Cerrar la grieta, uno de los objetivos de la Gran Logia Argentina.
n halo de misterio ilumina a los masones. Ellos se consideran libres pensadores progresistas que fomentan la filosofía y la filantropía, la educación laica como faro, el diálogo y la confraternidad como método. Sin embargo, por los siglos de los siglos cayó sobre ellos la acusación de cultores de ritos tenebrosos; con máscaras y túnicas, y sacrificios de carne, una imagen que se masificó a través de El Código Da Vinci, el best seller de Dan Brown llevado al cine con Tom Hanks como protagonista.
Para disipar los prejuicios sobre ella, hace algunos años la masonería decidió, sin abandonar sus rituales centenarios, salir a la luz; una estrategia que podría resumirse así: “Del secretismo a la discusión pública”, en palabras de Ramiro DallAglio, vicepresidente de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones.
Bajo ese paraguas funcionan en Córdoba 34 logias, que en la ciudad se reparten en dos sedes: la histórica casona de Igualdad 80, inmueble que donó para sus hermanos masones Joaquín V. González; y en Avellaneda al 200, frente a la plaza Colón. También las hay en Río Cuarto, Villa María, Argüello, Santa Rosa de Calamuchita, Villa Rumipal, Alta Gracia, Jesús María, Villa Las Rosas y Río Tercero. El número de masones activos en Córdoba es de 700; tras un sostenido proceso de incorporación de “aprendices”, fenómenos que en los últimos años hizo bajar la edad media de los masones: de 58 a 36 años, casi millennials.
En plan de “desmitificar” a la masonería se inscribe el desembarco en Córdoba de DallAglio, quien señala a La Voz que el norte de esta organización supranacional es “cultivar el libre pensamiento de los ciudadanos libres y la tolerancia” para “poder volcarlo al mundo profano, a la sociedad”.
–¿Por qué subsiste en pleno siglo 21 una organización como la masonería?
–La injusticia nos da vigencia. Hemos cuadriplicado las membresías; actualmente tenemos 12 mil miembros, de los cuales 8 mil están activos, 700 están en la ciudad de Córdoba. La expectativa es seguir creciendo por la necesidad de la sociedad de debatir, de formar y pulir valores. Hay una sed y una vocación de sumar debate en valores democráticos como la tolerancia –responde DallAglio.
-¿Este auge de la masonería que ustedes detectan tiene relación con la situación social?
-Claramente este crecimiento de la masonería es el reflejo de la carencia de valores. La grieta, esa “necesidad” de construir enemistades, fanatismos, dogmatismo, ese no reconocer nada en el otro, es lo que trabajamos en los templos para revertir en la sociedad, en el mundo profano. Creemos que es necesario que un hermano opine exactamente lo contrario a lo que yo pienso y que lo importante es el respeto. Trabajamos sobre las coincidencias.
En esa “construcción de coincidencias” la masonería se atribuye un rol central en la firma de la paz entre unitarios y federales, en el sufragio universal, en la ley de educación común, gratuita y obligatoria y en la reciente ley de educación ambiental que espera tratamiento en el Senado tras la sanción de Diputados. “Hoy somos responsables de encontrar voces de distintos partidos para construir el consenso de la ley de educación ambiental”, dice DallAglio, y pone esta ley como ejemplo de la nueva agenda de la masonería.
¿Hay políticos masones? Desde siempre. ¿Cuántos son? Muchos. ¿De qué partidos? Atraviesan al sistema. El propio DallAglio, ahora segunda autoridad de la masonería argentina, tiene una larga militancia en el radicalismo y ocupó un cargo en la Secretaría de Control de la Municipalidad de Santa Fe durante la gestión de José Corral. Pero la militancia no es una condición excluyente: los masones se jactan de la heterogénea composición de sus logias, tanto en ideologías como en oficios. Sí los une la creencia de que existe un ser superior; desde la naturaleza a cualquiera de los dioses.
EDUCACIÓN LAICA
El deterioro de la educación “profana” aparece como la principal preocupación de los masones cordobeses. “Es una incoherencia del sistema educativo no aggiornarse a este siglo. En las escuelas laicas el nivel educativo no es el suficiente; esa es una cuestión de fondo para la sociedad. Con una creciente desigualdad entre la educación laica y privada, en perjuicio de la primera, que se ve en el ingreso a la universidad”, dice Eduardo Mas Valenzuela, exdelegado de la Gran Logia para Córdoba.
Y agrega: “No tenemos futuro si no apostamos a igualar a través de la educación; el paradigma es enseñar a pensar, a razonar, a dejar de repetir conceptos; el evolución es tan rápida que la educación no logra adaptarse”.
En este sentido, los masones cordobeses, con el criterio de “aplicar una forma progresista de la educación”, se fijaron como objetivo abrir el primer colegio gestionado por masones y adscripto a la educación pública, en la que se enseñe “igualdad, libertad y fraternidad”.
“La Argentina laica fue la Argentina de la educación pública de calidad; por eso sostenemos que el laicismo debe guiar la vida pública”, dice DallAglio, quien remarca respecto del concepto de libre pensadores por el que se autodefinen los masones: “No es una libertad sin compromisos, es una libertad de los dogmas”.
LA GRIETA
En ese marco general, los masones se ven predestinados a poner en manos de los líderes del sistema democrático la“caja de herramientas” que utilizan en sus templos par discutir y consensuar. Dice DallAglio: “Ofrecemos nuevamente, como tantas veces en la historia argentina, un espacio neutral para encontrar una agenda común para salir de la grieta y generar un espacio real de discusión”.
Asegura que la historia de la masonería argentina “está atravesada por ejemplos de personas, funcionarios, políticos, que combatían y que se encontraron en un templo para confraternizar y escucharse; es un logro de la organización que tiene esta gimnasia de rechazar los dogmas y las imposiciones desde hace siglos”. “Nuestro objetivo es impedir que se demonice a quien piensa distinto”, asegura DallAglio.
Aunque hay organizaciones masónicas de mujeres, agrupadas en la Gran Logia Femenina Argentina, ninguna pertenece a la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones, que agrupa a los masones varones de este país. Estos rechazan que, pese a esto, sean machistas. Ponen como ejemplo la posición mayoritaria de las logias ante la legalización del aborto.
Tras la sanción de la ley, la Gran Logia dijo públicamente que “coincide con lo expresado y sostenido por la masonería argentina, situada nuevamente en la defensa del progreso de la sociedad (y en) la extensión de los derechos humanos y, en este caso, de la mujer en particular, el respeto a sus decisiones autónomas, a su fuero íntimo y el de las parejas, en un imparable proceso de individuación que ya evita soslayar la realidad tapando el cielo con las manos”.
CÓMO SE INGRESA
Los masones defienden sus ritos, “tradiciones de mucho tiempo”, aunque aseguran que la agenda que discuten y sus prácticas fueron “modernizadas por el siglo”. “La verdad es evolutiva”, sintetiza Mas Valenzuela.
Las logias están “abiertas” a las personas “honradas, libres y de buenas costumbres”; aunque la admisión se logra tras sortear tres entrevistas personales. Con las respuestas adecuadas, el aspirante accede al “rito iniciático”, tras lo cual puede acceder al templo y a los “rituales de funcionamiento”, “una gimnasia para poder escucharse”, según los define DallAglio, en un intento por “quitarle el velo” a la masonería.