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María Cambrils contra la interpretación del voto cautivo femenino en manos de la Iglesia

María Cambrils, sin lugar a dudas, la feminista socialista más destacada entre los años veinte y treinta en España, publicó un breve trabajo en el Almanaque de El Socialista para 1932 en el que defendía el reconocimiento del voto femenino en la Constitución, y atacaba a sus detractores, además de criticar la visión tradicional de una mujer sujeta al imperio de la Iglesia. El trabajo se titulaba, “¿Misóginos o energúmenos?”

Cambrils cargaba, efectivamente, contra los misóginos y los energúmenos que siempre se habían opuesto a que la mujer reivindicase para sí todos o parte de los derechos naturales que “un masculinismo asaz sojuzgador de la mitad femenina del a especie humana” había venido detentando a través de las leyes, y al amparo de una educación cultural en extremo “exclusivista en favor del hombre”.

Pero lo importante del artículo reside, a nuestro entender, en el hecho de que consideraba una argucia “de mal género” argumentar que la mujer española no debía disfrutar de sus derechos a elegir y ser elegida porque el voto en sus “manos torpes” podía ser un arma que la reacción y del “confesionalismo católico” emplearían para combatir a la República. Para Cambrils eso era de una “mendacidad risible”, y demostraba la poca fe que tenían los impugnadores de la izquierda en la obra educativa de los elementos liberales. Y es que los que más se habían opuesto al voto femenino habían sido los radicales, o “tragacuras”.

María Cambrils consideraba que la mujer española no estaba tan sometida al cura como se ha pretendido creer, y aseguraba que haría un buen uso del derecho que para el sexo femenino había reivindicado el socialismo, siendo fiel a su principio sobre la igualdad.

Quien se preciase de liberal, quien de verdad lo fuera, no podía censurar lo que se había hecho. Por fin, combatía a los agoreros, a los mojigatos, a los misóginos, energúmenos y “falsos liberales”.

El texto de Cambrils tiene su importancia histórica porque plantea dónde estaban, realmente, los enemigos del reconocimiento del derecho al sufragio femenino, algo que, al parecer, hay que continuar trabajando, habida cuenta de las tergiversaciones que se siguen padeciendo sobre el particular con fines que nada tienen que ver con el conocimiento histórico.

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