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Mensaje subliminal de la doctrina cristiana

Los primeros cristianos en el imperio romano

Los emperadores romanos veían en los primeros cristianos una amenaza a su poder político ya que se negaron a dar culto al emperador y aceptaban la nueva doctrina, llegando hasta el martirio de aquellos que se convertían con la creencia de un fin del mundo cercano y el regreso inminente del Mesías, tal y como Jesús y sus apóstoles profetizaron (Hasta Jesús mismo anuncia su pronta venida: «En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí presentes, que no morirán hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su Reino» (Mt. 16, 28). Pasaron los años y los cristianos de la Iglesia primitiva pronto se dieron cuenta de que la historia podía durar mucho más, y hasta algunos se burlaron de la propia venida de Cristo diciendo: «¿Qué pasó con la promesa de que Cristo iba a venir, pues desde que murieron nuestros antepasados todo sigue igual que desde que el mundo fue hecho?» (2 Ped. 3, 4). Y el apóstol Pedro les contestó: « Hermanos, no olvidéis que para el Señor un solo día es como mil años y mil años son como un solo día» (2 Ped. 3, 8). ¿Qué otra genial respuesta daría hoy el mismo apóstol habiendo pasado más de dos mil años sin cumplirse la profecía?.

La situación de persecución contra la Iglesia cambió radicalmente cuando el Emperador Constantino en Occidente y Licinio en Oriente publicaron el famoso decreto llamado “El edicto de Milán", en el año 313, donde los cristianos dejaron de ser perseguidos y pudieron manifestar públicamente sus creencias.

Más tarde hubo otro decreto del Emperador Teodosio, en el año 380, que se llamó Edicto de Tesalónica en el que ordenó a todos los habitantes del Imperio Romano a convertirse al cristianismo y la Iglesia Católica tomó las estructuras administrativas del imperio romano.

¿Qué vieron los emperadores romanos, empezando por Constantino, en la doctrina cristiana para considerarla tan interesante para sus intereses imperiales e introducirla en el aparato del estado como religión única?

La respuesta está en la propia doctrina y en su finalidad de adoctrinamiento de las masas, tal y como se puede ver en las principales enseñanzas del propio Jesús de Nazaret.


MENSAJE SUBLIMINAL DE LA DOCTRINA CRISTIANA

(Subliminal = Dirigido al inconsciente)

El doctrina cristiana es posiblemente la mejor filosofía de vida que existe para que la sociedad establecida se mantenga en su estatus de poder de forma segura, y esto lo vio claro el emperador Constantino. Junto al mensaje evangélico de primera lectura hay otro subliminal entre líneas y que le acompaña.

Cuando el supremo mandamiento dice: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, no hace exclusiones de personas por lo que el prójimo son todos los seres, incluidos los que te explotan, a quienes tienes que amar para no caer en la tentación de revelarte contra ellos.

Cuando dice que al recibir una bofetada en la mejilla derecha hay que poner la otra, indica una patológica sumisión (rayando en el masoquismo) por el que recibe la agresión, lo que viene muy bien a los guardianes de la sociedad establecida para defender las parcelas de privilegio de sus amos a base de golpes, en la confianza de que la doctrina cristiana evitará la rebelión y la venganza por parte de los golpeados.

Cuando dice bienaventurados los mansos de corazón, hace apología a la sumisión, al sometimiento y a la obediencia hacia los que mandan. Y el premio de que recibirán la tierra por heredad está claro que se refiere a una tierra espiritual porque la tierra material ya está pillada por los que explotan a los mansos de corazón.

Cuando dice bienaventurados los pobres de espíritu (¿Quienes son los pobres de espíritu?, ¿Los escasamente ilustrados? ¿Los que no tienen arrojo para revelarse?). Tal vez todos ellos y otros más, pero el mensaje subliminal es que los que son pobres de espíritu no lo van a pasar muy bien en la tierra ( tal vez por falta de medios o de libertades) por lo que el premio lo recibirán en la otra vida, después de muertos, mientras que los que ahora viven contentos y felices a costa de los pobres de espíritu, la única compensación que les queda a los que no viven tan felices es que mañana, cuando se mueran los ricos y poderosos, puede que no tengan acceso a esa maravilloso reino en los cielos por aquello que insinúa de forma abstracta aquella parábola del rico, el camello y el ojo de la aguja.

Cuando dice bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados, no aclara cuándo ni cómo se producirá esa consolación pero se sobreentiende que para recibir el consuelo hay que esperar a morirse y gozarlo en un mundo espiritual, donde casualmente nunca ha regresado nadie para explicar cómo es aquello.

Cuando dice bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, o los que son perseguidos por causa de la justicia, volvemos de nuevo a lo mismo, no da consignas para conseguir la justicia deseada sino que promete que los privados de esa justicia serán saciados, pero ¿dónde?, ¿cuándo?. Otra vez se ve venir que para ese disfrute hay que esperar a morirse y mientras tanto aguantar. ¡Qué bien para los que viven tan maravillosamente bien establecidos generando injusticias para poder explotar impunemente a los mansos de corazón!.

Cuando dice bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios, sigue diciendo más de lo mismo, siendo una invitación a hacer la paz a cualquier precio, aunque sea una paz indecente pues si te revelas serás borrado de la cartilla familiar celestial.

Cuando dice bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia, no aclara tampoco cuándo recibirán la misericordia pero se ve venir que esta es otra promesa post-morten.

Cuando dice bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios, pues qué bien teniendo en cuenta que para ser limpio de corazón requiere ser manso, resignado y demás virtudes de sumisión ya descritas antes.

Cuando dice bienaventurados sois cuando os vituperan y os persiguen, y dicen toda clase de mal contra vosotros por mi causa, mintiendo, está claro que eso fue dicho antes de que se creara la Inquisición pues a partir de entonces los vituperados y perseguidos fueron los que no estaban en esa causa.

Y el remate de las bienaventuranzas es realmente genial cuando dice “Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. Una doctrina para vivir resignados aquí con la ilusión de ser compensados en el más allá. Una promesa para incautos porque los muertos no tienen acceso al libro de reclamaciones si la promesa fuera falsa.
 

Doctrinas inoculadas en la niñez, con la impunidad que ofrece una mente sin capacidad crítica para rechazarlas.

La vida es un itinerario de aprendizaje continuo.

Lo difícil no es aprender cosas nuevas sino desaprender lo erróneo.

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