El choque entre los valores laicos de Francia y ciertas practicas o costumbres de la religión islámica han sido en el pasado el eje de arduas luchas. Tras años devastadores en términos de la cantidad y gravedad de ataques yihadistas, la evidencia del fracaso de la integración, y un creciente discurso de odio por parte de la ultraderecha anti-islam, el Presidente francés -quien se mantuvo silencioso sobre el tema durante los primeros meses de su mandato- está elaborando un proyecto para regular e institucionalizar esta religión.
El Presidente francés, Emmanuel Macron, quiere regular e institucionalizar el islam. Un tema harto sensible que podría encontrar una fuerte oposición. El choque entre los valores laicos de Francia y ciertas practicas o costumbres de la religión islámica han sido en el pasado el eje de arduas luchas. Según fue publicado en el diario Le Monde, el colaborador presidencial, Hakim El Karoui -quien es el autor de un informe importante sobre los musulmanes realizado en 2016 para el Institut Montaigne- viene trabajando en un proyecto hace meses.
Los resultados del estudio realizado en 2016 para el Institut Montaigne revelaron que el 28% de los musulmanes del país habían «adoptado un sistema de valores en clara oposición a los valores republicanos». Como ser defender el uso del niqab o de la burca y la poligamia. La cifra llegaba al 50% entre los menores de 25 años. El Karoui llamó entonces a una «contrarrevolución cultural» en contra del extremismo, en particular el salafismo, cuya influencia crece a ritmos alarmantes en mezquitas, sindicatos, clubes deportivos, universidades y ámbitos laborales, apunta Gavin Mortimer, de The Spectator. Esto ha sido facilitado en gran parte por el dinero e imanes extranjeros -una practica que Macron quiere detener-.
20 páginas de la nueva iniciativa, que fueron adelantadas por Le Monde, revelan la estructura básica del plan estudiado por Macron. La idea es crear una Asociación Musulmana para el Islam de Francia (AMIF), que sería manejada por musulmanes franceses. La institución se encargaría de entrenar y pagar a los imanes -sustentándose en un impuesto a los alimentos halal y otro sobre el peregrinaje a la Meca, así como con donaciones-, remodelar las mezquitas y manejar la comunicación. Además, está la idea de nombrar un gran imán de Francia, a imagen y semejanza del gran rabino judío.
Uno de los objetivos sería combatir las corrientes fundamentalistas del islam así como el extremismo, en un país que ha sufrido varios atentados yihadistas. La AMIF, explica AnsaLatina, también propocionaría un pago a las instituciones responsables de la formación de los ministros de culto. En resumen, apunta la agencia, sería una asociación con el Estado a cambio de la firma de una «carta política clara y republicana», con la aceptación de la libertad de culto y el respeto de los laicos, de los principios cardinales de la Republique como la igualdad entre hombres y mujeres y el lugar de los musulmanes en la sociedad francesa.
Mortimer destaca que el islam ha sido un tema en el que el Presidente francés había mantenido silencio previo a ser electo y en los meses posteriores a haber ausmido. Cuando su rival electoral, Marine Le Pen, lo desafiaba sobre el tema, Macron parecía incómodo. En lugar de ofrecer una estrategia para combatir el ascenso del extremismo islámico, desviaba la atención alertando que el voto a Le Pen podría llevar a una guerra civil. Pero a comienzos de este año, Macron dijo que era «indispensable» la «estructuración del islam en Francia».
La idea puede caer como balde de agua fría a muchos musulmanes franceses, incómodos con la idea de que alguien quiera reformar su religión, explica The Spectator -especialmente alguien que no pertenece a ella-. «Macron puede hacer lo suyo por su lado y nosotros haremos lo nuestro», dijo Marwan Muhammad, exdirector del Colectivo contra la Islamofobia en Francia, según The Spectator. «Puede nominar a un gran imán, y hasta puede rezar detrás de él si quiere, pero eso no quiere decir que recibirá el apoyo del pueblo.»
El hecho es que, por equivocada o acertada que la propuesta resulte, Macron no puede ignorar el tema durante mucho tiempo más. A la amenaza que presenta el yihadismo y la posibilidad de nuevos ataques -desde el atentado contra Charlie Hebdo en enero de 2015, el país fue objetivo de al menos 11 atentados más, incluido el más mortífero reivindicado hasta la fecha por el Estado Islámico en suelo europeo: los perpetrados en París el 13/11/2015, cuando murieron 130 personas-, se le suma el riesgo que supone la violencia de extrema derecha antimusulmana. Aunque pensar una solución es harto complejo y además existe el riesgo de que el intento de imponer iniciativas como esta, podrían terminar desatando aún más de lo que buscan combatir: la violencia.
En junio, el ministro de Interior de Francia, Gérard Collomb, emitió un comunicado diciendo que desde ese momento hasta septiembre, los musulmanes franceses serían consultados sobre la mejor manera de organizar y financiar el islam en Francia. Con el fin de generar un diálogo que apunte a «permititr la representación de toda la diversidad de los musulmanes franceses, que desea organizar mejor el islam dentro del marco de las instituciones republicanas».
Esto sucedió horas después de que Collomb estuviese reunido con representantes de grupos musulmanes, perturbados tras una ola de arrestos que había habido -10 personas de entre 32 y 69 años que habían sido detenidas a través del país, que enfrentan cargos preliminares por un supuesto plan de matar «imanes radicales, mujeres con velo o exprisioneros islamistas»-. Pertenecientes a un grupo llamado Action des Forces Opérationnelles, se dice que los miembros incluyen a exsoldados y policías retirados, explica The Spectator, quienes creen que Francia está siendo «islamificada» a través de una combinación de ingenuidad local e influencia extranjera. Durante los arrestos, fue recuperado un importante arsenal que incluía rifles y granadas. La policía cree que hubiesen sido utilizadas en un ataque represalia en el caso de que hubiese un nuevo atentado islamista en Francia.