El 18 de enero de 1901 el papa León XIII, autor de la importante encíclica Rerum Novarum, publicó otra menos conocida, pero fundamental sobre la democracia cristiana, titulada Communi Re. La encíclica criticaba el capitalismo, pero, explicando lo que significaba la democracia cristiana, la alejaba del sistema democrático en vigor en Occidente.
Los socialistas españoles criticaron dicha encíclica en El Socialista en “La Sección Burguesa”, en el número 778 de febrero de ese año.
En la columna se informaba que la Agencia Fabra, que era la fuente que se empleaba, publicaba un extracto de la misma donde se insistía que no había que confundir la democracia cristiana con la democracia social, algo con lo que los socialistas estaban completamente de acuerdo, aludiendo que no la veían por la jerarquía estricta de la Iglesia, entre el “arzobispo de Toledo y el cura de aldea”, ni por el respeto a la propiedad privada que defendía el papa.
Al respecto incluimos el punto clave de la encíclica, en este punto sobre la democracia, en su traducción al castellano:
“No hay duda alguna sobre lo que pretende la democracia social y a lo que debe aspirar la democracia cristiana. Porque la primera en muchos llega a tal grado la malicia, que admite fuera de lo natural, busca exclusivamente los bienes corpóreos externos, poniendo la felicidad humana en su adquisición y goce. De aquí el deseo de que la autoridad resida en pueblo, para que, suprimidas las clases sociales y nivelados los ciudadanos, se establezca la igualdad de bienes; como consecuencia se aboliría el derecho de propiedad y la fortuna de los particulares así cómo los medios de vida pasarían a ser comunes. Por el contrario la democracia cristiana, por el hecho mismo de recibir ese nombre, debe estar fundamentado en los principios de la fe divina, atendiendo de tal suerte al interés de las masas que procure perfeccionar saludablemente los ánimos, destinados a bienes sempiternos. Nada pues para ella tan santo como justicia que manda que se conserve íntegro el derecho de propiedad, defiende la diversidad de clases, propia de toda sociedad bien constituida y quiere que su forma su forma sea la que el mismo Dios su autor ha establecido.”
Se aludía también al elogio papal de la limosna, “que nada tiene de denigrante para los pobres”. El Socialista recomendaba que la pusiera en práctica el pontífice, abandonando su palacio en Roma, porque había “muchos amantísimos hijos suyos que se mueren en las calles de frío”.
La encíclica, según el periódico, recomendaba a los obreros que fueran respetuosos con sus patronos, aspecto fundamental en la crítica que el socialismo realizó de la doctrina social católica desde la publicación de la Rerum Novarum. Además, se criticaba la recomendación de la sobriedad, y que no se olvidasen las prácticas religiosas.
Esas recomendaciones eran fundamentales para mantener la paz social, pero, se preguntaba el autor de la sección del periódico socialista si esa paz había existido en algún momento. El trabajo concluía afirmando que León XIII andaba mal en Historia.
Además del número aludido de El Socialista, podemos consultar la encíclica en la red. Hemos empleado la traducción de mercaba.org.