el clero. Además sacerdotes han sido apercibidos a no retar al crimen organizado a fin de evitar agresiones y si es necesario, bajarse del coche con las manos levantadas cuando se llega a un retén.
Todos estos hechos dieron origen a una respuesta políticamente correcta pero dura de parte de la iglesia católica en México, un poderoso influyente en conciencias que puede empezar a difundir un mensaje anti cuarta transformación desde el púlpito. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) que en un mensaje declaró que “La indignación de nuestro pueblo nos está abriendo una puerta para la paz” hizo un llamado celebrar misas en todo el país por los sacerdotes asesinados y el resto de víctimas.
Hoy la demanda de los jerarcas católicos es un cambio inmediato a lo que consideran ya una política de seguridad fallida y se suma el llamado a manifestarse en la “Jornada de oración para la paz”. El mensaje es duro: “Nunca será lícito ni legal que la autoridad civil claudique de su responsabilidad en materia de seguridad y paz social. Para eso tienen el poder y uso legítimo de la fuerza; ‘abrazos, no balazos’ es demagogia y hasta cierto punto complicidad”, dijo el obispo de Cuernavaca, Morelos, un estado gobernado por un aliado de Morena.
Nunca la iglesia había alzado de esta manera la voz contra una política de gobierno y menos en materia de seguridad. Ojo ahí, el llamado a los fieles sin duda calará hondo y sobre eso el gobierno poco o nada podrá hacer.
