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Justo este 18 de julio, se cumplen 150 años de la muerte de Benito Juárez García, uno de los personajes más representativos de nuestra historia, impulsor de una auténtica transformación a favor de nuestra nación a través de la restauración de la República el 15 de julio de 1867, generando un cambio social y político que construyó y consolidó muchos de los cimientos que hoy sostiene nuestro sistema político y democrático, pero, sobre todo, la visión de nación que hoy queremos retomar.
Es mucho lo que podemos decir de Juárez, pero partiendo de sus legados más importantes los encontramos en al menos cuatro rubros específicos, pero muy amplios a su vez: la legalidad y la certeza como rectoría del Estado Mexicano; la importancia de la institucionalidad; los derechos, y la fraternidad.
En el primer caso, Juárez consolidó el Estado Mexicano, estructurado con base a un enfoque federal, liberal, republicano y laico; basados dichos ideales en leyes que permitieron un orden y le dieron a nuestra nación un porvenir y rumbo de nación. Con ello, se consolidó nuestro régimen político, federal y republicano y se sentaron los cimientos de un país con derechos, libertades y obligaciones.
Juárez, impulsor de una lucha por preservar una nación unida y consolidada, logra dictar medidas para normalizar y volver al cauce el orden constitucional y con ello poder consolidar el Estado Nación, en donde todos los actores políticos, económicos y sociales debían cumplir con normas, obligaciones, así como derechos que le dieron a los actos de gobierno legitimidad y a las demandas sociales un entorno legal e institucional, generando certeza en la nación como principio básico de un sistema democrático.
Un ejemplo de este nuevo entorno legal de derechos lo encontramos justamente en el de la libertad de expresión de donde llegara a referir que “mis compatriotas no serán molestados por sus opiniones manifestadas de palabra o por escrito, yo las respetaré y haré que se respeten”. Legado de Juárez, derecho fundamental consagrado en nuestra Constitución que, sin duda alguna, debemos recuperar y fortalecer.
Para lograr la consolidación de una rectoría de Estado, Juárez supo que la conformación y consolidación de las instituciones del Estado Mexicano fueron fundamentales para que, a través de ellas, se determinara el sentido y orientación de la política gubernamental, el encauce de las necesidades de la población y la determinación de políticas públicas que, de forma gradual fueron beneficiando a la ciudadanía.
Estas políticas constitucionales y legales consolidaron la soberanía de nuestra nación y, más que la fuerza que engendró esa época épica de nuestra historia, la razón y el derecho hicieron prevalecer el entendimiento y la conformación de acuerdos.
Finalmente, otro referente de su legado fue su instrucción masónica conocida públicamente. En la llamada Logia Masónica encontró el cauce de disponer de las herramientas que le permitieron a Juárez comprender la fraternidad universal que todos los seres humanos deben poseer para procurarse el bien, lo que le permitió a Juárez ser, al final un hombre sencillo, libre y de buenas costumbres que le permitió ser parte de la construcción de esta gran nación.
Mucha de la visión de Juárez debe ser retomada para que nuestra nación tenga un mejor rumbo y se consolide bajo los cauces constitucionales legales y con el respeto irrestricto a las instituciones y a las garantías y derechos individuales de todas las personas. No olvidemos su legado, al contrario, es tiempo de recobrarlo, el país nos lo agradecerá.