Zapatero alega falta de consenso para no quitar poder a la Iglesia
Dinero público: 6.348 millones, la mayor parte para sanidad y educación
Gracias a la "x" en la casilla del IRPF en la declaración de la renta, la Iglesia católica ha recibido este año 252,6 millones de euros por el ejercicio fiscal de 2008.
Esta cantidad se destina a pagar los sueldos y la Seguridad Social de los sacerdotes, pues ONG confesionales como Cáritas o Manos Unidas reciben su dinero de la casilla de "otros fines" y de los fondos de Cooperación Internacional.
El Estado financió, además, con más de 6.108 millones de euros las actividades educativas, sociales, sanitarias y de culto de la Iglesia católica. Sólo a los centros escolares se dedicaron más de 3.500 millones de euros.
Concordato: exención de impuestos para los centros religiosos
La constitucionalidad de los acuerdos que rigen en este momento las relaciones entre Iglesia y Estado, firmados en Roma en 1979, ha sido cuestionada por jueces y expertos.
El hecho de que los profesores de religión católica sean elegidos entre aquellos que propone la institución religiosa o que el material didáctico para esa asignatura sea elegido por la jerarquía eclesiástica son algunos de los aspectos que generan esta polémica.
Además, el actual concordato exime a los obispos del pago del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) por los centros dedicados o relacionados con la predicación de creencias religiosas.
Fuerzas Armadas: los vínculos con el ejército permanecen
A pesar de la aconfesionalidad que señala la Constitución, en la práctica la católica sigue siendo en España una religión de Estado. La histórica relación de la Iglesia católica con las Fuerzas Armadas es un ejemplo de ello.
El arzobispado castrense depende, todavía, de la Dirección General de Personal del Ministerio de Defensa, aunque no recibe asignación presupuestaria.
En España todavía se celebran funerales de Estado como el que tuvo lugar por las víctimas del 11-M, que fue exclusivamente católico. Además, los militares están obligados a acudir a las exequias de los compañeros caídos en acto de servicio, sea cual sea su confesión.