La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal aprobará esta semana una instrucción ante el avance de la tramitación de esta norma en el Congreso. En las últimas semanas, la Iglesia intensificó sus ataques por este asunto.
El otoño traerá una nueva ofensiva de la Iglesia católica contra una de las iniciativas del Gobierno. La Conferencia Episcopal Española (CEE) reunirá este martes y miércoles a su comisión permanente para aprobar su manual de actuación ante la Ley de Eutanasia, cuya tramitación avanza en el Congreso. Los obispos creen que esta normativa provoca que la ciudadanía «vea normal lo que es un crimen», por lo que ya ha anunciado que no se quedará de brazos cruzados.
El orden del día del órgano directivo de la CEE –que ya no volverá a reunirse en lo que resta de 2020– incluye la aprobación del borrador de la «Instrucción pastoral sobre el acompañamiento en la muerte y el duelo. Anuncio de la Vida eterna. La celebración de exequias e inhumaciones», redactado por la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe.
La preparación de ese documento ya había sido anunciada en marzo pasado. Entonces se estableció que dicha iniciativa tendría como objetivo dar «orientaciones» ante la eutanasia, para lo cual se planteaba desarrollar cinco puntos: «el sentido de la muerte del cristiano»; «el sentido de las exequias cristianas»; «sentido y significado de la inhumación y de la incineración»; «normas sobre la inhumación y de la incineración»; y por último «la pastoral con ocasión de la enfermedad, muerte y exequias de los cristianos».
El texto definitivo permanecerá bajo estricta confidencialidad hasta su aprobación por parte de la Comisión Permanente. «Los documentos se hacen públicos cuando ya están aprobados», se limitaron a señalar a Público desde la CEE.
No obstante, entre los obispos existen ya una serie de puntos claros y rotundos en torno al derecho a una muerte digna. En un documento elaborado en marzo pasado que lleva como título «La eutanasia», la CEE critica que actualmente «se procura presentar a los defensores de la vida como retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad individual y al progreso». «Al discrepante se le pone una etiqueta y así se evita un diálogo sosegado y constructivo que busque el bien del enfermo», sostiene.
En tal sentido, los obispos aseguran que la Ley de Eutanasia «hace daño» en primer lugar «al paciente en situación terminal con dolor físico y sufrimiento psíquico y espiritual, pues en vez de atenderlo, acompañarlo y ofrecerle cuidados paliativos se opta por acabar con su vida«. Afirma que también perjudica «a la familia angustiada que no acaba de saber gestionar la situación y sufre por el ser querido», ya que «la posibilidad de eutanasia introduce en las relaciones familiares un sentimiento de inseguridad, confrontación y miedo, ajeno a lo que la idea de familia sugiere: solidaridad, amor, generosidad».
Los obispos defienden además que la normativa impulsada por el Gobierno daña al personal sanitario, «que fue educado fundamentalmente para luchar contra la muerte y afrontar y paliar el dolor y el sufrimiento y ahora se le emplea como agente que da muerte al paciente«. De hecho, advierte que podría tratarse de una vulneración del juramento hipocrático y remarca que «la medicina debe buscar el bienestar adecuado para poder desarrollar las actividades diarias, sin pretender la utopía de su plenitud».
En ese documento, la CEE defiende además que nadie puede decidir que le «quiten la vida», concepto que emplea para referirse a la eutanasia. «La vida no depende de mí, no es algo que yo me haya fabricado, es algo que he recibido, me ha sido donada… Si es algo que me han prestado no puedo hacer con ella lo que yo quiera», subraya.
A falta de conocer el contenido del documento que se aprobará esta semana, la Iglesia cuenta también con otro texto aprobado a finales de 2019 que se titula «Sembradores de esperanza» y en el que se ponen de manifiesto sus puntos básicos de oposición frontal a la ley de muerte digna que promueve el Gobierno y que ya ha logrado sortear el veto de PP y Vox, dos formaciones que coinciden con los postulados eclesiásticos.
La CEE afirma en ese otro documento que «en los lugares donde la eutanasia es legal, su práctica se ha ampliado también por ley a menores o personas mentalmente incapaces». Con esos argumentos de fondo, los obispos consideran necesarios estar «presentes en los medios de comunicación social y demás foros de influencia en la opinión pública, con el fin de hacer patentes las notas características de una cultura de la vida y del encuentro y rechazando la cultura del descarte».
Influir en la «vida política»
También plantean tomar parte «en las instituciones y en la vida política, tanto con el voto como con la participación activa en las formaciones políticas, instituciones y administraciones, exigiendo el fomento de la cultura de la vida en cuestiones que afecten a la familia, la sanidad, el cuidado a los enfermos, ancianos, personas vulnerables, empobrecidos, etcétera». Además, llaman a promover «entre los profesionales sanitarios un concepto de medicina y de asistencia sanitaria centradas en la promoción de la dignidad de la persona en toda circunstancia».
No en vano, el portavoz de Europa Laica, Juanjo Picó, destaca que «la Iglesia además de ser una corporación, es un lobby de poder económico e ideológico». En esa línea, sostiene que la Conferencia Episcopal, que hoy mantiene negociaciones con el Gobierno en torno a una agenda que abarca las inmatriculaciones y la fiscalidad de la Iglesia, «puede ser un elemento más de presión al Ejecutivo con su clara oposición a la Ley de Eutanasia». «Por lo tanto, el Gobierno debe saber que tiene enfrente a un lobby con peso», advierte Picó.